Domingo 31 de agosto de 2003
 

La otra

 
Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
  Con la sensación de que es a todo o nada -criterio desmesurado, por supuesto, ya que habrá espacio para los vaivenes-, el presidente Néstor Kirchner parece plantado ante tres problemas urgidos de prontas definiciones:
• Las elecciones en varios distritos, entre ellos Capital Federal, Misiones y Río Negro, en los que se juega -son palabras de K- “su proyecto” de país.
• Las negociaciones financieras externas (el 9 de septiembre hay un vencimiento de 2.900 millones de dólares con el FMI), alentadas por el gobierno de Estados Unidos, que si bien reconoce los esfuerzos del administrador austral, exige explicaciones que lleven tranquilidad a los potenciales inversores y predecibilidad económica e institucional.
• La “limpieza”, sin avasallar a otro poder, en el palacio de los tribunales, cuya manifestación inmediata será la formalización de la acusación en el Senado contra otro de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Moliné O’Connor.
Para desentrañar estas cuestiones es indispensable sumergirse en las profundidades del peronismo, cuyo péndulo oscila con facilidad de derecha a izquierda y no tiene dificultades, si las circunstancias así lo aconsejan, en detenerse en el centro.
En Misiones, blanco sobre negro, Kirchner apostará por el actual gobernador Carlos Rovira y Eduardo Duhalde sostendrá a Ramón Puerta que, para el patagónico representa un ancla en el ciclo que tuvo la hegemonía de Carlos Menem. No es menor esa pelea. Se ve allí la voluntad del presidente de los argentinos de provocar una renovación profunda de dirigentes. Lo que choca con la arraigada identidad partidaria que, por supervivencia, está dispuesta a arrojar el lastre que representa el hombre de La Rioja, pero no a quienes crecieron a su amparo y hoy se esconden en las diferentes ofertas pejotistas.
Daniel Scioli, el vicepresidente arrinconado en el Senado por haber osado desafiar las iniciativas de K, fue un producto del menemismo. Igual que Mauricio Macri, quien le ganó en la primera vuelta a Aníbal Ibarra, protegido por casi todo el gabinete actual, y aspira a ser “la otra variante” peronista
Sorprendió, en tal sentido, una apreciación del híper duhaldista titular de la Cámara de Diputados, el quilmeño Eduardo Camaño, ufanándose de que la lista de Macri le sumó al PJ más legisladores que los aportados por las nóminas del frepasista Ibarra.
Los pronósticos para la segunda vuelta del 14 de septiembre en la ciudad de Buenos Aires son cerrados. Macri aspira a triunfar e ir perfilándose como candidato presidencial para dentro de cuatro años, exhibiendo un desempeño por lo menos igual al realizado en Boca.
“Necesito la victoria. El peronismo es salvaje, si estás en el llano te matan. Quiero discutir desde la cúspide, que los demás vengan al pie”, se confesó Macri al hacer en privado un descarnado análisis del confuso panorama político.
El hijo de Franco Macri -uno de los empresarios que más negocios hizo en la década del 90-, sostiene que Menem no es más el peronismo. ¿Quién lo es, entonces? “El gran elector -opina Mauricio- es Duhalde. Es el jefe y no hay que confundirse: no tiene a K como único pollo, también le da de comer a Puerta, a (Felipe) Solá y a mí”.
Macri, visualizado como “el enemigo” por el jefe de gabinete Alberto Fernández, acepta que la relación entre K y Duhalde es buena, pero también aventura que “es difícil que perdure cuatro años”. Se siente cómodo con los más moderados y en esa franja ubica al bonaerense, contraponiéndolo con el estilo del ex gobernador de Santa Cruz, para él proclive a “sacar los pies del plato”.
Obviamente, este no es el criterio de los kirchneristas que, a pesar de criticar la capacidad del jefe de gobierno Ibarra, le ponen el cuerpo a la reelección para profundizar el programa de centro izquierda en detrimento del plan de centro derecha que -observan- puede plasmarse en hombres como Macri, Puerta, Rubén Marín, Juan Carlos Romero, Adolfo Rodríguez Saá y Jorge Busti.
“Habrá choques -creyó necesario precisar un fundamentalista de K oriundo de la Patagonia-, pero si bien el pingüino construirá hacia afuera, tiene claro que la transformación se hace desde dentro del peronismo. Nunca se irá del partido”.
Ibarra, sacudido, coincidió con K en que un triunfo de Macri en la Capital Federal podría “ser desastroso”, pues “la derecha, enloquecida, saldría a abolir lo que se está sembrando”.
En este contexto, donde K nacionaliza y Macri profundiza los pesares cotidianos de los porteños, mucho dinero del establishment está al servicio de equipos y publicistas que laboran para el mercado de capitales.
En esta lucha, va quedando descartado electoralmente quien fuera la vedette de los últimos comicios presidenciales, Ricardo López Murphy, a quien Macri valora ahora sólo desde el punto de vista técnico.
Con imperfecciones, en tanto, avanza el acuerdo de tres años con el Fondo. El Congreso se mostró permeable a las reformas financieras que reclama el organismo financiero internacional y el ministro Roberto Lavagna va dejando trascender que si el entendimiento cristaliza, volverá a la actividad privada. No es un secreto que K confía ciegamente en Julio De Vido, quien sueña con unificar todas las áreas sensitivas del gobierno.
Este cortocircuito -y otro con el ministro de Defensa José Pampuro por el manejo de 150 millones de pesos adicionales para las Fuerzas Armadas- son disimulados, porque del cielo llueven cascotes y no es aconsejable seguir cerrando paraguas.
En el Congreso, hubo resistencia del radicalismo a sostener la acusación contra Moliné O’Connor y eso alimentó las sospechas. Los kirchneristas denuncian la prolongación del Pacto de Olivos y aseguran que en la SIDE hay elementos menemistas que responden a Hugo Anzorreguy que pronto serán desplazados. Los más alucinados hablan de colocar en esa secretaría a un grupo de militares afines al pensamiento de K.
“Tarde o temprano Moliné seguirá los pasos de (Julio) Nazareno. No queremos que lo suspendan, sí un juicio rápido y no traumático”, confió un parlamentario enojado con el radical Raúl Baglini, quien acusó al kirchnerismo de ser intolerante y autoritario.
Hay otros frentes abiertos no menos espinosos. El gobierno satisface las demandas de la comunidad judía para esclarecer los atentados contra la embajada y la AMIA, pero considera muy floja la investigación del juez Juan José Galeano y le gustaría mantener los lazos comerciales con Irán.
Y no debe olvidarse tampoco que en algún momento habrá que hacer retoques para ordenar las transacciones. “Pero ojo -le dijo a este periodista un K de pura cepa- no daremos tremendas malas noticias. No hay espacio para los ajustes salvajes y menos para los grandes tarifazos”.

     
     
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