Sábado 16 de agosto de 2003
 

A 25 años de la revolución sandinista

 

Por Gabriela Selser

  Fue el guerrillero más fotografiado del planeta el 22 de agosto de 1978. “Comandante Kodak” lo llamaron sus camaradas después de que aquel comando de 25 muchachos bajo su mando asaltara el Palacio Nacional, sede del Congreso de Nicaragua, en un operativo armado espectacular que marcó el inicio de la revolución sandinista.
“No soy héroe, sólo hice lo que debía”, asegura Edén Pastora, el “comandante Cero”, en entrevista con la agencia DPA. Pese a su cabello blanco no aparenta tener 67 años, como tampoco parecía de 42 cuando el mundo conoció su foto, saludando desde la escalerilla del avión que llevó a Cuba al audaz comando y a 60 presos sandinistas liberados gracias a la “Operación Chanchera”.
Bromista, perspicaz, folclórico, con 21 hijos y 11 nietos, amante de las entrevistas y las cámaras, se apasiona al recordar: “Ese operativo lo ideé yo en 1970, aunque no lo quieran reconocer. Nos estábamos muriendo de hambre, no teníamos un centavo y casi no aparecíamos en las noticias”.
El momento llegó ocho años después. La dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) le dio 10.000 dólares para organizar el asalto a “La Chanchera”, como llamaban al Congreso leal al régimen militar de Anastasio Somoza. Pastora, designado jefe militar de la operación, pidió guerrilleros dispuestos a todo. “Ahí no había plan de emergencia: o se triunfaba o se moría. Por eso les dije: búsquenme gente que se muera riéndose, que no le tiemble el pulso. Quiero gente de patria libre o morir”.
La misión era negociar la liberación de 60 presos, “la crema y nata de la dirigencia combativa del Frente”, entre ellos Tomás Borge, fundador del FSLN, Javier Carrión (actual jefe del Ejército), y los guerrilleros Núñez, Ubeda y Calderón.
El golpe se inició al mediodía del 22 de agosto, en la última sesión legislativa previa a las vacaciones. Vistiendo uniformes de la EEBI, cuerpo élite de la guardia somocista, el comando rodeó el Palacio y tomó control del edificio en tres minutos. Los más de 70 diputados creyeron que se trataba de un golpe de Estado a Somoza.
Somoza mandó tanques, tanquetas y 1.500 hombres para rodear el Palacio, pero accedió a negociar para no arriesgar a los rehenes. El arzobispo de Managua, hoy cardenal Miguel Obando, fue el mediador que eligió el FSLN. La joven “comandante Dos”, Dora María Téllez, dirigió las intensas negociaciones políticas que duraron dos días. El comando triunfal abandonó el Palacio en micros y se unió en el aeropuerto a los presos liberados. “Cero” posó con su fusil en alto y el rostro descubierto, actitud que muchos señalarían luego como un gesto de vanidad de este hombre polémico, conspirador, que seis años después tomaría las armas para luchar contra sus propios compañeros.
Pastora rompió con el FSLN y fundó una guerrilla en la frontera sur. “Yo no fui traidor ni soberbio, fueron ellos. Quisieron copiar el modelo cubano y falló, y a mí no me escucharon. Yo nunca quise el mando ni la figuración, pero me apartaron hasta obligarme a la disidencia armada”, afirma.
Como siempre se sintió sandinista, rechazó ofertas de la CIA para unirse a los “contras” que combatían en el norte de Nicaragua en la década de 1980. “A mí nadie me comprendía: cinco veces me mandó a matar Somoza, cinco veces la CIA y cinco veces el Frente Sandinista”. “Y pese a todo lo que se dice de mí, tú vas a ver que cuando yo me muera la historia de Nicaragua se va contar como ‘antes del Palacio y después del Palacio’.”
Inhibido como candidato presidencial en el 2001 (“tuvieron miedo de que arrasara con los votos”) y sin dinero para pagar sus facturas de agua y de luz, “Cero” se alejó de la política hace dos años y se convirtió en pescador. “He armado una flota artesanal y el próximo sábado estaré listo para irme a ganar la vida en el mar”, señala.
Para comprar los botes empeñó relojes y hasta vendió un cachorro de león. Se ríe: “Ese jodido león comía más que yo y sólo quería carne, así que se lo vendí a una cirquera y compré arroz y frijoles”. Se lamenta de la crisis económica de Nicaragua y de la ausencia de de un movimiento “de tercera vía”, plural y ético. Por eso cuando regrese del mar piensa volver a ser noticia, como líder de un partido. ¿Un caudillo? No creo en caudillos, pero la verdad es que los pueblos siempre necesitan una cara...”. (DPA)
     
     
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