Jueves 7 de agosto de 2003
 

Violencia doméstica

 

Por Aleardo Fernando Laría

  Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido alguna vez malos tratos o algún tipo de abuso, según las Naciones Unidas. Una de cada cinco mujeres de la Unión Europea sufrió violencia doméstica. Poner fin a las agresiones contra las mujeres es una tarea urgente en la que se hallan comprometidos todos aquellos que quieren favorecer la situación de los derechos humanos en el planeta.
"A pesar de los tremendos cambios del siglo XX, la discriminación y la violencia contra las mujeres y las niñas continúan firmemente ancladas en culturas de todo el mundo", afirma el Fondo de las Naciones Unidas para la Población. El informe sobre discriminación femenina constata que los estereotipos sobre "el hombre de verdad" y "el lugar de la mujer" se inculcan desde temprana edad y resultan muy difíciles de cambiar. Muchas culturas toleran o perdonan cierto nivel de violencia contra las mujeres. "La violencia doméstica está ampliamente extendida en la mayoría de las sociedades y es una causa frecuente de suicidio entre las mujeres", afirma el informe.
Algunos opinan que la raíz del problema de la violencia doméstica está en la dependencia económica de la mujer. Las estadísticas de desempleo, si se segregan por sexo, muestran que la tasa del mismo en el sector femenino es sensiblemente superior a la del masculino. Por este motivo el Ministerio de Trabajo español hace suyo el lema de que la violencia doméstica es fruto de la desigualdad entre los géneros.
Existe una creciente sensibilidad de los europeos hacia la violencia contra la mujer, aunque todavía la mayoría lo ve como un problema ajeno, vinculado con sectores marginados con problemas de alcoholismo o drogadicción. La publicación por los medios de comunicación de todos los episodios de violencia doméstica que se registran ha contribuido decisivamente a poner en evidencia un problema que otras sociedades ocultan. En España, por ejemplo, estas estadísticas permiten ahora saber que al menos una mujer muere cada semana por culpa de la violencia doméstica. Y a pesar de que sólo se denuncia entre el 5 y el 10% de las agresiones que realmente tienen lugar en el seno de la familia, más de 20.000 denuncias se presentan cada año en los tribunales españoles.
El Congreso español acaba de aprobar por unanimidad unas medidas de protección a las víctimas de la violencia doméstica. Estas disposiciones permiten que los jueces dicten medidas penales y civiles para proteger a la víctima de su agresor y activan una ayuda social y económica de 300 dólares al mes en un plazo máximo de 72 horas tras recibir la denuncia. Los jueces podrán ordenar el alejamiento de los agresores y, en caso de incumplimiento de esa orden, disponer la prisión preventiva. Se considerará delito la primera agresión (ahora es falta) y se incluirá la agresión psicológica entre los delitos de violencia doméstica. Los Colegios de Abogados ofrecen un servicio de asistencia jurídica gratuita para las víctimas de las agresiones.
Desde las asociaciones de mujeres se intenta fomentar que denuncien su situación. Pero ello requiere una serie de medidas asistenciales y de intervención social que permitan ofrecer una infraestructura suficiente para dar cobertura a las necesidades de las víctimas. Junto con la denuncia, es importante la labor de divulgación y de concientización que deben asumir los medios de comunicación, las instituciones de enseñanza y otras organizaciones representativas.
Como señala UNICEF, la violencia en el hogar es una de las negaciones más perniciosas de los derechos humanos, porque los autores no son personas extrañas, sino los propios miembros de la familia. Esta violencia, extendida por todo el mundo, tiene un impacto en la salud física y emocional de las mujeres, destroza su sentimiento de autoestima y en ocasiones termina en asesinato o suicidio.
La muerte de una mujer a manos de su pareja es una tragedia dentro de la otra tragedia de años de sufrimiento de la maltratada y sus hijos. Para evitarla es fundamental no engañarse. Entre los maltratadores hay personas de todas las clases sociales y de todas las profesiones: jueces, empresarios, médicos, abogados, etc. No estamos ante unos simples desequilibrados. Estamos ante una lacra profundamente arraigada en nuestra cultura que debe ser definitivamente extirpada.
     
     
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