Domingo 24 de agosto de 2003
 

Desequilibrio

 

Por Héctor Mauriño

  Desequilibrio es la palabra que mejor describe la situación socioeconómica imperante en los barrios del oeste de la ciudad de Neuquén, la más poblada y, por desgracia, la que más pobres, desempleados y excluidos acumula en toda la Patagonia.
Este desequilibrio, fuente permanente de desigualdad social en una provincia que nada en regalías y exhibe uno de los ingresos per cápita más altos del país, convierte al modelo neuquino en un paradigma de la Argentina desigual heredada del menemismo.
Como lo acaba de denunciar la Red Intersectorial de la Niñez y Adolescencia, que integran junto con otras organizaciones las iglesias católica y metodista, la Defensoría del Niño y el Adolescente y algunas ONG, el caso más patético de desequilibrio se registra en los barrios del oeste de la capital, surgidos en los últimos años de las sucesivas tomas de terrenos.
Almafuerte, Belén, Los Hornos, Cuenca XV, Nueva Esperanza son los nombres que jalonan esa “formación suburbana”, que no ha podido integrarse en forma armónica al resto de la ciudad y entre cuyos habitantes imperan todos los flagelos sociales: adicciones, alcoholismo, desnutrición, violencia familiar, embarazo precoz, abandono escolar...
Las principales víctimas de este estado de cosas son las mujeres, los niños y los jóvenes. Como señala el INDEC en la última Encuesta Permanente de Hogares, en Neuquén-Plottier el 20% de los jóvenes menores de 30 años carece de trabajo. El desempleo se ensaña con los que tienen menor nivel de educación: más de la mitad de los desocupados, el 54%, no tienen el secundario completo y el 10% no terminó el primario.
Hace aproximadamente un año, en setiembre del 2002, la red hizo una presentación similar y reclamó al gobierno que utilizara los excedentes en materia de regalías, que ya por entonces eran muy importantes y que no han cesado de incrementarse, para paliar la crítica situación de pobreza en estos reductos de la ciudad.
El excedente por el aumento en la recaudación de regalías fue estimado entonces en 240 millones de pesos, y como no ha cesado de incrementarse se estima hoy en alrededor de 400 millones. Sin embargo, hasta ahora el gobierno provincial ha hecho oídos sordos al reclamo.
Si bien el oficialismo sostiene una cantidad de programas sociales, que van de los subsidios a la entrega de alimentos, ha preferido mantener ese estado de cosas bajo un férreo esquema clientelista, haciendo de las extremas necesidades de la población un elemento funcional a su imbatible aparato político. Al punto que el actual estado de cosas tiene prácticamente asegurada su reproducción indefinida.
En forma paralela, este esquema alimenta con los fondos del Estado a una vasta red de corrupción, lo que ha quedado en evidencia a través de sucesivos escándalos, como los de los planes sociales de Centenario y las afiliaciones compulsivas al MPN a cambio de ayuda social denunciadas en Parque Industrial y Sapere, entre otros.
Al amparo de este sistema, grupos de punteros del oficialismo operaban -y operan- como verdaderas bandas, que además de sostener el aparato político se reparten una porción de los recursos públicos destinados a paliar la pobreza en provecho propio.
Pero el oficialismo no se ha contentado con mantener en un puño a los más pobres. Para asegurar su supervivencia política, alimenta con recursos públicos a un vasto estamento de comerciantes y empresarios prebendarios. Es allí donde se hacen más patentes el desequilibrio y la desigualdad neuquinos. Estos sectores, que se benefician de jugosos créditos oficiales, operan en los más diversos campos, desde la producción frutícola y vinícola en lugares como el Chañar y Añelo, hasta en el plano de la información y la publicidad, ayudando a sostener el increíble aparato de comunicación y propaganda del sobischismo.
Testimonio de lo costoso que resulta este esquema es lo ocurrido con el Banco de la Provincia del Neuquén, que en los últimos años ha debido ser capitalizado tres veces, a razón de unos 50 millones de dólares por vez, para cubrir el enorme quebranto producido por los créditos incobrables otorgados una y otra vez a los amigos del gobierno.
Frente a esta situación, el diagnóstico presentado esta semana por el obispo Marcelo Melani y la defensora Nara Osés se convierte en un dramático llamado a ejercer de una buena vez la racionalidad, para remontar definitivamente el grave cuadro de desigualdad que provoca el esquema político imperante en la provincia.
Pero para agravar las cosas, 24 horas después de la denuncia realizada por la Red, se produjo una amenaza anónima de muerte a todo el equipo de la Defensoría del Niño y el Adolescente. El hecho constituye una grave señal de alarma y suscitó el repudio inmediato de las organizaciones políticas, sociales y derechos humanos de la provincia.
En realidad, no es tan sorprendente que esto ocurra si se toma en cuenta que las denuncias de la red son un palo en la rueda del clientelismo, y muestran un estado de cosas que compromete a quienes gozan de fuertes privilegios.

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar
     
     
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