Miércoles 6 de agosto de 2003

Mediomundo

Fugas

Exhausto. Con la respiración entrecortada y un hilo de voz por el profundo esfuerzo físico y mental, el escalador confiesa en cámara que no da más. Que está a punto de atravesar la frontera en que el cuerpo ya no reconoce el dolor. Cuando todo da lo mismo y la conciencia deja de enviar señales de alarma. La cámara, un testigo insolente de su dolor, muestra a sus compañeros avanzando hacia el cielo mientras él inicia lentamente la retirada con el alma hecha añicos. Hasta ese lugar frío y grabado por la nieve había llegado después de varias semanas de odisea en una de las peores cimas del Himalaya.

La moda de los documentales sobre los deportistas que escalan montañas imposibles donde quiera que las haya, ha vuelto un poco más obvia la metáfora. Porque eso es la subida a unos de estos monstruos de granito: un metáfora cruel y ejemplificadora de la vida. Se parece a muchas otras, por supuesto, y como tantas a veces conduce a la muerte.

Quienes viven en inmersos en su poesía pueden olvidarse del resto de la actividades rutinarias que seguramente ahoga a los escaladores. Estoy seguro de que muchos hombres y mujeres se hacen a la mar o inician un nuevo peregrinaje por el río Amazonas simplemente porque ya no soportan el ronroneo de los seres queridos, las facturas que no dejan de llegar, el continuo drama social, político o económico de su país o las ofertas comerciales que nunca nos convienen.

Necesitan, como todos en algún momento, estar absolutamente solos. Debe haber pocos lugares más seguros en ese sentido que la cumbre de una montaña en la frontera de India con China.

En el fondo del mar. Colgado de las estrellas con un parapente. Sumido en un "viaje" interplanetario vía "Líneas Aéreas del Acido Eficaz". Perdido por horas, semanas y meses en una larga lista de libros que se van enganchando unos a otros mientras alguien te grita al oído las responsabilidades del día. A la carrera por las calles de tu ciudad. 1 kilómetro primero. 2 Después. 3... ¿por qué no 4?. Hasta olvidarte de ti en sesiones de entrenamiento que nunca acaban. Enamorado de quien no corresponde. Borracho en un rincón de tu cuarto secreto. Perdernos. Olvidarnos. Sacarnos de aquí. Cualquiera sea la opción de "no estar" o estar en otro sitio es uno de nuestros derechos primordiales.

La vida: todo y nada. Un tremendo coctel de sensaciones que nos atraviesan. La diferencia, siempre hay una, estriva en el grado de conciencia que nos permitimos tener. ¿Qué siento? ¿Qué me duele? ¿Qué me despierta del sueño eterno? ¿Qué me hunde en él?¿Qué me gusta? ¿Qué odio? ¿Qué quiero? ¿Qué no quiero? Aunque nos cueste, y nos revuelva el estómago, hay temporadas en las que es necesario cotejarlo minuto a minuto.

El principio de la estupidez es una frase corta: "si, si, si, si ya sé, si ya sé, ya sé...¿a mí me los vas a decir?".

Revindico la fuga como un estilo de vida.

También vale a veces tirar el televisor por la ventana o romperse los nudillos contra una puerta tanto como el ponerle la mejor cara al peor de los días. Nadie más que nosotros mismos sabe cuanto nos conmueve existir.

Claudio Andrade
candrade@rionegro.com.ar

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