Martes 5 de agosto de 2003

LITERATURA

Tradiciones y nuevas tecnologías

Daniel Link, director del suplemento "Radarlibros", acaba de publicar "Cómo se lee y otras intervenciones críticas", un ensayo en el que aborda las tradiciones literarias y su articulación con las nuevas tecnologías.

En "Cómo se lee y otras intervenciones críticas", el escritor y crítico Daniel Link establece una serie de lecturas en las que, a contramano de la contundencia del título, revisa las tradiciones literarias y su articulación con las nuevas tecnologías desde una perspectiva no canónica "Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída". La afirmación, que Jorge Luis Borges incluye en "Nota sobre (hacia) Bernard Shaw" (1951) le sirve a Link para determinar ya desde el prólogo el tono que prevalecerá en sus textos, en general proclives a situarse en las fronteras de una trama que comprende la literatura, la política y la historia en sus aspectos más velados e imprecisos "El texto forma una unidad con su contexto... Pero en términos de 'relación' yo diría que la literatura es la relación entre lo que está escrito y quien lo lee. Es por eso que los sentidos de la literatura van cambiando históricamente -aseguró el crítico a Télam-. Borges decía en la década del 40 que si él fuera capaz de saber cómo iban a leer esa página que estaba escribiendo en el año 2000 sabría cómo sería la literatura del año 2000" "En ese texto maravilloso que es 'Pierre Menard' aparece la misma idea: el 'Quijote' de Cervantes es diferente del 'Quijote' del propio Menard, porque no se los puede leer de la misma manera. Menos juguetonamente, es evidente que Richard Wagner es para nosotros (después del nazismo) algo diferente de lo que era a comienzos del siglo XX, por ejemplo para Marcel Proust", indica.

Además de dirigir el suplemento "Radarlibros" del diario "Página 12", Link dicta "Literatura del Siglo XX" en la Universidad de Buenos Aires y prepara la edición de su novela "La ansiedad". Ha escrito otra obra de ficción, "Los años noventa" (1990), y varios ensayos entre los que se cuentan "La chancha con cadenas" (1994) y "Escalera al cielo" (1994) A propósito del funcionamiento de la obra literaria como una suerte de 'ready made' que a la manera de la célebre invención de Marcel Duchamp subordina la valoración de un texto a la relación con su contexto, Link postula que la literatura argentina del siglo XX queda clausurada con la aparición de las novelas "Las nubes", de Juan José Saer, y "Plata quemada", de Ricardo Piglia "El propio Piglia escribió que Borges clausuraba la literatura del siglo XIX. Una manera de entender la literatura (de escribirla, claro; pero también de leerla y de hacerla circular) termina con Borges. En ese sentido, me parece que tanto Piglia como Saer representan también un punto de clausura", analiza "Seguramente por eso es que sus obras ganan reconocimiento y lectores día a día: son dos grandes monumentos ¿no? Es por eso que creo que escritores más jóvenes jamás podría ocupar sus lugares (y tal vez ni siquiera aspiren a esos lugares sino a otros: el caso de Fogwill, o el de César Aira, sin ir más lejos)", señala Link.

El periodista percibe en la novela de Aira "El juego de los mundos" (2000) un método de lectura nuevo "o, tal vez, tan viejo que nos parece nuevo, asociado con una sociedad del futuro. Entre ese libro, 'Plata quemada' y 'Las nubes' (que son dos textos contemporáneos, interesantes porque trabajan con una determinada idea de anacronismo) puede verse, creo, una mutación temporal".

"También es cierto que las tensiones que sus obras plantean entre literatura y mercado tampoco pueden darse ya del mismo modo en obras posteriores: por eso reconocemos lo que escriben Tomás Eloy Martínez, Federico Andahazi o Martín Caparrós (por citar tres ejemplos bien distintos) como en otra parte", subraya "Y por eso, seguramente también, vemos la joven literatura argentina (Pablo Pérez, Alejandro López, Washington Cucurto, sólo como ejemplo) como algo que va en otra dirección, aunque no sepamos bien cuál", acota el crítico En "Cómo se lee" hay un contrapunto visible entre el título del libro -que remitiría a la construcción de un modelo canónico- y el tono general de la obra, que apunta al desdibujamiento de las fronteras y a una concepción de la literatura que hace hincapié en la frecuentación de los márgenes "El título, 'Cómo se lee', puede interpretarse en términos de 'deber ser': cómo debe leerse. Pero, tal como queda claro en relación con Borges y la variación histórica de las maneras de leer, creo que la lectura es una experiencia, y como tal, bastante resistente a la universalización, a todo 'deber ser'", asegura "Por eso insisto, además de en las fronteras y los márgenes (es decir, cuando leer se transforma en otra cosa), en la estructura del desafío. Un texto me desafía a que lo use y que lo lea: 'a ver, qué lees, ¿che?', siento que me dicen los textos -indica Link-. 'Cómo se lee' quiere decir cómo se responde a esa pregunta que plantean los textos. Pero está claro que cada uno de nosotros entenderá esa pregunta de diferente forma" En su tramo final, la obra de Link incluye un análisis de los déficits que generó la apretada articulación entre literatura y mercado que tuvo lugar durante los 90: la agonía del campo intelectual y el empobrecimiento de la industria editorial, que según consigna el crítico el año pasado sufrió una caída del 50 por ciento en la cantidad de ejemplares impresos y del 12 por ciento en el volumen de títulos editados. ¿Por qué en los 90 la doctrina neoliberal se impuso en forma tan excluyente que pulverizó el espacio de las vanguardias? "Mejor es no hablar de vanguardias sino de experimentalismo: porque el experimentalismo, por su misma lógica, siempre funcionó fragmentando el mercado. Y los años noventa son los años de consolidación de todos los mercados, es decir un momento de gran inclusión que no toleró ninguna forma de fragmentación", destaca "No es que la literatura experimental haya dejado de existir en los años 90, sino que el mercado dejó de destinarle un espacio (y la literatura siguió su camino por otra parte: en ediciones más o menos clandestinas, o sin aparatos publicitarios que las respaldaran). Casos como Juan Rulfo, Lezama Lima o Manuel Puig (sucesos de mercado en los 60 y los 70) son impensables en los 90", concluye Link. (Télam).

 

Julieta Grosso

 

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