San Lorenzo se dejó estar y Rafaela hizo negocio

Díaz puso en ventaja al local, e igualó Villa de cabeza. Fue un justo empate.

Carreño, de buena actuación, se escapa de su marcador. Hizo la jugada del primer gol.

San Lorenzo sigue sin ganar de local, pese a que ayer se puso en ventaja casi desde el túnel A los dos minutos, en una rápida escapada -tras una intercepción-, Ariel Carreño desbordó por derecha, mandó el centro, la pelota viboreó en el área y cayó en los pies de Román Díaz. El joven delantero definió, bien, a la izquierda de Comizzo En un lapso de diez minutos, el local justificó esa diferencia, ya que contó con otras dos chances claras de gol.

Una fue una huida de Montillo -luego de una buena triangulación por izquierda-, que el hábil volante culminó con un zurdazo que despejó el veterano arquero visitante Rafaela caminaba a tientas en la cancha, tropezaba, se desprotegía. Por eso no extrañó que Román Díaz contara con otra chance, cerca de los 10 minutos. Díaz se fue solo, pero no intentó amagar, y se dejó engañar por el astuto Comizzo, que le tapó el segundo Tras eso, el partido entró en trance, como en un leve apagón. No pasó demasiado. O mejor: San Lorenzo ya no acaparó todo y dejó jugar a Rafaela, que se acercó co un derechazo de Del Buono Ya en el segundo, el partido se mantuvo entibiado. A los 13, tras otro robo y centro de Carreño, Zabaleta le pegó de volea, cerca del palo izquierdo de Comizzo Enseguida, y en la acción más incisiva de Rafaela, Del Buono -el mejor- dejó solo a Villa, que no pudo definir bien. Pero Villa tuvo su revancha: con un gran cabezazo de pique al suelo marcó el empate Y Rafaela siguió. Tras centro de Del Buono, el cabezazo de Luna salió cerca del travesaño. E partido estaba igualado en todo: en marcador y en intenciones Hasta que San Lorenzo comenzó a ir. Con entusiasmo, pero con pocas ideas. Rafaela se refugió atrás. Se paró con línea de cuatro pegada a las narices de Comizzo, y una franja de volantes respaldada sobre la defensa Pasaba el tiempo. Crecía el frío y la ansiedad. La gente local tenía corta la mecha de su paciencia. El equipo iba enceguecido, chocando repetitivo contra la pared rafaelina.

Y rebotó nomás. Fue, al cabo, un buen punto para la visita, que llegó a Buenos Aires a hacer su negocio. Y lo logró. (AR)