Lunes 4 de agosto de 2003
 

Hora de la verdad para Lula, con la explosión de la demanda social

 

Por Ricardo Soca

  Después de una luna de miel que duró los siete primeros meses de su gobierno, la "hora de la verdad" parece haber llegado para el presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con el estallido de las demandas sociales que fueron estimuladas por su triunfo electoral. Los labriegos sin tierra ocupan "fazendas" que muchas veces están lejos de constituir latifundios. Los "sin techo" ocupan edificios en Sao Paulo y se disponen a extender su accionar a otros estados brasileños. Los funcionarios públicos exigen respeto por derechos que consideran que les pertenecen, oponiéndose así a la reforma previsional propuesta por Lula. Al mismo tiempo, los industriales se quejan de la recesión que extiende su negro manto sobre la producción brasileña. Las elevadas tasas de interés, que en muchos casos llegan al 15% al mes, suscitan una ola de críticas de parte de los consumidores y de todos los ramos empresariales, excepto el financiero. El desempleo aumenta sin cesar y recientemente la Volkswagen y la General Motors iniciaron el proceso de despido de un total de 4.500 obreros en las principales plantas de montaje de automóviles del país, un fenómeno que se repite en la mayoría de los sectores.
En medio de esta constelación de demandas, el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), derrotado por Lula en las últimas elecciones, inició en estos días una dura campaña en la televisión, en la que destaca uno a uno los puntos de la crisis y exige soluciones "inmediatas" por parte del gobierno. Acorralado por las demandas, Lula suspendió una gira por varios países africanos que debía comenzar el martes, a fin de enfrentar personalmente el bombardeo que su gobierno está sufriendo incluso de parte de algunos legisladores del grupo parlamentario del Partido de los Trabajadores (PT). Las encuestas de opinión muestran que el apoyo popular a Lula es aún elevado pero no el mismo de los primeros meses, y la tendencia es de una inexorable caída que puede agravar la crisis y amenazar la gobernabilidad, según comentaristas. Las exigencias más fuertes provienen de entidades que tradicionalmente han pertenecido a la base política de Lula, quienes han creado una coordinadora nacional para organizar las protestas. El próximo 13 de setiembre fue fijado como día de movilización nacional. (Dpa)
     
     
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