Martes 5 de agosto de 2003
 

Memo a Colin Powell

 

Por Andrés Oppenheimer

  Si yo fuera Roger F. Noriega, el diplomático conservador que acaba de ser nombrado subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, éste sería el memo que le mandaría a mi jefe, Colin Powell, tras mudarme a mi nueva oficina del 6to. piso del Departamento de Estado.

"Estimado secretario Powell:
"Gracias por su ayuda durante el proceso de mi confirmación por el Senado. Como usted sabe, seré el primer subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental que haya recibido confirmación del Congreso desde 1999. Eso es un gran honor y una gran oportunidad para revitalizar nuestras relaciones con América Latina, que cayeron en el vacío desde los ataques terroristas del 11 de setiembre del 2001.
"Debemos tomar medidas urgentes para hacer frente a la ola de sentimientos antiamericanos surgidos durante la Guerra de Irak, y tratar de que los países de la región eviten caer en el populismo o las dictaduras. Y debemos hacerlo redoblando nuestro compromiso con la democracia y los derechos humanos.
"Me propongo aprovechar mi experiencia de 11 años como asesor de asuntos interamericanos en el Congreso y mis dos años como embajador ante la Organización de Estados Americanos. He aquí algunas de mis propuestas:
• Debemos proponer ya mismo al Congreso crear un grupo bipartidista y bicameral para reevaluar la política norteamericana hacia América Latina, y lograr una mayor coordinación entre el Congreso y la Casa Blanca. Si no logramos una mayor sintonía con el Congreso, estaremos peleando con una mano atada detrás de la espalda.
• Debemos reconstruir nuestra relación con México y dejar a un lado nuestro enojo con el presidente Vicente Fox, por su oposición a la Guerra de Irak. Desde el fin de la guerra, hemos recibido en la Casa Blanca a nueve presidentes latinoamericanos, pero no a Fox.
"Es hora de que lo invitemos a Washington. En la reunión con él, debemos reiniciar las conversaciones sobre la regularización de más de tres millones de mexicanos indocumentados que viven en Estados Unidos. Y también debemos indicar que no nos opondremos más a aceptar las matrículas consulares que están otorgando los consulados mexicanos para ayudar a los inmigrantes a abrir cuentas bancarias en nuestro país.
"Debemos defender esta postura en el Congreso utilizando el mismo razonamiento que están usando los congresistas antiinmigración: si queremos protegernos contra futuros ataques terroristas, necesitamos saber con precisión quién vive en nuestro país.
• Debemos cambiar nuestra política sobre los refugiados cubanos, que desde 1995 exige devolver a Cuba a los balseros interceptados en alta mar. Han ocurrido dos cosas que exigen replantear esa decisión del gobierno del ex presidente Bill Clinton: Fidel Castro ha empezado a fusilar a personas que intentan huir de la isla en embarcaciones secuestradas, y nuestra Oficina de Intereses en La Habana está tan hostigada que ya no puede monitorear si las personas que estamos regresando a Cuba sufren violaciones a sus derechos humanos, como lo exige la ley vigente.
• Debemos anticiparnos a la posible aprobación del Congreso de Estados Unidos de una ley que levantará la prohibición de viajes a Cuba. Deberíamos anunciar que permitiremos el turismo a Cuba, con la salvedad de que revocaremos la medida si Castro no permite que los turistas norteamericanos ejerzan su derecho consagrado por la Organización de las Naciones Unidas de leer lo que se les antoje durante sus vacaciones en la isla.
"En otras palabras, los norteamericanos viajando a Cuba podrán llevar en sus maletas copias de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU; el libro Rebelión en la granja, de George Orwell, o cualquier periódico que les venga en ganas. Si Castro lo prohíbe, como seguramente lo hará, será él quien será condenado por el mundo como el dinosaurio político que es.
• En el caso de Venezuela, debemos cuidarnos de que la disputa entre el presidente Hugo Chávez y el 70% del pueblo venezolano que, según las encuestas, se opone a él no se transforme en una pelea entre el gobierno de Venezuela y el de Estados Unidos, que es lo que Chávez quiere.
"Debemos dejar que sea América Latina quien tome el liderazgo en las presiones diplomáticas para impedir que Chávez se convierta en un dictador absoluto. En cuanto a nosotros, deberíamos recordarle a Chávez que él necesita nuestras compras de petróleo más de lo que nosotros lo necesitamos a él, y que si asume poderes totalitarios buscaremos otros proveedores de petróleo.
• Deberíamos ofrecer nuevas preferencias comerciales a nuestros aliados en problemas, como Perú, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y -si no se vira en contra nuestra- la Argentina. Debemos mostrarle a la región que somos amigos de nuestros amigos, y que no nos olvidamos de ellos cuando están en las malas.
"Gracias por su atención, y estoy a sus órdenes.
"Roger Noriega"
     
     
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