Martes 2 de setiembre de 2003

Palimpsesto

Eufemismos II

Se entiende por eufemismo (eu= bien, buen + femí=decir) la "manifestación suave o decorosa de ideas cuya expresión directa sería dura y malsonante". Como siempre me han gustado las etimologías, esa historia impúdica de las palabras, en este caso muestra al eufemismo como una cortesía, un gesto de buen gusto.

¿Quién no ha tenido la galantería de calificar a la novia de un amigo como de "simpática", cuando en realidad y en nuestro interior pensamos, "¿éste, dónde la conoció... en un apagón?".

También el eufemismo ayuda a torcer los destinos de algunas palabras que por historia y por estar alimentadas en una sociedad intolerante y discriminatoria son llevadas como estigmas por las personas. Es el caso de las personas "especiales", eufemismo que indica una nueva concepción de ser humano, que acepta la diferencia y la integra y de paso borra de un plumazo palabras como: deficiente mental, mogólico, loco, etc.

Sabido es que todo lenguaje carece de inocencia. El lenguaje nos ayuda a revelar, develar la realidad que de otra manera permanecería muda, ininteligible. El punto de máxima tensión del lenguaje está en la poesía, en los textos religiosos, en los mitos. Allí la palabra nos introduce a nuevas realidades, devela nuevos ámbitos, nos descubre lo insospechado, lo no visto, lo evanescente.

Pero también el lenguaje sirve para ocultar, disfrazar, distorsionar determinados sucesos, porciones de realidad de acuerdo con los intereses de quien toma posesión de un discurso prestigioso (poderoso) o bien de una sociedad que decide esconder sus tabúes de época.

Es decir que el eufemismo, pasa de ser una figura retórica con un valor positivo, a transformarse en aquello que se oculta por específicos intereses. La sociedad victoriana, la iglesia, ocultaron por ejemplo, casi todos las palabras que nombraban lo relacionado a lo sexual. De allí, palabras tan graciosas, sobre todo por el referente que ocultan, como "pajarito" para evitar nombrar pene; o "el asunto" (?) que aún hoy se utiliza para designar el período menstrual femenino.

"Hacer el amor" es una expresión que puede desconcertar a más de uno. La mayoría de las personas nos desgañitamos la vida tratando de entender ¿qué cosa es eso del amor?, si no sabemos qué es ¿cómo diablos lo vamos a hacer?

Para ocultar el cuarto donde depositamos nuestras heces y la orina lo disfrazamos con palabras elegantes; en España se llaman "servicios", en Argentina todavía se usa la voz francesa "toilette" o la desconcertante y jocosa "tocador".

La diplomacia es un caso testigo de hipocresía verbal, de no llamar a las cosas por su nombre. "Relaciones carnales" servía hasta hace poco tiempo para describir la relación estrecha y desventajosa entre dos países. "Solución final" es la frase preñada de todos los horrores imaginables por el nazismo. Repito: el lenguaje no es inocente.

El cinismo también se viste de eufemismos. "Excluidos del sistema" son nuestros prójimos que padecen hambre, desocupación y marginación. "Daños colaterales" se llama a la matanza indiscriminada de niños, mujeres, ancianos. "Ayuda humanitaria" a las migajas que pretenden tapar tanto horror, tanta injusticia que unos hombres cometen contra otros.

Néstor Tkaczek
ntkaczek@hotmail.com

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