Sábado 23 de agosto de 2003
 

Un hito en la historia
sanitaria argentina

 

Por Ginés González García (*)

  En pocos días más se cumplirá un año de la sesión del Congreso Nacional que marcó un hito en la historia sanitaria de los argentinos. Aquello que muchos sanitaristas soñamos, aquello que parecía una utopía y se había convertido en mito y leyenda, se plasmaba en la realidad del sistema de salud de nuestro país porque se votaba la ley de prescripción de medicamentos por el nombre genérico. Un año después podemos afirmar, con orgullosa satisfacción, que el éxito alcanzado no tiene parangón en todo el mundo.
Por décadas, el acceso a los medicamentos esenciales para la salud se había convertido en una empresa imposible para nuestros compatriotas. Era un tema “tabú”, porque se tocaban poderosos intereses económicos y había muchísimo dinero en juego. Incluso se ha afirmado -y nunca fue desmentido- que por afectar a esos intereses, cayeron algún ministro y algún presidente. Y, como en otras cuestiones, nos habíamos resignado a aceptar que ningún intento de cambiar la historia habría de desembocar en otra cosa que no fuera el fracaso más rotundo.
La larga y profunda crisis que hizo eclosión en el 2001 había agravado hasta niveles inéditos la delicada situación sanitaria. Millones de argentinos tenían vedado el acceso a la salud, debido a una dispersión de precios de los medicamentos que los hacía inalcanzables para ellos. Una proyección realizada a principios del 2002 mostraba una caída del consumo de medicamentos del 42% respecto del 2001. Lo cual era una prueba evidente de que la manera en que se comercializaban los remedios actuaba directamente como una barrera que impedía el acceso a los mismos.
Sin embargo, contradiciendo los pronósticos pesimistas de muchos y superando los escollos de todo tipo que pusieron quienes sabían que sus intereses serían afectados, los argentinos concretamos un fenomenal cambio cultural, con una rapidez que no tiene antecedentes en la historia sanitaria mundial. Porque en sólo un año de aplicación de la ley alcanzamos el 57% de prescripción por nombre genérico de todos los medicamentos que se recetan, nivel que, por ejemplo, no alcanzó Estados Unidos que comenzó a aplicar esta política en 1984.
“La unión hace la fuerza”, dice un viejo eslogan popular. Y de su vigencia es una muestra cabal la aplicación de la política de prescripción por nombre genérico. En un tema de tamaña trascendencia para la salud, la abrumadora mayoría de los argentinos nos hemos unido, conformando una fuerza arrolladora que impuso con sorprendente rapidez una nueva cultura sanitaria. Desde el gobierno hicimos lo que entendimos que debíamos hacer, pero la actitud de los pacientes, de las instituciones y de los profesionales de la salud contribuyó decisivamente para que la política de medicamentos tuviera un éxito que muy pocos se animaban a pronosticar.
En estos doce meses, el pueblo argentino ahorró 1.000 millones de pesos -en un mercado de 6.600 millones anuales- al utilizar masivamente la prescripción por nombre genérico de los medicamentos. Y lo hizo sin detrimento alguno para su salud, como algunos anunciaban falazmente. Más aún: accedieron a sus remedios millones de pacientes que no podían hacerlo con el viejo sistema de prescripción, como lo indica el crecimiento del 50% en la venta de medicamentos durante este año.
El paciente hoy tiene facultad para decidir sobre su salud, porque si bien sigue siendo el médico el único que elige el medicamento -prescribiendo por nombre genérico, el único que elige el precio es el paciente, liberado del mercado cautivo de las marcas impuestas por el marketing.
Les dimos a los argentinos, desde el gobierno, el instrumento para superar una valla que surgía como insalvable para acceder a la salud. Y los argentinos respondieron como esperábamos: con olfato y sabiduría. Hicieron suyo ese instrumento e inundaron con sus opiniones positivas cuanta encuesta se les hacía. Es que la política de prescripción de medicamentos por nombre genérico recogió adhesiones masivas, sin distinción de clases sociales. Una batalla cultural, profunda y nuestra, ha sido ganada.
Junto con nuestro programa Remediar, que ya está proveyendo de medicamentos esenciales a más de quince millones de argentinos (de manera gratuita), la política de prescripción por genéricos está garantizando un derecho esencial, como es el derecho a la adecuada atención de la salud.
Es claro que estamos contribuyendo a torcer una historia adversa que parecía irreversible. La inteligencia y voluntad de nuestro pueblo hacen el resto, consolidando un formidable hito en la historia sanitaria de los argentinos.


(*) Ministro de Salud de la Nación
     
     
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