Domingo 10 de agosto de 2003

Desigual

Con la oposición fragmentada, el MPN en caja tras el mutis de Sapag y la billetera forrada por un aluvión de regalías, el sobischismo saborea de antemano su triunfo en las elecciones de setiembre. De paso, se empieza a convencer de que, después de todo, lo hizo bastante bien.

El gobierno maneja varios datos tranquilizadores sobre la economía. La desocupación bajó: pasó de 20,9 en mayo del 2002 a 13,1% el mes pasado. En julio la recaudación, fuertemente traccionada por las regalías de petróleo y gas, superó su propio récord, con 80 millones de pesos. La industria petrolera, la principal generadora de recursos del Neuquén, se convirtió en la mayor captadora de mano de obra después del Estado: alcanzó los 17.000 trabajadores Con el bálsamo de estos números, los escándalos gruesos como el de las ternas, los subsidios y la cámara oculta más lejos en la memoria y el frente político en un puño, no es casual que el gobierno experimente cierto alivio.

Por desgracia para la provincia, las cosas no van tan bien como pretende. Es cierto que nunca ha entrado tanto dinero como ahora. La devaluación multiplicó las regalías y también la recaudación, que además se vio empujada por la incipiente reactivación de la economía nacional.

En 1999, cuando asumió, Sobisch prometió bajar el presupuesto de 1.200 millones heredado de Sapag a 900 millones. Pero este año la cifra ya supera los 1.650 millones de pesos. La deuda anda por una cifra similar. La masa salarial, de la mano de una fuerte incorporación de empleados públicos y políticos, e incentivada por el desatino electoralista del 20%, ya supera los 700 millones de pesos.

Es mentira que no haya una segunda oportunidad en la vida, Neuquén la tuvo: primero fueron las joyas de la abuela y ahora la devaluación y el precio dolarizado del barril. Este año, en concepto de regalías hidrocarburíferas e hidroeléctricas, se habrá alcanzado el techo histórico de 990 millones de pesos. Sin embargo, esos ingresos extraordinarios no servirán para crear un colchón anticíclico ni mucho menos para financiar la promocionada y jamás emprendida "transformación productiva" Entre otras cosas, la provincia sufraga un valioso sistema de salud y sostiene una vasta ayuda social. Pero buena parte de los ingresos extras se irán como agua entre los dedos en hacer política, sostener un clientelismo desenfrenado y sufragar créditos para los amigos del poder. Todo, de la mano de una de las gestiones más dispendiosas que se haya conocido.

Donde más se advierte que a pesar del aluvión de dinero el cuadro dista de ser bueno, es en el aumento sostenido de la pobreza. Según el INDEC, de las 302.000 personas que viven en el conglomerado Neuquén-Plottier 140.000, el 46%, son pobres. Y unas 70.000, el 23%, indigentes Los 41.000 subsidiados de la provincia superan en número a los empleados públicos. El plan nacional Jefas y Jefes de Hogar tiene bajo su tutela 21.000 personas y entre los distintos subsidios provinciales se acumulan otras 20.000 Es cierto que la demanda de mano de obra subió en el petróleo y la fruticultura, pero en los últimos años descendió dramáticamente en la construcción, uno de los sectores más postergados. En pocos años, los obreros de la UOCRA pasaron del 20% de los trabajadores activos a sólo el 6%.

Los distintos tipos de ayuda social que se derraman sobre esta masa de gente empobrecida no alcanzan a paliar la gravedad del cuadro. Una muestra se pudo apreciar esta semana. Un camión compactador de residuos aplastó y le fracturó la pelvis a un chico de 11 años que había ido al basural a juntar comida. El caso no es una excepción. Los encargados del lugar revelaron que 250 personas esperan cada madrugada los camiones para pujar por alimentos.

La directora de la escuela a donde va el menor reveló que 30 alumnos están en idénticas condiciones. Como madrugan en el basural, en clase sólo atinan a dormir. Están llenos de hongos e infecciones. El cuadro es tal, que muchos docentes deben recibir atención psicológica para sobrellevarlo.

Como admitió Fernando Bulgarelli, director del hospital donde se repone el menor fracturado, aunque el problema no es nuevo, hay gente que come basura en Neuquén Cada vez parece haber más. Hace un par de meses "Río Negro" reveló un caso en Plottier. La hipocresía hizo que el gobierno y sus medios amigos se desgarraran las vestiduras, como si tanta desgracia no fuera ya un lugar común.

No. A pesar de la montaña de dinero que entró y sigue entrando, las cosas no están bien en Neuquén. La provincia reproduce dramáticamente el esquema nacional de profundización de la desigualdad. Sólo que, como todavía entra mucho dinero está en el camino de ida, mientras el país entero vuelve en procura de un esquema más justo y más seguro para todos. Como se sabe, la desigualdad hace trepar los índices del delito. Indices que, de paso, en Neuquén también crecieron.

A nadie debería sorprender que, de imponerse en las elecciones Sobisch, el principal inspirador de este gasto tan desproporcionado como desigual, emprenda un severo ajuste, "sin anestesia" como gustaba decir su maestro. Después de todo, si algo caracteriza a su proyecto no es la "transformación productiva" como pretende, sino la utilización de todos los recursos a mano para reproducir poder, es decir para durar.

 

Héctor Mauriño

vasco@rionegro.com.ar

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