Lunes 11 de agosto de 2003
 

"Soy un bárbaro": Umberto Bossi
tiene a Italia en vilo

 

Por Peer Meinert

  En lo que a palabras fuera de lugar se refiere, el italiano Umberto Bossi es un as entre los políticos europeos. Un ejemplo: "Tiren la bandera italiana al water. Con ella me limpio el trasero". Y desde que es ministro en Roma, las ideas bullen en la cabeza de Bossi. De vez en cuando pide como algo serio que junto a Roma, en Italia haya cuatro "vicecapitales". Y después quiere que la guardia costera abra fuego contra las embarcaciones de refugiados. "Dos, tres advertencias. Bang. Entonces disparamos los cañones". Y todo esto lo dice Bossi con una voz ronca que recuerda a Adriano Celentano. No obstante, el político es bastante menos querido entre los italianos que el cantante de "Azurro".
Bossi amenaza ahora, una vez más, con romper la coalición de gobierno. Con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el presidente de la Liga Norte tiene algo en común: cuando un exabrupto retórico enfada realmente al otro, ambos indican después que sólo se trataba de una "ironía". Aparte de eso, cada dos semanas, el populista se opone actualmente a todo en las reuniones del gabinete.
En lo que a rupturas de coalición se refiere, Bossi tiene ya experiencia. En 1994 hizo caer a Berlusconi sólo siete semanas después de su llegada al poder. "Soy un bárbaro", calificó una vez más el político de la Liga Norte su estilo. A Berlusconi lo definen como una de las figuras más cambiantes de la política europea. Y si esto es así, entonces Bossi es una de las más toscas.
Cuando habla de su poca estimación por su puesto de ministro, utiliza expresiones de lo más ordinarias. No es que éstas no suenen en Italia, pero en la boca de un ministro resultan chocantes. Y al parecer, esto no lo ha perjudicado. Berlusconi (aún) se lo permite.
Los errores y extravíos de este hombre de la Lombardía tienen en vilo a Italia desde hace una década. Tras interrumpir sus estudios de medicina y después de desempeñar trabajos como mecánico de coches y electricista, Bossi sintió la vena política en las décadas de los ochenta y los noventa. Y utilizó el ambiente que existía en el norte de Italia contra la "Roma ladrona", que derrochaba el dinero del rico norte. Paso a paso atizó los miedos de la pequeña burguesía, organizó el movimiento regional anti-Roma y se colocó en la cúspide del mismo. Y entonces quería crear el Estado de "Padania", tomando como ejemplo la lucha de los lombardos contra el emperador Barbarossa. "Siguiendo el esquema de Checoslovaquia", Italia tenía que quedar dividida en un rico norte y un sur pobre. Cuando Bossi proclamó en 1996 en Venecia el Estado fantasma de "Padania", una pancarta con el lema "Viva Italia" ondeaba sobre la plaza de San Marcos. Había sido un fracaso. Pero ése no fue el final del hombre con la voz ronca. Públicamente dijo que no había pasado nada.
En los congresos de su Liga Norte siguió hablándose de si los "pueblos del Po" debían participar en las olimpíadas con una selección propia. El café, los delegados no lo pagaban con liras, sino con billetes de un "banco de la libre e independiente Padania". Pero entre bambalinas, Bossi negociaba la segunda coalición con Berlusconi. Bossi, al que le gusta aparecer con la camisa verde de su Liga, no es hoy el jefe de Estado de "Padania", sino el ministro para Asuntos Autonómicos. Y trabaja para que las regiones tengan mayor autonomía en lo referente a la educación y la policía. Matemáticamente, Berlusconi no necesita a la Liga en la coalición. Pero, ¿a quién le gusta tener a un hombre como Bossi enfrente? "Conmigo hay que oler el polvo y escuchar ruidos de sables", dijo una vez sobre sí mismo. (DPA)
     
     
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