La semana

Una página en blanco

Sólo aquellos que afrontan los riesgos adjuntos a una decisión trascendental pueden contarse entre los que aspiran a un lugar en la historia Roca tiene un buen ejemplo de firmeza, convicción y defensa de ideologías: el padre Alejandro Stefenelli Tal vez pocos hayan recordado el sábado que pasaron ya 51 años de su muerte, ocurrida exactamente 39 años más tarde de aquel 16 de agosto de 1913, cuando dejó el Valle para nunca más regresar.

Se había ido porque le expropiaron las tierras que alojaban su escuela agrícola, en J.J. Gómez, construida a pesar de no pocas adversidades.

No estaba dispuesto a cambiar su pensamiento. "Era superior a la malignidad y el vejamen de los traficantes y politiqueros", lo recuerda un historiador en el libro escrito por el padre Jaime Belli en 1995.

Por eso la semilla de Stefenelli dio sus frutos. "Labor ininterrumpida, iniciativa, capacidad, perseverancia, tesón, visión", aparecen en el libro de Belli como características propias del hombre que fue pilar del sistema de riego valletano. El mismo sistema que por estos días trae en el nuevo correr del agua una esperanza renovada para la economía regional.

Hoy, 90 años después de la partida de Stefenelli, en esta ciudad los grandes proyectos no están acompañados de grandes decisiones.

El anillo vial circulatorio, la obra más importante que se haya planeado en los últimos años para la comunicación de Roca con el resto de la región, transita por los despachos oficiales cual balsero cubano harto de Fidel. El punto final de la experiencia puede ser el éxito, pero entre la gloria y los tiburones la línea es más que delgada.

Razón de este presente es en buena parte la falta de coraje de los funcionarios locales para definir el futuro del proyecto.

La síntesis de lo visto hasta el momento empieza en el acuerdo por el nuevo costo del anillo vial (pasó de 3 a 6 millones de pesos), el envío el 16 de mayo de un proyecto de ordenanza al Concejo para que apruebe el incremento en la deuda a contraer, el visto bueno del BID y la intimación a reiniciar los trabajos a los 10 días de notificado el municipio (la nota llegó el 6 de agosto). El apuro dio paso a una resolución "ad referéndum" del Deliberante para autorizar los nuevos valores y que arranque otra vez la obra.

¿Qué pasó? El Concejo rechazará la resolución por considerarla improcedente. Entiende que sólo puede actuarse "ad referéndum" fuera del período ordinario de sesiones.

¿Cómo respondió el Ejecutivo? Dio por válida su resolución y se apresta a ordenar que las máquinas vuelvan a las calles.

¿Qué se avecina? Un debate jurídico.

El por qué de las idas y vueltas debe buscarse en el costo político que nadie quiere pagar por endeudar a la comuna en un monto equivalente a un tercio del presupuesto anual. Menos en época electoral.

Si esa no fuera la explicación no se entendería por qué ahora el Deliberante no acepta normas "ad referéndum", cuando sí las acompañó tiempo atrás, entre marzo y diciembre.

Por otra parte, los ediles ni siquiera permitieron la chance de llegar a la instancia del registro de oposición, en el que los propios vecinos pueden alegar por qué no consideran beneficiosa una obra.

Más saludable hubiera sido que -si la decisión era rechazarla- la resolución del Ejecutivo encontrara una argumentación sólida como respuesta y no un planteo sobre las formas del procedimiento.

Más saludable aún hubiera sido que el proyecto de ordenanza inicial lo trataran en tiempo y forma, evitando la siesta de tres meses que lleva.

El anillo vial necesita decisiones. De acuerdo o no, cada uno de los involucrados debe fundamentar sus razones.

El argumento de "estar evaluando los riesgos" ya no convence.

Más riesgoso es tener legisladores timoratos o poco sinceros. Esos no pasan a la historia y aquí se necesitan funcionarios con ganas de llenar páginas en los libros a partir de sus acciones.

Hugo Alonso

halonso@rionegro.com.ar

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