Domingo 10 de agosto de 2003

El poder busca al poder

En política, el poder busca al poder.

Ya para crearle problemas, para atacarlo o simplemente para convivir.

Pero la ecuación se mantiene intacta: el poder busca al poder.

Es tan legendaria, que incluso figura en los formidables discursos de William Gladstone. Británico, liberal y cuatro veces primer ministro Estas reflexiones procuran explicar la razón por la cual el gobierno nacional se involucra en favor del candidato a gobernador por el PJ rionegrino, Carlos Soria.

Un involucrarse que tiene, claro está, el visto bueno del presidente Néstor Kirchner.

Y claro está también que el mandatario siente por Soria el mismo afecto que Margaret Thatcher sintió por Leopoldo Galtieri o Sarmiento por el "Chacho" Peñaloza. Nada de nada.

El verbo ligero y por momentos desbordante de agresividad que suele usar Soria había abonado, con peligrosa carencia de ponderación, el ámbito propicio para el desencuentro con el presidente.

Pero desde el inicio de los tiempos la política es una cosa, y la política de poder, otra.

La primera funge casi como un entretenimiento de sábado por la tarde. La segunda, lucha por el poder real. La primera no trasciende, la segunda sí.

Y en ese trayecto, de ser necesario, sus gestores hacen gala de una inmensa elasticidad emocional para no desconocer realidades. Es un juego de manejo de lógicas duales. Juego que exige mutilarse algo de uno mismo para seguir y seguir. Dejar el corazón en el guardarropa.

Cinismo o no, lo sucedido esta semana entre el presidente Kirchner y Soria se explica desde esta lógica Soria se desvivía por una foto junto con Kirchner. Y si en la placa el presidente sale con cara de imagen de cera y de pocos amigos, para Soria, una simple contingencia.

Aunque no lo sea.

Y Kirchner también se movió desde dictados de la realidad. Tiene que construir poder para bancarse el que se le irá como consecuencia de la dialéctica de los tiempos.

Así, cuando mira a la Patagonia, encuentra que el peronismo sólo gobierna en dos provincias: Santa Cruz y Chubut, pero no ignora que esta última está bajo riesgo de ir a manos radicales. Y tampoco que en Neuquén pasarán muchos soles y lunas antes de que el MPN sea un inválido político.

¿Y Río Negro?

Desde hace más de un mes y medio, el presidente está minuciosamente informado de que el PJ está afincado como para ganar la gobernación.

Si lo logra o no, es otra historia.

¿A Kirchner le hubiese gustado que esa posibilidad la liderara Eduard Rosso? Por supuesto! E incluso, la placa entre ambos lo hubiese mostrado con mejor cara que la puesta junto a Soria.

Pero todo indica que Rosso está distante de liderar la proeza de sacar de juego al radicalismo. Para ese atrevimiento hay dos duelistas, cada uno con lo suyo: el PJ y el Frente Grande. El primero, en mejor aptitud que el segundo.

Y el PJ tiene un candidato: Soria.

Ante esa realidad, Kirchner -político de raza- no podía estancarse en el legítimo disgusto que le provoca Soria. Entonces, sin tener que apelar a formas eufóricas de pragmatismo, hizo el guiño a Soria aunque aún le esté doliendo el párpado.

Realismo puro, cualidad esencial del arte de gobernar.

Porque el presidente bien podría haber fortalecido las aspiraciones de Rosso. ¿Acaso en Catamarca el presidente no acaba de firmar un acuerdo de apoyo al Frente Cívico, que liderado por el radicalismo enfrenta al peronismo en la lucha por la gobernación?

Y a 21 días de las elecciones, el mismo radicalismo pone la proa sobre el PJ. "Hay que confrontar a todo o nada con Soria y hacer que pierda los nervios", aconsejó a los correligionarios Graciela Rommer.

Y hasta el candidato a vice por la UCR, Mario De Rege, un hombre de estilo suave que orilla el pedir permiso cuando quiere hablar, ya le descarga mazazos.

Una Graciela Rommer que sacó de quicio al gobernador Pablo Verani. "No es buena compañía para la campaña", sugirió.

Y el candidato a gobernador por la UCR Miguel Saiz, desde el bajo perfil que lo define, sólo ponderó la sugerencia para ratificarse en lo que venía haciendo: andar en campaña lejos de Verani.

Un gobernador que vive días de enojo.

La investigación sobre las operaciones energéticas sigue dando largos e impredecibles coletazos.

Casi como un volver a empezar, tres días después de rechazar el bloque oficial el pedido de juicio político a Verani, el juez Juan Bernardi puso nuevamente al oficialismo frente al espanto.

En su fallo por la venta de las regalías hidroeléctricas procesó a Horacio Jouliá como partícipe. Esa participación "supone la autoría en otro", dijo el juez. Luego, decidió la indagatoria de Verani por la firma del decreto de venta, para lo cual solicitó el desafuero a la Legislatura Ese hecho desató un debate de procedimiento: ¿era o no necesaria esa solicitud? Esta discusión se zanjó con el rápido rechazo de la Legislatura, que así despejó -por ahora- estas cuestiones difíciles de explicar para los candidatos oficialistas.

Ahora, Bernardi puede llamar a Verani a indagatoria o insistir en la participación legislativa, solicitando el juicio político.

Se sabe que Verani no descartó presentarse en forma espontánea. "Le permitirá retomar la iniciativa política", dicen en su entorno, pero desconocen los riesgos.

Que sí los detectan sus abogados: para un mano a mano con un juez bien dateado, hay que ser muy inocente.

Esta opción está alentada en un antecedente similar en lo político, pero muy diferente en lo penal. El 2 de febrero del '96, tras otro rechazo legislativo a su desafuero, Verani se presentó espontáneamente ante la jueza federal María García, que investiga la incautación del Tesoro Regional, en Roca Entonces, el flamante gobernador -deseoso de despegarse de su antecesor Horacio Massaccesi- se desligó rápidamente de su responsabilidad Resaltó su desconocimiento de la organización del operativo de incautación, y declaró que su rúbrica en el decreto/ley para ese objetivo "solamente legitima la firma del decreto ley" de Massaccesi.

O sea, en esa oportunidad Verani depositó la responsabilidad de la decisión en Massaccesi, que era gobernador.

Pero distinto fue el argumento al que apeló días pasados.

"Firmó unos 3.000 decretos por año y no puedo revisar a todos"- dijo.

Cierto, pero peligroso.

 

Carlos Torrengo

ctorrengo@rionegro.com

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