Dúo de intérpretes fieles y virtuosos

Alison Balsom y Jonnathan Scott brillaron en el ciclo de Armonicus

Balsom y Scott, impecables en lo clásico y en el jazz.

Brillante desempeño del dúo británico que forman Alison Balsom en trompeta y Jonnathan Scott en piano, que se presentó el pasado sábado en el ciclo de Armonicus de Neuquén, en la temporada que cuenta con el auspicio de diario "Río Negro" En el desarrollo de la función, mostraron una calidad de sonido cautivante y las obras programadas tuvieron gran aceptación. La presentación del espectáculo fue con el solemne preludio del "Te Deum" de Marc Charpentier que dio lugar a una breve charla introductoria de Balsom que en español comentó su satisfacción por iniciar su gira en la Argentina.

A partir de su saludo al público, comenzó la demostración incuestionable de cómo es posible contribuir a jerarquizar las obras a partir de una ejecución fiel y virtuosa, que fue seguida por varios instrumentistas regionales, particularmente integrantes de agrupaciones musicales, quienes tuvieron la oportunidad de charlar con Balsom acerca de su actividad profesional y elogiar su musicalidad en una función que fue patrocinada por Repsol YPF.

Balsom, de 24 años, y Scott de 25, programaron el concierto con las principales obras que se han escrito para esta formación. La función abrió con la elegante sonata de Henry Purcell, que hizo recrear por unos instantes -en el Aula Magna de la UNC-, la atmósfera británica del siglo XVII Siguió el tercer moviendo del "Concierto para Trompeta" de Franz Haydn que Balsom logró proporcionar el deleite auditivo a través de refinados matices. En esta primera parte del programa siguieron dos piezas escritas durante el siglo XX: "Sonatina" de Jean Francaix y "Caprice" de Eugene Bozza, que fueron un contraste con las anteriores composiciones. Fueron ejecutadas brillantemente y siguiendo la esencia que imprimieron los grandes de Francia, como Debussy, Satie o Poulanc, para lo cual los músicos traslucieron espontaneidad y la correspondencia expresiva entre ambos cuerpos sonoros.

La segunda parte del recital trajo varias sorpresas: el estreno de "Sangreviva", obra escrita especialmente para Balsom por el compositor Giles Swayne, que tuvo suficiente fuerza impulsora en el piano y decididas intervenciones de la trompeta para dar como resultado una pieza cargada de pasión, como el propio autor se encargó de aclarar en una nota acerca del carácter de su obra.

Se ejecutaron además admirablemente las "Canciones Españolas" de Manuel De Falla -("El paño moruño"; "Asturiana"; "Nana y Polo")-, escritas originalmente para canto y piano y transportadas para esta formación sin perder la esencia y calidad musicales que subyacen en las canciones, que reproducen ritmos y sonidos enraizados con el universo musical español.

Para el final del concierto se reservaron dos emblemáticas canciones de George Gershwin: "Alguien que cuide de mí" y "Tengo ritmo", la primera lenta y romántica y la segunda con ritmo alegre y vibrante, que realzaron su belleza al ser interpretadas con un instrumento tan asociado al jazz y que, ejecutado por la joven inglesa, logró hacer aparecer las formas libres y armonías de los blues y del jazz de manera admirable y conmovedora.

El pianista Scott, de excelente desempeño como acompañante, se lució en dos interpretaciones para piano solo. En la primera parte ejecutó con elegancia la "Pavana para una infanta difunta" de Maurice Ravel y en la segunda parte "Tres preludios" de Gershwin, que a través de su impecable interpretación preparó al público para apreciar las magistrales canciones de Gershwin que lucieron con los sonidos de las trompetas de Balsom.

Las reiteradas muestras de aprobación del público que colmaba las instalaciones del Aula Magna de la UNC, fueron retribuidas por un bis que hizo nuevamente ingresar en la atmósfera británica, a través de la marcha del "Príncipe de Dinamarca" de Jeremiah Clarke.

Juan C. Tarifa