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Polémica negativa a una campaña antidroga

Un paso en falso

La colisión entre la empresarial del Cerro y la asociación "Asumir" permite comprobar cómo las palabras algunas veces, en su ubicuidad involuntaria, hablan por sí solas.

Difícil es entender la reacción destemplada de Del Giúdice. Frente a su preocupación partenalista por lo que ocupa la cabeza de un turista mientras camina por Catedral, correspondería sólo exhibirle la portada de la revista e instarlo a "asumir".

Asumir que la droga -por lo común- no es un asunto manejable. Y demasiadas veces está emparentada con el dolor y la muerte. Asumir que invade todos los rincones y que con un solo visitante que lea el folleto y encuentre salida para un amigo en problemas (o para sí mismo), se justifica una pequeña molestia a tantos otros.

Lo que Del Giúdice tal vez quiso decir es que el turista llega con ganas de pasarla bien y olvidar sus preocupaciones cotidianas. Seguramente estará más a gusto si nadie lo perturba con la cotización diaria del dólar o con el último reclamo del FMI.

Pero nadie deja la conciencia en el armario cuando sale de vacaciones.

El desvelo empresarial por esconder una campaña antidrogas tiene mucho de subestimación al turista y definitivamente era el camino si busca preservar por esa vía "la calidad del destino". En tren de cuidar al visitante bueno sería (como sugieren los directivos de "Asumir") que se pregunten por las consecuencias de cobrar 28 pesos una pizza o 3,5 una lata de gaseosa, como ocurre por estos días en la base del cerro.

Y si de palabras se trata, hay otro detalle paradójico. Ojeando la revista de la discordia uno tropieza con el testimonio de una adicta recuperada: "durante 12 años transité un mundo irreal, donde la droga era mi mejor amiga". Del Giúdice defendió con fervor el derecho de los turistas "a vivir la irrealidad" de sus vacaciones soñadas. ¿hablarán de lo mismo?

Daniel Marzal

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