Martes 26 de agosto de 2003
 

Contaminación y medio
ambiente: una deuda social

 

Por Ricardo Villar (*) - Eduardo Angel Ferreyra (**)

  Sobre el futuro de la provincia del Neuquén hay mucho para discutir; pero lo que ya constituye “cosa juzgada” es que cualquier desarrollo tendrá en el adecuado aprovechamiento de los recursos naturales renovables, agua dulce, tierra y aire.
Con esta certeza, lo que corresponde es trabajar con criterio sano y rígido en la preservación de esos elementos que asumen características de vitales. En consecuencia, resulta casi elemental que los administradores del Estado lideren agresivas políticas de adecuado aprovechamiento y cuidado de estos factores.
Pero la realidad es otra, bastante alejada de aquellos criterios de racionalidad que el imperativo del futuro está marcando. En esta provincia no solamente contaminan las empresas petroleras que -justo es reconocerlo- han mejorado mucho su histórica agresividad con la naturaleza, pero lejos están de llevar adelante actividades inocuas, sino que organismos del propio Estado, por acción u omisión, generan casos emblemáticos de alteración del orden natural.
En la provincia del Neuquén la protección del medio ambiente se regula por medio de la ley N° 1.875 y en forma más específica por la ley N° 899, el Código de Aguas, en cuanto a la calidad de los vertidos a los cuerpos receptores hídricos, tanto superficiales como subterráneos. En nuestra opinión, esta última necesita una actualización teniendo en cuenta la revalorización que en el mundo se ha hecho en los últimos años del recurso agua, conceptos que en forma rápida hay que adoptarlos en esta región, poseedora de acuíferos de extraordinaria importancia tanto en cantidad como en calidad. Se trata de uno de los grandes desafíos que se deben cumplir con rapidez, para que esta cuestión privilegiada no se transforme en un motivo de acechanza para intereses ajenos a la región y el país.
Si bien el discurso oficial dice otra cosa, la realidad demuestra que los órganos de contralor no cumplen con las funciones que son de su competencia; en otras palabras, el Estado provincial no ejerce en plenitud el poder de policía que le confiere y exige la ley.
Los monitoreos sobre los cursos de agua no se realizan con la periodicidad adecuada, a pesar del celo y buena voluntad expresados por los técnicos, quienes no cuentan con los elementos necesarios para llevar a cabo su labor (medios de movilidad, viáticos, instrumentos, etc). En esta materia, como en tantas otras, no alcanza con la buena voluntad de una de las partes. La eficacia tiene directa relación con decisiones desde los niveles de conducción.
El río Limay -históricamente caracterizado por la calidad de sus aguas- no solamente ha sido alterado en su natural conformación por las grandes obras de embalse y generación eléctrica, sino que desde los distintos asentamientos humanos levantados en sus márgenes se vuelcan elementos contaminantes con total impunidad.
Desde Piedra del Aguila, Picún Leufú, Senillosa, Plottier y Neuquén Capital se vierten efluentes cloacales sin el tratamiento correspondiente. La ciudad capital, si bien cuenta con la planta de Tratamiento Tronador, derrama sobre el Limay el 70% de los caudales que trasladan las cañerías troncales del sistema de cloacas, ya que la planta sólo tiene capacidad para tratar el 30% de los mismos.
Otros vertidos contaminantes son los que se originan en las industrias jugueras y algunos aserraderos en la zona de Plottier. El arroyo Durán, ya en la ciudad de Neuquén, también suma sus aportes, que a la vez es tributario de conexiones cloacales clandestinas y de aportes de desagotes de los canales de riego que generalmente transportan restos de plaguicidas. El arroyo Villa María también hace aportes contaminantes.
Sobre el río Neuquén la situación es de idénticas características, ya que recibe efluentes desde Añelo, San Patricio del Chañar, Vista Alegre, Centenario y el parque industrial de Neuquén que, aun disponiendo de una planta de tratamiento, vierte al río efluentes contaminantes debido al mal funcionamiento de la misma.
Una especial consideración merecen los casos de Cutral Co y Plaza Huincul, donde hay actividad industrial importante (metanol, destilería Repsol, etc.); pero los vertidos sin tratamiento provienen de las comunidades arriba mencionadas, que descargan sus efluentes en un cañadón conocido como “Cañadón Zapala” y a simple vista, por el desarrollo vegetativo en el cañadón mencionado, se puede determinar que transporta una alta carga orgánica. Este proceso trae aparejada la contaminación de las napas freáticas.
Aquí estamos ante otro caso emblemático de responsabilidad del Estado, ya que el sistema de tratamiento existente en esas localidades tampoco funciona.
En el interior de la provincia la situación es parecida, con la agravante de que no se realizan los monitoreos correspondientes, pues existen plantas de tratamiento, pero a raíz de la falta de mantenimiento la calidad del efluente supera ampliamente los parámetros establecidos por reglamento. Como casos particulares se pueden citar los de Copahue y Caviahue, en donde los desechos cloacales se vuelcan sin ningún tipo de tratamiento, bajo la creencia de que la calidad de las aguas que los reciben rechaza cualquier tipo de contaminación.
Este panorama, que seguramente podrá ampliarse con un estudio más en profundidad de caso por caso, debe constituir un llamado de atención para los gobernantes en particular, pero fundamentalmente para la sociedad, que debe promover y exigir rápidas correcciones de estas políticas formales en el cuidado de los recursos naturales.
Para comprender el valor de lo que se está dañando hay que volver al concepto planteado en el primer párrafo de esta nota. Porque nadie discute hoy que en la abundancia, diversidad y calidad de nuestros recursos renovables se encuentra el reaseguro de un futuro digno para los neuquinos y habitantes de la región en general. Claro que si hoy depredamos o no somos cuidadosos en su utilización, seguramente las generaciones futuras sólo podrán vivir del recuerdo de lo que pudo ser y que la imprevisión y falta de solidaridad dilapidaron.


(*) Diputado provincial bloque Alianza Neuquén
(**) Ingeniero asesor
     
     
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