Domingo 24 de agosto de 2003

Contra esa nostalgia de los '70 que algunos tienen

Sarlo reconoce que en los últimos tiempos circula un poco la idea de "qué linda era la política cuando éramos jóvenes, pese a las equivocaciones". Ante esta especie de nostalgia, la intelectual responde que "no creo que los 70 hayan sido buenos años; en principio, porque mucha gente murió y después porque sus políticas fueron equivocadas". De esto conversó.

 

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Por su pertenencia a una generación que encontró en Borges y en el peronismo el sustento de su pensamiento y su accionar, la ensayista analiza las pasiones en la trama política de los violentos años '70 con muchos elementos autobio-gráficos.

El asesinato de Pedro Aramburu a manos de los Montoneros, la publicación casi simultánea de un relato de Jorge Luis Borges y la "articulación simbólica" del cuerpo de Eva Perón como emblema del Estado de bienestar justicialista, componen los tres ejes que explora Beatriz Sarlo en su obra "La pasión y la excepción", un aporte iluminador a la trama política y social de los años 70 A partir de un enfoque que elude la tentación exculpatoria del recuerdo pero que no oculta sus marcas autobiográficas -la ensayista se define por su pertenencia a una generación que encontró en Borges y en el peronismo el sustento de su pensamiento y su accionar-, Sarlo trabaja en esta obra publicada por Siglo XXl sobre la noción de excepcionalidad para sustentar la intersección de Borges, Eva Perón y el asesinato de Aramburu en un mismo plano crítico.

- ¿Cómo se vincula "La pasión y la excepción" con este boom de la nostalgia que hoy se dispara en múltiples direcciones?

- Este libro está escrito contra la nostalgia: elegí remitirme sólo a los documentos de esos años, no para construir una memoria sino una especie de arqueología. Por eso, uno de los ejes es el secuestro y asesinato de Aramburu, en la hipótesis de que es el acontecimiento que pone las cosas en una pendiente que ya no se detiene hasta el golpe de Estado y los asesinatos de la dictadura Sí es cierto que este trabajo tiene en su origen una fuerte inscripción biográfica, pero lo que yo pretendo investigar no son las razones por las cuales me reconcilio con ese pasado sino, por el contrario, las razones por las cuales ese pasado me resulta hoy radicalmente ajeno. De alguna manera, en los últimos años circuló un poco la idea de "qué linda era la política cuando éramos jóvenes, pese a las equivocaciones" No creo que los 70 hayan sido buenos años para nosotros, en principio porque mucha gente murió y porque muchos otros nos salvamos por poco. En segundo lugar, porque la mayoría de esas políticas fueron radicalmente equivocadas. Entiendo perfectamente por qué los hijos de desaparecidos pueden sentir una nostalgia por lo que fue el mundo de sus padres, porque esa es una manera de construir su identidad. Pero más allá de ese caso especial, a los sobrevivientes de ese período debería resultarnos difícil pensar en una relación nostálgica - ¿La decisión de trabajar sólo con testimonios temporalmente afines al período que analiza está motivada por una voluntad de eludir las modalidades habituales del recuerdo y la memoria?

- Con respecto al asesinato de Aramburu, la clave fue tomar revistas y diarios contemporáneos al momento en que ocurrieron lo hechos: me parece que aquellos textos más próximos al hecho son los que están menos deformados por las operaciones retóricas de la memoria y por la idea de brindar de uno mismo una imagen mejorada, que es una tendencia inevitable en un punto, porque lo que tiene carácter autobiográfico tiene también carácter reivindicativo  

Cómo encarnar los deseos

En el caso de Eva Perón, otro de los hilos de este libro, eso era inevitable porque la relación que yo establecí con su figura en los años 60 y 70 era completamente imaginaria: Eva Perón no es un personaje real en mi vida sino una construcción imaginaria. En este caso traté de sustraerme a toda reinvindicación. Más bien quise demostrar cuáles eran los procesos objetivos de construcción de ese cuerpo como cuerpo de la reina del Estado de bienestar - ¿De qué manera se construyó la imagen de Eva Perón como emblema del Estado de bienestar justicialista?

- Yo parto de la idea de que el Estado peronista es un Estado de un nuevo tipo al cual tienen que incorporarse ciudadanos que vienen de muy lejos: que vienen de las provincias, ciudadanos nuevos para decirlo de algún modo. Ese Estado tiene que ser un Estado encarnado y su encarnación no puede ser solamente la figura de Perón, que era un político mucho más fáctico, más racional y más intelectual. Ese Estado debía proporcionar una encarnación más pulsional, más en el nivel de los deseos y de la identificación: en ese lugar aparece Eva, y por eso la importancia que tiene su apariencia física, no su belleza, sino lo que fueron sus vestidos El Estado peronista, que fue un Estado poco republicano, necesitaba del cuerpo y los destinos de una reina. Uno de lo puntos que exploro es cómo Evita funciona a partir de un doble cuerpo: tiene un cuerpo mortal y un cuerpo eterno Sobre este cuerpo eterno se pueden hacer todas las modificaciones: de hecho, las diferencias ideologías que atravesaron el peronismo fueron imprimiéndolo de acuerdo a sus cambiantes motivaciones  

Un cuerpo tan simbólico

Al mismo tiempo hay que recordar que ese cuerpo fue tan importante para el Estado de bienestar justicialista que uno de los primeros actos de la Revolución de 1955 fue secuestrarlo Ese hito inicia una especie de círculo vicioso y malvado donde la venganza desata otras venganzas, porque cuando los montoneros secuestran a Aramburu una de las condiciones que ponen es que ese cuerpo será devuelto sólo cuando sea devuelto al pueblo peronista el cuerpo de Evita - ¿Cómo se instrumenta esa relación de excepcionalidad que según su hipótesis vincula a Aramburu con Evita y Borges?

- Primero hay que preguntarse por qué es tan importante el asesinato de Aramburu. La respuesta está en que se trata de un hecho único e irrepetible. Los montoneros mataron muchos dirigentes sindicales y desplegaron una política sangrienta en ese punto Pero no había sino un único presidente de la Revolución que había derrocado a Perón: en ese punto, Aramburu no representa un hecho más del circuito de las venganzas en la Argentina sino que es el único hecho que no se puede repetir. Los montoneros constituyeron su identidad con ese asesinato, por eso se transformó en excepcional.

Interés por los hechos irrepetibles

- Lo que me interesó de los últimos cincuenta años de historia argentina no fue detectar series que se repitieran sino hechos y configuraciones irrepetibles, como lo son Eva, Borges y el asesinato de Aramburu. Por eso el libro se llama "La pasión y la excepción": cada una de esas configuraciones pasionales es a la vez excepcional - El relato que usted analiza, "El otro duelo", pone sobre foco la existencia de un algo irreductible en la literatura de Borges, ¿en qué campo transcurre esta resistencia?

- Tengo la idea de que en la literatura de Borges leemos cosas que esa misma literatura no sabe, es decir, que tiene una configuración sostenida sin duda por la perfección formal que permite leer cosas que posiblemente él no supiera y su literatura misma no sabe que están allí. Borges produce siempre una especie de efecto revelador: es más lo que hace ver que lo que muestra En este libro, Borges funciona como el conector de las partes, como aquel que me permite ir iluminando un laberinto, con una suerte de hilo de Ariadna Desde el punto de la acción de los montoneros, la Argentina no tenía ninguna posibilidad de hacer justicia con el cuerpo de Evita. La venganza como pasión clásica se legitima cuando las instituciones de la justicia están ausentes Y los montoneros pensaron que las instituciones de la justicia estaban ausentes y en consecuencia que la institución de la venganza podía establecerse. Ahí entra Borges, porque a lo largo de muchos de sus cuentos lo que hace es poner de manifiesto de qué manera cuando no hay institución de justicia la venganza es una pasión legítima.

El peso de los peronistas

Después de estar cinco meses en funciones académicas en Berlín, Sarlo regresó las últimas semanas al país con impresiones sobre el gobierno de Kirchner que se formó siguiendo la actualidad en internet. Una de sus opiniones las recogió ayer "La Nación", a quien le dijo que "solo el peronismo puede gobernar. Todavía no está dicho que Kirchner puede modificar ninguna historia. Hablemos mejor de cambiar el humor, el tono que prevalece en la sociedad. De hecho, Menem lo cambió. Esta sociedad resignó una serie de valores de justicia y moral muy rápidamente con Menem. Lo que impacta es de qué modo alguien que está en la primera línea del Estado puede torcer una temperatura social. Lejos de mí está decir que puede torcer realmente la historia".

En otra parte de la entrevista, Sarlo insiste en que "está quedando de manifiesto que el único conglomerado político que puede gobernar la Argentina es el peronismo. Menem hace una revolución conservadora profundísima; es el país horrible que hemos heredado. Duhalde, cuando tenía todas las oportunidades en contra y cuando casi nadie creía en él, logra establecer gobierno durante casi dos años. Sobre Kirchner todavía no podemos pronunciarnos, pero lo que parece quedar claro es que la única suma de voluntades y aparatos políticos de muy diversa naturaleza que puede establecer gobierno en la Argentina está -por el momento- solo en el peronismo".

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