Miércoles 10 de setiembre de 2003

ENTREVISTA: Alejandro Lerner

"El rock, una actitud relacionada con la honestidad"

A Alejandro Lerner no le gusta encasillarse. Por eso es que tanto toca con Carlos Santana como le escribe canciones a Luis Miguel. Es por esto que cree que "el rocanrol es una actitud más relacionada con la honestidad de lo que querés ser".

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Alejandro Lerner toma riesgos, no se queda con lo seguro y explora con su música.

En el comienzo mismo de setiembre, Alejandro Lerner inició un recorrido por el sur. Antes, del 11 de junio al 14 de julio, realizó un tour por diez ciudades de Estados Unidos con Carlos Santana, para quien Lerner escribió e interpretó la única canción en español -"Hoy es adiós"- de "Shaman", último disco del célebre guitarrista En los huecos libres, no sólo le envió canciones a Luis Miguel para su siguiente CD; preparó también la grabación de su nuevo disco junto con el productor Cachorro López, el número quince, en el que lo acompañarán León Gieco y Dominic Miller, guitarrista de Sting, Phil Collins y Backstreet Boys; además se presentó el 24 de mayo en el Teatro Nacional de Quito, Ecuador; su tema "Volver a Empezar" fue elegido por el Canal de Colombia LRCN como cortina de la telenovela "No Renuncies Salomé".

Allá por marzo, realizó de una larga gira promocional por México, junto a Ismael Serrano, el mexicano David Filio, Laura Vázquez de Argentina, y el cubano Amaury Pérez Sus conciertos por nuestra región se abren hoy, a las 21, en el Cine Arrayanes, de Bariloche; sigue mañana en el teatro municipal de Plaza Huincul, el viernes en el gimnasio de San Martín de los Andes, el sábado en el Centro de Convenciones de Villa La Angostura. La semana próxima continúa el viernes 19 en el Teatro Municipal de Zapala, el sábado 20 en el club Del Progreso de Roca y finaliza el domingo 21, a las 21, cine Español de Neuquén.

Con igual ritmo imparable, Alejandro pasó del piano a las computadoras, al Protools y el inteminable cambio de tecnologías, enchufes, aparatitos. Su estudio, El Pie, tiene un sector donde el desarrollo y el aprendizaje están a la orden del día, con leds titilando por los rincones que semejan un parque de diversiones a la distancia "Con todo esto, sigo aprendiendo. Para mí, la gente define cuando no tiene demasiado tiempo para ver. Yo no necesito definir, debe ser por mi signo, soy geminiano. No tengo la menor idea...".

- Como para darle alguna explicación.

- Claro. Por una cuestión generacional yo participé en el movimiento de rock que termina en el '83. Empieza una generación con la democracia y este género cambia absolutamente. De ser un movimiento generado por la necesidad de libertad, la bronca, el miedo, por la falta de expresión, pasa a acercarse a los medios de comunicación, a las compañías discográficas, a los representantes, los problemas administrativos; salta a otra realidad. Hoy firmás el contrato, luego no, te estafaron, se quedaron con la plata; debés asociarte a la Sociedad Argentina de Autores y Compositores... Total, una enorme cantidad de trámites y vueltas. Ahí empecé a aprender que no era sólo tocar; mantener una vida artística y profesional tiene un montón de elementos que si no los tenés en cuenta, sonaste.

Tenés que vivir de eso, que ayudar a la familia o generarla, y si no madurás esos aspectos, tarde o temprano se te vienen en contra. Al poquito tiempo de salir al contacto con el público, me convertí en un artista popular; no roquero solamente. En mi primer disco estaban "Por un minuto de amor", "Nena neurótica", "Cuatro estrofas", "La balanza del bien y del mal"; todo bien ecléctico: Mi vida compositiva era así Me iban a ver las nenas, los roqueros, los que tenían un poquito más de ideología, otros que no; en definitiva gente, sin etiquetas. Personas que también se acercaban a pedirme cosas, que participara en algún evento para ayudar, que hiciera un ejercicio de presencia por alguien enfermo, por alguno que quería darme un beso o pedirme un autógrafo, o me necesitaba... Eso me abrió mucho más la cabeza. Si yo trabajé con Mercedes Sosa, con Armando Manzanero, Luis Miguel, con Gino Vanelli, con Soledad, con Carlos Santana, ¿qué importa si roqueo o no. ¿A quién le preocupa esa etiqueta en el momento del encuentro?

- Al mercado.

- Justamente. Y si he tenido algo de transgresor, pasó por transgredir a los transgresores. Ciertas normas del rock no se pueden transgredir, ¿cómo es la cosa? Me parecía mucho más divertido -que lo he hecho por naturaleza- cantarle al amor. Lo hice toda la vida y por alguna razón a la gente le gusta. Y el rock, musicalmente, también es una etapa creativa que puede cambiar cuando escuchás a George Gershwin, a Manzanero, folclore latinoamericano. El horizonte se va ampliando. El rocanrol es una actitud más relacionada con la honestidad de lo que querés ser, que con un disfraz o una forma de hablar o si te drogás mucho o poco... Yo hago lo que viene. Ahora no estoy para definir, sino para abrir nuevos caminos o formas de expresión e identificación. Si un tipo puede tocar jazz, rock y una canción o un bolero, es mejor como artista, como músico.

- Hace muchos años, luego de haber dirigido "Hombre mirando al sudeste", hablando con Eliseo Subiela, le pregunté si el cine le permitía hallar respuestas, y me contesto: no, nuevas preguntas...

- Es verdad: Por cada camino que uno emprende, sobre todo si es nuevo, van a venir un montón de interrogantes y ese te mantiene vivo también. Creo en el eclecticismo como concepto interesantísimo, de gente que toma riesgos de esa manera; que no necesita hacer lo mismo para identificarse. Hay personas mucho más homogéneas en su concepto y su lenguaje y está bien; Bob Dylan mantiene su sonido y su particular modo de frasear y eso lo hace grande; pero otros se dedican a la investigación y a cambiar, a buscar... También está bien. Sólo es otro criterio, nada más...

- ¿Cuando un instrumento comienza a pasar por tus dedos y tus emociones, todo esto, a dónde va a parar?

- Se va. Pero no solamente cuando tomo un instrumento, vos cuando pensás, sonás, cuando hablás, sentís, también estás generando energía que flota. Es parte de una ecología personal que se proyecta. A gran o pequeña escala, en tu casa o en tu barrio, siempre estarás generando algo con tu química, con tus pensamientos.. Cuando uno pulsa un instrumento, se vuelve instrumento y no baja las mismas cosas que cuando toma un café o charla. Es otra vibración, mucho más rápida que el pensamiento. Hay una empatía, conocés muscularmente cómo funciona y podés tocar con los ojos cerrados; algo te lleva y no sabés bien qué es; tampoco ignorás el por qué un acorde, una tonalidad o un ritmo. Todo eso es tan rápido y si bien tiene una base técnica, no siempre es racional. Hay un hecho espontáneo y creativo que no se sabe de dónde viene. Cada ser humano, cada ser vivo en el planeta, genera esa electricidad y uno se conecta. Hay personas que se conectan con los animales, con piedras, con el agua, con el cielo y tiene armonía con eso y su forma de expresarlo. El músico posee la gran suerte de trabajar con la dimensión del sonido, la de la palabra, de las imágenes y el ritmo... Es extraordinario. Se puede hacer mucho bien y mucho mal.

- Se puede hacer...

- Exacto. Yo vengo con una pila impresionante, porque durante meses estuve muy concentrado. No solo, pero si en soledad con muchas cosas, en un país distinto con una cultura y otra atmósfera en los pensamientos. Siempre me pregunto qué hace que Estados Unidos sea así, qué de eso me gusta, qué me disgusta, qué me gustaría aceptar, qué no Hay cosas de mi cultura que me gustan más. No hay con qué darle a los afectos, a los amigos, al tiempo que nos damos para eso. Pero, por otro lado digo que me gusta cómo ellos se organizan, trabajan en equipo y cómo eliminaron las excusas para hacer lo que corresponde. Ahí descubrís que es más fácil cumplir con tus responsabilidades, entregar lo que prometiste a tiempo y luego dedicarte a hacer lo que tenés ganas. En el viaje anterior estuve siete meses sin volver, pero en los últimos ocho años de mi vida cuando no estaba en la Argentina, me iba a un hotel chiquito (Magic), ponía un teclado sobre la mesa y pasaba meses componiendo. Solo, a veces acompañado, con amigos...

A ese hotel le dediqué un disco porque estaba lleno de músicos -mexicanos, noruegos- que me escuchaban tocar, golpeaban mi puerta, se presentaban y me invitaban a zapar. Todo muy libre, muy abierto, de estar vestido con lo mismo por semanas... Meses donde mi imagen descansaba y eso además de creativo, era sano y necesario

- Cómo se ve al país de lejos

- Desde allá veo, y aquí lo confirmo, que nuestro país sigue siendo una piedra preciosa. Tenemos un espejismo de la Argentina que no nos permite verla de verdad, llena de valores, territorio, riquezas y posibilidades; una mirada negativa y desilusionada, porque no somos agradecidos a la tierra que tenemos. No hay indios cerca que nos enseñen a amar esto que tenemos, que somos nosotros mismos. Vivimos en una psicosis social, sobre todo en Buenos Aires; la Capital y alrededores parece un paciente psicótico. Generamos una psicosis y seguimos alimentándola, lo veo en la televisión donde hay claramente un ensañamiento con lo negativo, sin intención de comenzar una cura. Por momentos parece que quienes peor están son los que manejan este bondi... Hay que laburar sobre esta actitud de negatividad, donde parece que las cosas no pueden mejorar, y no es cierto. Las cosas están mal, pero si pensamos que no pueden cambiar, están peor... Estamos en el coletazo final de una enfermedad anímica y moral, y de alguna manera tenemos que hacernos cargo de lo que hemos hecho con el país, sin olvidar los distintos grados de responsabilidades  

Eduardo Rouillet

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