Viernes 8 de agosto de 2003
 

El gigante ensimismado aprende español

 

Por Andrés Oppenheimer

  Cuando se les pregunte a los historiadores del futuro cuál fue el acontecimiento más importante de América Latina a principios del siglo XXI, quizás muchos mencionen un hecho que ni siquiera figura en los titulares de hoy: los pasos dados por el Brasil para adoptar el español como su segundo idioma.
Suena trivial, pero no lo es. Brasil, que representa más del 50% de la economía, población y territorio de Sudamérica, siempre vivió en un relativo aislamiento de sus vecinos hispanoparlantes. En parte por la barrera del idioma, los brasileños siempre han leído libros diferentes y han visto diferentes películas y series de televisión que sus vecinos.
Todavía hoy, después de más de una década de un proceso de integración económica sin precedentes en la región, Brasil es un gigante ensimismado.
En la lista de best-séllers de la revista "Veja", hay un ranking exclusivo de quienes escriben en portugués: los tres autores más vendidos son Paulo Coelho, Luis Fernando Verissimo y Heloísa Perissé. Autores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez ni siquiera figuran en la lista.
Sin embargo, las cosas están cambiando. Esta semana, mientras la prensa reportaba sobre la aprobación preliminar de la crucial reforma al sistema de pensiones en el Congreso brasileño, los legisladores estaban debatiendo también otro tema que quizás resulte aún más importante a largo plazo: la adopción del español como una asignatura obligatoria para los 45 millones de estudiantes de las escuelas primarias y secundarias del Brasil.
Dos proyectos de ley proponiendo la enseñanza obligatoria de español están avanzando en el Congreso, así como también otro proyecto por el cual las señales de tránsito pasarían a tener leyendas tanto en portugués como en español.
"Es muy probable que el proyecto de ley de enseñanza del español sea aprobado", me dijo el secretario de Educación Media y Tecnológica del Brasil, Antonio Ibañez Ruiz, en una entrevista telefónica. "A diferencia de proyectos similares en el pasado, éste contará con el apoyo decidido del Ministerio de Educación".
El proyecto de ley podría ser aprobado pronto por el comité de educación del Senado, y pasar a un voto del Senado en pleno, señala la agencia Reuters. Actualmente, el español es enseñado masivamente sólo en estados sureños como Rio Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina.
La propuesta de enseñanza obligatoria del español es clave para la formación de "una verdadera comunidad latinoamericana", señala el proyecto principal. Agrega que Brasil es el único miembro del Mercosur -el mercado común sudamericano integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay- donde no se habla español.
¿Terminarán hablando español muchos de los 175 millones de brasileños? ¿O es un proyecto poco realista, como tantos otros en el pasado?
El escéptico que llevo adentro me aconseja no tomarme todo esto muy en serio. En 1998 escribí una columna similar a ésta, después de que el Senado brasileño aprobó una ley destinada a convertir el español en un idioma de enseñanza obligatoria en los próximos cinco años.
¿Qué pasó después? Bueno, la ley fue aprobada, pero en forma muy diluida. En su versión final, sólo "sugería" que el español fuera un curso obligatorio, lo que en la práctica fue el equivalente a nada.
El principal obstáculo fue que los 27 estados brasileños y sus municipalidades -que bajo el sistema actual deciden gran parte del contenido de la enseñanza obligatoria- nunca tuvieron los fondos para pagar el entrenamiento o los sueldos de unos 75.000 profesores de español que hubieran hecho falta para implementar el proyecto.
La senadora Lucia Vania, una de las coauspiciadoras del nuevo proyecto de ley, me dijo que esta vez la legislación propuesta es más realista. En lugar de fijar metas inalcanzables, simplemente dirá que la enseñanza del español será obligatoria en todas las escuelas, y dejará que el Ministerio de Educación fije los plazos. Ibañez Ruiz, el secretario de Educación Media y Tecnológica, señala que la implementación será gradual.
¿Mi conclusión? Tiendo a no tomar este asunto a la ligera. Todavía recuerdo cómo muchos de mis colegas en la prensa norteamericana se reían en 1990, cuando se lanzó el Mercosur tras varios intentos fracasados de integración latinoamericana. Y resultó que durante los primeros siete años de vida del Mercosur, antes de caer en desgracia en 1999, fue un éxito rotundo: el comercio entre Brasil y sus socios se disparó de $ 4.000 millones por año a $ 17.000 millones.
Ahora que Brasil y sus vecinos han decidido que la reactivación del Mercosur será su principal prioridad en política exterior, deberemos seguir con atención la suerte de los esfuerzos de integración idiomática. Si funciona, América del Sur puede llegar a ser un bloque político y económico mucho mayor de lo que muchos suponen.
     
     
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