Jueves 28 de agosto de 2003

Una gran batalla, al rojo vivo

Más de 30.000 personas festejaron la "tomatina".

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Una vez terminada la "tomatina" los participantes corrieron a bañarse.

ESPAÑA (AFP/Reuters).- Alrededor de 30.000 personas libraron ayer en la localidad de Buñol (Valencia, este) un gigantesca batalla en la que se arrojaron más de 100 toneladas de tomates que acabaron tiñendo de rojo las calles del pueblo dentro de su tradicional 'tomatina' Los turistas, entre los que se contaban argentinos, ingleses o franceses entre otros, se mezclaron desde media mañana con los vecinos del pueblo para llenar la principal calle de Buñol.

Por allí circularon después cinco camiones cargados con 111 toneladas de tomates que sirvieron de munición a los participantes en esta fiesta A las 12 hs locales de ayer, en punto, el estallido de un cohete marcó el comienzo de la monumental batalla "tomatera" Cinco camiones, cargados con más de veinte toneladas de tomate cada uno, circularon a un intervalo de cinco minutos por la principal calle de Buñol descargando las hortalizas en algunos puntos, donde los participantes podían aprovisionarse de tomates para lanzarse entre sí Bajo un intenso sol, los "guerreros" enteramente enrojecidos por los impactos de los tomates buscaban refrescarse con el agua que algunos vecinos tiraban desde los balcones de las casas adyacentes Tras una hora de intenso bombardeo de tomates, un nuevo cohete señaló el fin de la fiesta Entonces, los participantes en la "tomatina" corrieron al río de la localidad, a las acequias y a duchas especialmente habilitadas por el ayuntamiento para quitarse los restos de tomate que cubría sus cuerpos Mientras, voluntarios comenzaban a limpiar las calles para devolver al pueblo su imagen habitual  

La raíz de la "tomatina"

Los habitantes de Buñol -con una población de 9.600 personas- dicen que la tradición comenzó a mediados de los años 1940, bajo el gobierno autoritario del general Francisco Franco, pero sus orígenes no están claros Goltran Zanon, de 70 años, uno de los padres fundadores de esta fiesta, dice que todo comenzó cuando los niños lanzaron tomates contra globos en un festival Otros aseguran que un grupo de jóvenes comenzó una lucha con su ensalada a la hora del almuerzo y esta travesura se convirtió en una tradición Esta fiesta fue prohibida durante algún tiempo, cuando los tomates alcanzaron a un funcionario del gobierno Pilar Masmano, de 80 años, dice que la fiesta - que cuesta al pueblo unos 36.000 euros (39.240 dólares) - ya no es lo que era. "Ha degenerado", dijo Masmano, quien añadió que los extranjeros no lanzan los tomates tan bien como los del pueblo.

Los residentes del pueblo habían cubierto con plásticos sus casas, pero aún así las fachadas blancas se cubrieron de rojo.

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