Domingo 31 de agosto de 2003 | ||
Agenda para el futuro gobernador |
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Alicia Miller
amiller@rionegro.com.ar |
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La política tiene mala fama. Y eso no es bueno. Aunque se la haya ganado por los propios actos, repetidos hasta la necedad, ya va siendo hora de que la gente vaya a votar con ganas. Porque la política no puede ser cosa sólo de políticos. Como la educación no lo es sólo de docentes. Ni la justicia sólo de abogados o la seguridad sólo de policías. En una República, afortunadamente, hay un nivel que nos iguala. A ricos y a débiles, a fuertes y a menesterosos, a instruidos y a ignorantes, a honestos y a malandras. Pero esta nivelación sirvió durante décadas para erigir una clase de “conductores de masas”, que se han alejado de la política como servicio público, como administración de lo ajeno, para transmutar en alquimistas de opinión pública. Aquí y allá, por el mundo, cortaron camino por donde no debían, pisoteando los principios democráticos, esos que en un día de elecciones conviene tener muy presentes. Ya va siendo hora, en fin, de que la política se sacuda un poco la politiquería y se nutra del concepto de sana administración. Porque eso, con sus menos y sus más, son los gobernantes en este sistema en el que vivimos. Gane quien gane hoy, y puesto que en Río Negro no está previsto el ballottage, sabrá desde esta misma noche que tiene que administrar Río Negro, con todo lo que ello implica para la fortuna o desventura suya y de todos y cada uno de los habitantes de la provincia. ¿Qué encontrará? Veamos: Un Estado escuálido, servicios públicos que sin excepción atraviesan dificultades severas, una actividad privada muy variada y con desigual suerte según la región de la que se trate, una población con inéditos índices de pobreza y desempleo... ¿Problemas? Sí, muchos. Pero, también: una sociedad dinámica, sin los atávicos vicios caudillescos o cuasi-feudales del norte del país, una coyuntura internacional y nacional aceptable para un cauto optimismo. Es decir, una de cal y otra de arena. Por eso, conviene analizar el cuadro por partes: El futuro gobernador recibirá un Estado provincial agobiado por una pesada deuda y con un presupuesto comprometido en gran medida por la masa salarial, el mantenimiento mínimo de los servicios públicos de educación, salud, seguridad, administración y otros, y demás compromisos ineludibles. Estas cuestiones lo limitarán en la función misma de gobernar. Las decisiones que podrá adoptar no podrán aspirar a transformaciones rápidas. Sino, en todo caso, a una reasignación de recursos de porciones no muy abundantes. Para pensar en cambios más profundos, será necesario reencauzar la provincia toda, es decir sus subsectores público y privado, ya que la relación ingresos-gastos del Estado provincial está unida a la suerte del empresariado y de la población: sin actividad económica no hay impuestos, y sin impuestos no hay Estado. En cuanto a la recaudación, precisamente, Río Negro no puede darse los lujos que empalagan el paladar de los gobernantes neuquinos. Si bien las regalías hidrocarburíferas en la provincia han crecido mucho por el precio internacional del petróleo, los niveles de producción no les confieren -en el conjunto de los ingresos públicos- tanta importancia como tienen en la provincia vecina. A Río Negro, por lo tanto, le conviene cuidar su recaudación propia, la única capaz de ayudarla a salir a flote. Y, por eso mismo, debe hacerlo sin ahogar a los contribuyentes. En otros aspectos de la situación general, a grandes pinceladas, podría decirse que el panorama muestra: - Un sistema de Salud Pública al borde del colapso, con crisis de insumos y sin especialidades en la mayoría de los hospitales; con escasos medios de transporte y derivación, y ni hablar de avión sanitario. Los intentos de crear un seguro de salud integrado fracasaron, la demanda creció y las derivaciones al sector privado drenan ingentes sumas de dinero. - En Educación, personal desalentado por los bajos sueldos. Y con un gremio en total replanteo interno, tras tres paros sucesivos de bajo acatamiento. Las evaluaciones y la observación directa muestran un deterioro galopante de la calidad educativa en los establecimientos públicos. - Tomas de tierras en varias ciudades, con su triple vertiente de causas: la falta de una política habitacional del Estado en base a soluciones económicas y posibles; el incremento de la pobreza y la desocupación; y la especulación política de punteros y dirigentes sectoriales o barriales. - Rutas provinciales que se degradan. Sin demarcación de bordes ni otras medidas de seguridad. La Ruta 22 sin definiciones, sigue generando muertes, heridos y daños. La 23, igual que siempre: de promesa en promesa. - En seguridad, la Policía está desbordada. Con móviles lastimosos, sin recursos ni posibilidad de una adecuada prevención ni una adecuada investigación de los delitos. Desalentada por los bajos sueldos y la permanencia de descuentos salariales. - En cuanto a la actividad privada, el turismo es la estrella. Pero las formas de comercialización no permiten ver resultados que alivien las carencias sociales en el área cordillerana. La fruticultura se benefició por la coyuntura de exportación, pero los productores siguen sin poder salir del pozo de la deuda. La perspectiva del crédito del BID indica que sólo estará disponible para quienes estén en condiciones técnicas y con una tasa que será difícil de solventar para el común. - En esta síntesis habría que sumar el estado vil de las alcaidías provinciales, que no resisten ningún análisis sobre la base de los derechos humanos de los allí recluidos; una Justicia que sigue sin resolver sus falencias y que, en cambio, imagina modificaciones que no mejoran su eficiencia y que aumentan el gasto, en momentos en que sus salarios son ofensivos para el resto de los estatales y para la mayoría de los privados. - Una red de organismos autárquicos estatales o para-estatales que no responde para nada al actual marco de crisis. A muchos administradores, tal resumen de problemas los haría huir de inmediato. Sin embargo, quienes hoy disputan la Gobernación han querido acceder a ella hasta el punto de perder el sueño. Esperemos que acometan las soluciones. Alicia Miller |
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