Sábado 23 de agosto de 2003
 

El Gran Hermano en el 2003

 

Por Jorge Gadano

  Cuando George Orwell publicó “1984”, ese año, que parecía muy lejano en el futuro, hoy ha quedado muy atrás. Del mismo modo que el “Gran Hermano” totalitario, que era entonces José Stalin, líder del comunismo marmóreo del que fue portador durante treinta años. La lectura de ese libro, como su versión en el cine -Richard Burton, John Hurt- son todavía hoy causa de angustia. Nada peor, para estrujar el corazón, que el presagio de que el ser humano puede ser cosificado hasta el extremo de perder la condición que lo distingue, la condición humana.
En “1984” el Estado confronta en una guerra permanente contra un enemigo inasible. Y ese enemigo al que nunca se termina de derrotar es el arma cultural, ideológica, que le permite uniformar a los ciudadanos, arrodillarlos, controlarlos, someterlos. En esa sociedad no tan imaginaria de “1984”, todo es miedo. Hacia el enemigo de la Patria, hacia el infiltrado, hacia el que está al lado.
En la edición en castellano de “Le Monde Diplomatique” de este mes, Ignacio Ramonet, director del mensuario, citó a Orwell: “En el pasado, ningún gobierno había tenido el poder de mantener a sus ciudadanos bajo una vigilancia constante. Ahora la Policía del Pensamiento vigilaba constantemente a todo el mundo”.
El periodista sugiere que los Estados Unidos bajo George W. Bush serían, o van camino de ser, la versión 2003 del Gran Hermano ideado por Orwell. Se basa en que toda compañía aérea que transporta gente al territorio estadounidense debe entregar datos completos de sus pasajeros, sin que éstos lo sepan, que incluyan religión, preferencias alimentarias, viajes anteriores, organizaciones que han financiado sus viajes si las hubiere, estado de salud y otros. Toda esta información es entregada a un sistema conocido por la sigla CAPPS (en español, Sistema de Control Preventivo Asistido por Ordenador), con el objeto de detectar sospechosos. Como si fuera un semáforo, CAPPS dará el color verde a los inofensivos, el amarillo a los dudosos y el rojo a los desahuciados, esto es, aquellos que, por peligrosos, deben ser detenidos. Por cierto, todo aquel pasajero musulmán u originario del Medio Oriente no puede contar con el verde. De movida es, por lo menos, amarillo.
Es evidente que a Ramonet, como a mucha gente, Bush no le cae. Pero se equivoca si lo confunde con los Estados Unidos, que dejarían de ser lo que son desde su nacimiento si se convirtieran en algo parecido a la máquina totalitaria de Orwell. En el peor de los casos, Bush no puede pasar más de ocho años en la Casa Blanca, y no es descartable que apenas esté cuatro. Ya son demasiados los ataúdes que llegan desde Irak.
Además, existen sistemas como el Echelon que dejan al CAPPS muy atrás. Ha sido descripto así: “Usted levanta su teléfono y desde alguno de los satélites o de las bases instaladas por todo el planeta, alguien lo está escuchando. Olvídese de la privacidad del correo electrónico: Echelon lee sus mails y sus faxes”. Todo es accesible a ese sistema según una denuncia que hizo llegar al Parlamento Europeo el periodista Duncan Campbell, quien relató que el sistema sirvió para el espionaje industrial en beneficio de las empresas Raytheon y Boeing.
El Echelon, conocido también como “La Gran Oreja”, nació en 1970 y es operado por los Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda. Una amplia red de computadoras conectada a siete estaciones satelitales permite reconocer palabras, teclas, números y hasta timbres de voz. En sólo media hora el programa puede detectar alrededor de mil millones de mensajes, pasados por un filtro que retiene palabras como bombas, Saddam, Osama, o tan peligrosas como ésas.
En Internet el sistema está catalogado como un arma de espionaje del gobierno de Estados Unidos. Diversos grupos internacionales, entre los que se destaca la American Civil Liberties Union, establecieron un “Día de obstrucción de Echelon”, en el cual bombardean la red con palabras como “terrorismo”. El objetivo, no logrado hasta ahora, es hacer entrar en crisis al sistema.
Con todo, ni ése ni ningún otro mecanismo de inteligencia ha servido para estabilizar la ocupación de Irak ni para hacer avanzar la denominada “hoja de ruta”, los acuerdos entre el Estado israelí y la Autoridad Palestina en los que Bush intervino personalmente. Los recientes y cruentos atentados en Bagdad y Jerusalén demuestran que en Medio Oriente el gobierno republicano está caminando sobre un peligroso tembladeral, que puede comprometer la reelección de Bush en noviembre del año que viene.
El atentado contra el edificio de las Naciones Unidas en la capital iraquí alteró las vacaciones del jefe de la Casa Blanca, quien juzgó necesario declarar que “el mundo civilizado no será intimidado y esos asesinos no determinarán el futuro de Irak”. Es verdad, pero lo es también que las fuerzas de ocupación estadounidenses -unos 150.000 soldados- ni siquiera pueden decidir sobre el presente de esa nación. Eso se puede advertir sin necesidad de recurrir al Echelon.
     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación