Jueves 14 de agosto de 2003
 

Venezuela, polarizada a
media gestión de Chávez

 

Por Roberto Romanelli

  Con mucha frecuencia los venezolanos están perdiendo el control cuando discuten sobre política. Durante 40 años, las discusiones políticas entre los venezolanos se zanjaban con una ronda de cerveza a la salud de todos. Pero en los últimos años, con la revolución bolivariana del presidente Hugo Chávez en el poder, es moneda común que los debates terminen en insultos, brotes de odio y a veces a tiros, hasta en las mejores familias.
Es que casi cinco años de gobierno de Chávez han convertido a Venezuela en un gran laboratorio sociológico, pero también en una gran olla a presión.
Durante los años previos a la llegada de Chávez al poder, los venezolanos se dividían entre blancos y verdes, por los colores de los partidos dominantes, pero pocas veces se iban a las manos por diferencias ideológicas.
Los analistas sostienen que el país ha sido sometido a un cambio abrupto en sus preferencias políticas, luego del colapso de los partidos tradicionales en 1998. Agregan que esas diferencias muchas veces son incentivadas por los discursos de Chávez, en los que abundan los denuestos contra los años de democracia representativa entre 1958 y 1998, en los que los partidos Acción Democrática (AD) y el socialcristiano COPEI se alternaron en el poder.
Los dardos del presidente también van dirigidos con frecuencia a los sectores opuestos a su gobierno y, especialmente, contra la prensa independiente. “Mi palabra no tiene el poder para dividir a un país. Venezuela ya estaba dividida por los gobernantes que traicionaron a un pueblo”, se defiende Chávez cada vez que es consultado sobre la aguda división de la sociedad venezolana en partidarios y opositores del gobierno.
Durante la etapa de la alternancia democrática, AD y COPEI buscaron consensos para gobernar al país en paz, con pactos que usualmente dejaban de lado a la oposición reunida en grupos de izquierda que se pacificaron luego de un fracasado intento guerrillero en los ’60.
Ahora, Chávez ha planteado el debate político en términos de blanco y negro. No pocas veces dijo que “el que no está conmigo, está contra mí”.
Los analistas sostienen que el nivel de polarización alcanzado en el país es en parte incentivado por los constantes mensajes de Chávez, muchas veces transmitidos en cadenas obligatorias de radio y televisión, en los que abundan los enfrentamientos y las amenazas.
“Jamás pensé que podría sentir tanta rabia hacia una persona que no conozco”, exclama Carlos Marquina, un obrero que trabaja en un taller mecánico en Caracas. El motivo de su molestia se incrementa cada vez que Chávez interrumpe la programación de las televisoras con sus prolongados mensajes. “No lo soporto, realmente me enferma...”.
Los mensajes presidenciales han “bombardeado” los hogares venezolanos un total de 479 horas y 37 minutos, en el curso de 620 cadenas de radio y televisión realizadas desde 1999, según cálculos de especialistas. Eso sin contar los programas audiovisuales de “Aló presidente” de los domingos, que van por 160 emisiones.
La tendencia de las encuestas indica que mientras un tercio de la población siente admiración por Chávez y apoyo a su gobierno, otros dos tercios están “desesperados” por salir de él y están dispuestos a apoyar cualquier consulta electoral, que será posible solicitar a partir del 19 de agosto, cuando cumplirá la mitad de su mandato de seis años.
Marquina, quien para llegar a su taller tiene que cruzar calles atestadas de vendedores ambulantes, que han crecido como los hongos en los últimos años, también es víctima de otro de los fenómenos políticos de los tiempos recientes: la división de los núcleos familiares por sus simpatías políticas.
Carlos está distanciado de su hermano Rafael. “Ya no nos hablamos desde la última discusión (política) que tuvimos”, confiesa. Rafael ingresó a los grupos oficialistas (Círculos Bolivarianos) y recibe el equivalente a entre 200 y 300 dólares mensuales por sus actividades de apoyo a la “revolución”, afirma Carlos. Esas actividades incluyen acompañar a las frecuentes marchas que convoca el oficialismo.
Luego de cuatros años y medio de discursos incendiarios -el actual período comenzó formalmente luego de las elecciones de relegitimación de poderes en julio del 2000-, la política ha invadido la intimidad de los hogares, distanciando a hermanos y enfriando relaciones entre familiares, amigos y colegas.
Chávez encabezó en 1992 un intento golpista contra el presidente Carlos Andrés Pérez, pero la sedición fracasó en pocas horas. Como militar retirado, al gobernante le gusta usar el lenguaje castrense y suele intercalar en sus arengas términos como “enemigos”, “guerras”, “batallas” y “táctica y estrategia”.
El repertorio de sus arengas también incluye insultos, que funcionarios del gobierno alegan forman parte del habla venezolano. Suele llamar “jauría de perros” a la prensa independiente, “asesinos” a la Policía Metropolitana (bajo jurisdicción de un alcalde opositor) y se refiere regularmente a sus opositores como “golpistas”, “fascistas” y “terroristas”.
Aunque no se ha declarado un presidente de izquierda, Chávez se presenta como enemigo del neoliberalismo y un líder antiglobalizador, además de que habla abiertamente de su admiración por el presidente de Cuba, Fidel Castro.
“Nuestros hijos nos preguntan cuántas personas hemos matado”, se lamenta el jefe de la Policía Metropolitana, Lázaro Forero, al comentar una reciente arremetida de Chávez.
Desde la otra orilla, el mandatario tiene sus fervientes admiradores, ubicados en su mayoría en los sectores más pobres del país y en grupos de la izquierda radical.
El abogado Carlos Escarrá, quien es considerado un asesor constitucionalista del gobierno, procura no caer en discusiones con su hermano Hermánn, quien acompañó en posiciones prominentes a Chávez en los primeros años, pero ahora está del lado opositor.
“Tenemos nuestras diferencias. Tenemos también visiones diferentes sobre el derecho, pero debido a nuestras diferencias ideológicas. Yo tengo una visión más colectivista y Hermánn parte de la idea de que Dios es el gran rector de la norma y los valores de la sociedad. Hace tiempo decidimos no hablar de temas que producen conflicto”, señala Carlos Escarrá.
Luis Martínez es un dirigente social que abandonó la universidad y ahora intenta organizar a los vendedores ambulantes en el centro de Caracas. Todos los días acompaña a sus colegas, les pregunta cómo marchan los negocios y de vez en cuando los arenga con un megáfono.
“El esfuerzo que realiza Chávez por distribuir el ingreso de la renta petrolera de manera más equitativa, buscando cubrir las necesidades básicas de toda la población, buscando que los sectores tradicionalmente excluidos aprendan a luchar por sus derechos, son presentados de forma distorsionada usando la publicidad. Redistribuir equitativamente los ingresos no significa quitarle al que ya tiene, sino darle oportunidades al que nunca la ha tenido”, afirma.
Para el historiador, escritor y analista político Manuel Caballero el discurso de Chávez ha agudizado la polarización política del país. Sostiene que el lenguaje de Chávez “no sólo es violento y de guerra, sino extremadamente soez. Lo peor es que incita al odio y la violencia entre los venezolanos”.
Caballero recordó que la última guerra civil en Venezuela ocurrió hace 100 años y aseguró que ahora es necesario reconciliar a la nación para evitar una nueva confrontación violenta.
El director de la firma encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, afirmó que con su discurso agresivo Chávez busca afianzar su liderazgo en ese tercio de la población que todavía lo sigue y que apoya su imagen de “vengador” de los sectores más pobres.
El proyecto político de Chávez se aceleró luego del intento golpista de abril del 2002 y la huelga general entre diciembre y enero pasados, concretando el control de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (que maneja la millonaria industria) y el liderazgo en la Fuerza Armada.
Dos tercios de la población han depositado sus esperanzas en la fecha del 19 de agosto, cuando por normas constitucionales se podrá solicitar un referéndum contra Chávez, presentando ante las autoridades electorales más de dos millones de firmas.
La consulta ha obtenido el respaldo de la comunidad internacional como una solución “pacífica, democrática y electoral” a la prolongada crisis venezolana. Muchos consideran el referéndum como una vía para emprender la necesaria reconciliación nacional. (DPA)
     
     
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