Martes 26 de agosto de 2003 | ||
Leyendas del folclore le cantaron a la solidaridad NEUQUEN (AN).- La meseta se hizo puna. El norte nunca estuvo más cerca. Sambas y carnavalitos teñidos de tonos salteños se mezclaron con "tangazos" interpretados por voces neuquinas. Lágrimas y emoción. Nostalgia y recuerdos. Charango y bombo. Piano y acordeón. Sobre el escenario, leyendas vivientes de la música popular. Seguramente muchos dejaron de pensar que la solidaridad es de esas especies que se encuentran "empetroladas" y en peligro de extinción. Todavía quedan ciertos nichos donde late bien fuerte, donde se resiste a perecer a manos del olvido y la despreocupación. Los que estuvieron presentes el sábado por la noche en el estadio Ruca Che de esta ciudad pueden dar fe. En este rincón del barrio San Lorenzo confluyeron el norte y el sur, realidades parecidas y disímiles a la vez. Se estrecharon la mano César Isela y Marité Berbel, se reunieron "Los Arroyeños" con la dulce Marisa Santos, hizo bailar y reír Samba Quipildor, los románticos tararearon "El día que me quieras" al estilo Miguel Angel Barcos-Daniel Sánchez-Marcelo Piñeyro, cantaron el feliz cumpleaños, enmudecieron con sus palabras, le dieron gracia por tantas enseñanzas. Los reunió la memoria de Juan San Sebastián, cura que el próximo jueves estaría cumpliendo 75 años. Causa más que suficiente para montar un festival y destinar lo recaudado para obras en su querido barrio Parque Industrial. Habla un entrevistado. Por el mutismo que invade no quedan dudas. Es su corazón quien contesta: "Neuquén me dio la dicha de vivir con Don Jaime de Nevares. Me dio la dicha y el orgullo de ser su amigo y escudero. Neuquén para mi fue un gran regalo". Las demás frases de la cinta caen casi en vano. Todos se quedaron con estas palabras. "Creció en el compromiso de una raza vigente..." sobrevoló el himno de Neuquén desprendido de las cuerdas de Marité Berbel, y algunos tímidos comenzaron a despertar. Los años hicieron de las suyas en el "envase" de los viejos Arroyeños. Tratan de disimularlo, y por momentos convencen, porque carisma y vitalidad les sobra. Pidieron "por la libertad" con versos de Atahualpa, homenajearon a "aquellos que cuidan la naturaleza" con "El jangadero" y reclamaron una reunión universal de niños vía "Que se vengan los chicos". Aires salteños, bien salteños. Félix Luna y Ariel Ramírez viajaron en la dulce tonada de Marisa Santos, y en la triste poesía sobre aquella escritora que decidió fundirse eternamente con las aguas del mar. Isela ofrece lo mejor que tiene. Se mimetiza en cinco cuerdas y divierte con una historia que habla de la estrecha relación de Horacio Guarany con el vino, regala sus mejores momentos al famoso bodegón de "Valderrama" y le pone música a un poema que Juan San Sebastián le dedicó a De Nevares. Sobre la madrugada, todos juntos sobre tablas a cantarle a "la hermandad". Hubo lamentos por la escasa concurrencia. Y hasta un viejo amigo del sacerdote homenajeado lanzó al viento: "La operación triunfo de todos tendría que ser apoyar estos momentos de fiesta, solidaridad y fraternidad". Nunca estuvo tan acertado.
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