Domingo 17 de agosto de 2003 | ||||
Jaime Roos ENTREVISTA Un lugar en el mundo para inventar a Jaime Roos El cantante y compositor se presentará el miércoles próximo en San Carlos de Bariloche y el 21 en Neuquén. Será su última gira antes de que comience a trabajar en su nuevo disco.
BUENOS AIRES.- Para realizar una gira que lo traerá el miércoles 20 al cine Arrayanes de Bariloche y al día siguiente, a las 22, al Teatro Español de Neuquén, luego a Santa Rosa y Bahía Blanca, Jaime está de nuevo en Argentina con el recital que recientemente presentó en el Luna Park. Nacido en Montevideo hace justo cincuenta años, pasó su infancia en un departamento de Convención casi Durazno, Barrio Sur, esquina convertida por obra suya en punto de atracción para los turistas que visitan su tranquila ciudad a orillas de un Río de la Plata con aguas y arenas limpias "La calle Durazno/ nace a la intemperie/ telón ceniciento/ palmeras al viento/ abierta a las olas/ marrones y blancas/ de la playa chica/ que muere en el Gas". Los tamboriles de la barriada, la radio, las murgas en carnavales y los Beatles, se fundieron en una música claramente personal con toques de candombe, tango, milonga, jazz, vals, bolero, ritmos centroamericanos y huayno, que presentará junto al grupo Contraseña -bajo, batería, guitarra, teclado, percusión- y una sección de voces murgueras Fuerte mezcla de tradición y modernidad montevideana, observador de la cultura callejera, Roos es un hombre de hablar lento, de no desperdiciar palabras. "Tengo esa cosa aparentemente contradictoria, aunque creo que no lo es, que se relaciona con mi niñez, con mi origen, y también con una intelectualidad que he desarrollado con el paso de los años. Vengo de una familia de clase trabajadora, crecí en un barrio humilde, pero al mismo tiempo me dieron mucha cultura y llegué incluso a la universidad estudiando Ciencias Económicas, aunque parezca mentira (risas)." - Es común ver personas que ha medida que se van nutriendo de conocimientos y posibilidades de cambio, se alejan del origen. - Es que he sido muy feliz en mi infancia, en la relación con mi barrio y mi origen, y sigo hasta el día de hoy. Yo me mudé a seis cuadras de donde nací. Busqué y busqué hasta conseguir una casa en la Ciudad Vieja. Yo soy nacido en el límite entre ésta última y Sur. Desde mi ventana veo el mar (es muy de montevideano llamar así al río) y la canchita donde crecí jugando al fútbol; veo mi escuela. Estoy en mi barrio y es muy importante para mí, no porque quiera, es así. Es el lugar donde existencialmente me siento mejor, más acompañado. Es como el nombre de la película de Adolfo Aristarain, mi lugar en el mundo..." Una vez concluidas las cuatro presentaciones antes citadas, Jaime volverá a Montevideo a grabar y no hará giras por los próximos tres años. "Es lo que he hecho siempre sólo que esta vez lo dije. Entre el 98 y el 2001 paré, del 92 al 93 y 95 también. Quiero decir, hace mucho que no puedo conciliar los shows en vivo con l grabación de mis discos." - Los tours te alejan de los lugares donde estás tranquilo, donde están tus olores, tus costumbres. - Por un lado sí, pero hay otro aspecto más práctico y es que si hacemos –como hemos hecho- más de doscientos conciertos en casi dos años, es muy difícil tener el tiempo de soledad y concentración que posibilita componer. Salvo excepciones cuando uno anda muy inspirado y puede escribir, como me pasó con "Milonga de Gauna" cuya letra empecé a apuntar en la cafetería del aeropuerto de Ezeiza y terminé en un hotel de Melbourne (sonríe). La tenía que hacer en una semana a mi vuelta de Australia para una película. Suceden rarezas así, a veces uno puede componer en medio del caos, pero cuando hay que hacer un álbum, puesto que no solamente es componerlo, hay que parar como ahora. Ya tengo algunas canciones, la idea de por donde va la cosa está, pero necesito tiempo para terminar el aspecto compositivo y para concretar luego los arreglos, los ensayos, la grabación que es bien larga, y la mezcla. Además, en esta parada pienso producir dos discos de otros artistas..." - ¿Uruguayos? - Una sí, Estela Magnone; es el tercero que voy a producir de ella, una música a quien admiro mucho; y un futuro compacto de Adriana Varela. No sé si será el próximo o el siguiente porque no tengo idea de sus tiempos, pero ambos estamos convencidos en hacerlo, ya que el anterior nos dio muchas satisfacciones desde el punto de vista artístico. Además, tengo que compaginar dos videos largometraje que me van a llevar trescientas horas cada uno. Y debo preparar el nuevo espectáculo con el que voy a salir a tocar en vivo la siguiente temporada. Ahí andaríamos por los tres años. Debo decirte que trabajo más cuando paro que cuando estoy en gira. - ¿Hay un sitio de tu casa donde hallás esa soledad necesaria para concentrarte en tus ideas y gestar canciones? - Tengo mi lugar donde habitualmente me encierro y también tengo una casita en (el balneario) La Floresta (52 km al este de Montevideo), tranquilísimo, donde me siento muy bien para componer, la mayoría de las cosas las escribí allí. - ¿Cómo se llevan esos períodos de aislamiento con la vida en pareja? - El secreto está en las casas grandes (vuelve a sonreír) y en determinados lugares sagrados en los cuales, cuando estoy trabajando, no ponen un pie los que me rodean. Por otra parte, trato de hacerlo cuando estoy solo. Yo tengo mi mujer, mi hijo ya es grande, tiene veinticinco años y vive en Amsterdam. Pero, estando con él en otras épocas, siempre traté de componer cuando no andaba dando vueltas por ahí. Yamandú nació en Holanda. Yo viví diez en Europa y los último seis en Amsterdam debido precisamente al nacimiento de mi hijo con la que fue mi primera mujer, Franca. Cuando él tenía seis años y yo estaba separado definitivamente de su madre, no pude, no resistí psicológicamente ya más vivir en Holanda. Volví a mi tierra y mi hijo –como siempre dije- era la pieza que sobra del rompecabezas; una situación muy compleja que por suerte logramos ganar. Es un partido que ganamos entre los dos viajando constantemente una vez uno, la siguiente vez el otro. El aprendió a viajar en avión de botija. Y cada año por un período de dos meses, donde yo dejaba de trabajar, me dedicaba a él veinticuatro horas al día. Pasábamos mucho tiempo juntos todo el tiempo. Eso aparte de los casetes, las fotos, las cartas, los faxs y ahora el mail. A los diecisiete, cuando terminó el secundario se vino al Uruguay conmigo, estuvo un par de años y luego regresó a estudiar a Holanda; se acaba de recibir en Artes Visuales. Es fotógrafo. Pasado el tiempo, digo con orgullo que fue una batalla muy difícil la de que Yamandú tuviera un padre real y yo un hijo real, y la ganamos. Se puede y pudimos. - ¿Qué lugares de Montevideo definirías como sagrados, donde te reconocen y te reconocés? - Montevideo es una ciudad grande, llena de magia, que conozco y quiero mucho. Son demasiados los espacios importantes para mí, pero elegí mi casa, mi pedazo de rambla frente al mar, en Rambla Sur que no tiene arena ni playa como los otros barrios más al este; bueno, para mí ese pedacito de mar –los otros son barrios más bacanes, aparentemente más lindos, de gente con más dinero, etc- es sagrado. - ¿Sos de caminar por Rambla Sur para encontrarte? - Suelo caminar, sí. Me gusta mucho hacerlo, necesito caminar y la rambla es ideal. También La Floresta me ayuda mucho.
Eduardo Rouillet
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