Domingo 17 de agosto de 2003

La semana en San Martín

Un voto a Sócrates

Sócrates fue un tipo fenómeno, que no merecía final de cicuta. Discutía temas de moral en el siglo de Pericles, cuando Grecia era ebullición de pensamiento. Siguió un método. Confrontaba supuestas verdades e interrogaba con habilidad para desmenuzar ideas, inducir conclusiones, comprender. La temporada de invierno transcurre en San Martín. No será de las mejores ni de las peores. Pero hay coincidencias: la gente gasta menos y se esperaba más. Se oyen variadas especulaciones sobre los motivos, pero poco dato concreto.Pues bien, en estas líneas sólo intentaremos partir de algunas ideas presumidas de verdad, y formular algunas preguntas.

Si se toman las estadísticas anualizadas de los últimos diez años de ocupación por plazas en San Martín (hasta el otoño del 2003), se verá que el promedio final es del 33,25 por ciento. Muy modesto a pesar de la creencia que lleva a muchos inversores a seguir instalando cabañas. Ocurre que primavera y otoño constituyen menos de la mitad de la ocupación de verano o invierno, lo que refuerza una conclusión conocida: San Martín es un destino estacional, a pesar del marketing de las cuatro estaciones y los buenos deseos.

Cabe una primera batería de preguntas: ¿Hay que seguir poniendo casi todos los huevos en la cesta del verano y el invierno?. ¿Si un buen viento trajera 6.000 visitantes por día a Chapelco -un número para nada imposible-, el cerro estaría hoy en condiciones de absorberlos?. ¿Cuántas actividades de invierno alternativas al esquí se ofrecen?. ¿Qué resultado han dado las acciones para sostener primavera y otoño?. ¿Alcanza con la Ciudad del Arte?. ¿Se puede hacer más por el turismo social de baja temporada?.

Muchas de las generalidades apuntan a la falta de una adecuada infraestructura de accesos: caminos y aeropuerto, asuntos en manos de la provincia o la nación. Es un problema. ¿Pero es el único?. Si se repasan las quejas que recibe Turismo y la última encuesta a visitantes, se verá que el grueso apunta a la relación precio-servicio. El 30,7 por ciento de los consultados se queja de "altos precios y tarifas excesivas", con el 73 por ciento del total de menciones recogidas. ¿Hay que abaratar la oferta a riesgo de bastardear el destino? No. Al menos no si lo que se ajusta es lo que el cliente recibe por el precio pagado. Si se extrapolan los últimos datos oficiales sobre gasto promedio diario por visitante aquí, resulta que una familia de cuatro miembros que vacaciona siete días en la nieve con todos los servicios y en temporada alta, debe apartar una media de 4.000 pesos, sin contar pasajes. En verdad es un cálculo conservador, pues hay quienes estiman la cifra en 6.000 pesos. Un buen dinero. En invierno, el 82,45 por ciento de los turistas es de nivel ABC1, y el 58,5 por ciento se corresponde con familias de cuatro integrantes ¿Los servicios que ofrece el destino están de acuerdo con las exigencias de ese alto estrato socioeconómico, que posiblemente tiene memorias de Cancún o Aspen?. No alcanza con tener excelencia en un rubro y mediopelo en otro. No se trata de considerar los servicios aislados entre sí, sino la calidad del conjunto.

¿Sin despreocuparnos de los problemas de "afuera", no deberíamos echar una mirada a los problemas de "adentro"?

 

Fernando Bravo

rionegro@smandes.com.ar

 

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