Al "Tercer día" el monstruo fue creado

Tres actrices, tres cartas y la incomodidad del gótico en un "Tercer Día".

El ambiente dark del gótico es apenas la corteza de una obra que roza lo personal de tres actrices que se lucen.

La Torre

Todo comenzó tiempo atrás, con tres actrices neuquinas y un director de Buenos Aires que emprendieron un pedregoso camino de trabajo teatral, enfocado hacia el buceo interior más que a la búsqueda de lo ajeno en el texto. Cuando la mirada se vuelve hacia adentro, el tembladeral da inicio; no será el sosiego el premio final de la introspección.

Cecilia Arcucci, Marcela Cánepa y Paula Mayorga, en la recientemente estrenada creación colectiva "Tercer Día", decidieron no sólo poner en juego el oficio y el cuerpo -junto a la palabra exacta de Luis Sarlinga, el director-, ofrendaron sobre todo la memoria y la sangre de la memoria, en la construcción de una obra que les demandó largas semanas de labor.

Crearon así, ellas y él, un "texto-Frankestein", una figura textual primero amorfa, vacilante que, entre pulsiones inconscientes, fue tomando forma de dolor y de amor, las dos emociones que más a mano tuvo. Con hilos toscos se cosió cada pedazo de carne a la página en blanco pero, a diferencia de aquel mítico engendro de Mary Shelley, no fue la tosquedad el resultado, sino un fino entramado, un texto que de la grandilocuencia del gesto baja al susurro, al ademán más vulnerable, en una sinfonía de registros estéticos de correcto ensamble.

Así nació el monstruo que, etimológicamente, fue compelido a "mostrarse".

El castillo, las penumbras, los aullidos apagados, apenas si le dan un marco propiciatorio a quien por momentos es "el", "ella" o "esto". El monstruo tiene todas las caras de lo anormal: es vampiro, es andrógino, es corruptor, es sirena.

Entonces, siguiendo una de las reglas más llanas de la lógica, tendríamos que: El tema del gótico es el exceso. El monstruo es un exceso. Ergo: el tema de "Tercer día", es el monstruo, "ese cuerpo suturado de textualidad distorsionada".

 La Luna

 Bajo la luz plateada de esa Luna del Tarot -tres son las cartas elegidas para la obra: la Torre, la Luna, la Estrella- que esconde más de lo que muestra, tres personajes se funden en una danza de excesos: hay gritos, declamaciones, silencios que ensordecen, estertores de una historia que comienza a formarse.

Tres mujeres, tres días, tres cartas de Tarot.

Sobre uno de los personajes recae el peso de la palabra dicha; sobre otro, la monstruosidad, y sobre el último, la evanescencia de la muda sabiduría.

Pero, los personajes son tres mujeres, dato que no debiera ser anecdótico: tres mujeres que cuentan -acaso- una historia de mujeres, esas "que no pasan a la historia". Justamente, la historia de "Tercer Día" no deja tópico de la experiencia humana por recorrer: el desarraigo, la identidad, la vejez, la soledad, la insanía, la culpa, el rencor. El regreso.

La Estrella

El regreso a la normalidad, a la anhelada compañía, a la reconciliación con el pasado.

El monstruo -previo enderezamiento- vuelve a la norma y esa normalidad es la que le permite partir. Y la soledad y la vejez, buscarán conjurarse en compañía, entre los aromas de un jardín que alcanza a entreverse en un escenario que de la sombra ha pasado a la luz.

La obra que han creado estas actrices que llevan más de 18 años en actividad, involucra un riesgo, la apuesta al cerrado lenguaje -visual y literario- del gótico que, una vez más, como en su aparición en el siglo XVIII como género de literatura popular, busca molestar, inconformar, horrorizar para que el espejo -del otro- se vuelva hacia uno mismo.

Macky Corbalán