Sábado 2 de agosto de 2003

Cómo desde la ficción se llega a la verdad

La autora de la primera novela argentina sobre el robo de bebés durante la dictadura habla de todo aquello que no se quiso o no se pudo ver y de lo que aún parece difícil de tratar. Leer su novela "A veinte años, Luz" es comprar un pasaje al horror, pero no a través de un texto macabro ni del panfleto, sino de un esfuerzo literario imprescindible para recuperar en estos días de globalización jurídica. Con talento, convirtió la literatura en búsqueda de la identidad. De esto conversó con "Río Negro".

 

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Elsa Osorio

Elsa cuenta:

Al contrario de la novela que estoy escribiendo ahora, no indagué nada para crear "A veinte años, Luz"; trabajé sobre lo que sabía por la generación a la que pertenezco. Fue difícil, muy delicado encontrar el tono adecuado para dar testimonio de quienes ya no pueden darlo. Por eso, deliberadamente, doy la voz a muchos personajes menos a Liliana, la madre de Luz, desaparecida

Cuando me puse a recrear esa época yo misma me asombré de que el miedo se hubiera conservado intacto en algún lugar de mi propio cuerpo.La elección del personaje de Luz que habla durante toda la novela me ayudó mucho, desde ella pude plantearme preguntas que yo nunca me había planteado, por ejemplo: por qué teníamos hijos tan jóvenes, en esas circunstancias históricas. Luz reprocha a su padre, Carlos, haberla sometido al riesgo de desaparecer en su identidad, pero encuentra un alivio, una salida al saber que fue hija del amor, algo que ella nunca sintió.

Cuando empecé a escribir esta novela no teníamos conocimiento de ningún chico que buscara por sí mismo su identidad, eso estaba allí, latente en la sociedad, y yo sabía y quería que sucediera. La misma semana que se editó la novela se dio a conocer el primer caso de una chica que buscaba ella misma su identidad. Fue emocionante hablar con una de estas chicas (me buscó por la editorial), me dijo que ella se planteaba los mismos interrogantes y realizó los mismos pasos que mi protagonista.

Tal vez, pero esto lo pensé mucho después, escribí esta novela porque sentí que si a mi hijo (que nació en 1976) le hubiera pasado lo que a mi personaje, me hubiera gustado que se buscara, que nos buscara como generación. Afortunadamente no ocurrió esto, pero de alguna manera, el miedo durante el embarazo estaba ligado a algo oscuro, informe, que me decía que alguien podía robarme mi hijo. No sabíamos en ese momento que algo tan aberrante podía suceder, pero inconscientemente, algo presentíamos, lo he hablado con otras mujeres que les pasaba lo mismo.

Por entonces yo tenía mucho miedo. No se sabía exactamente qué era lo que podía pasarnos, es decir, las consecuencias de los secuestros, las desapariciones no eran hechos muy claros. Yo no estaba en favor de la lucha armada, pero creía que había que modificar cosas en mi sociedad. Y sabía que esto era suficiente para ser detenida. Y en el fondo de esta historia personal, yo estaba embarazada.

No me acuerdo cuándo me enteré concretamente de que robaban a los chicos y se los quedaban, que se los entregaban a familias militares o a adictos al régimen.

Si lo hubiese pensado mucho de entrada no habría escrito este libro. La novela fue un proceso de poder dejar salir aquello que tenía adentro, no de una reflexión. Me preguntan ahora: ¿lo sabía en aquel momento? No, no lo sabía. Claro, lo intuía. Pocos años atrás lo hablaba con una amiga, con una compañera de entonces, que también en el '76 estaba embarazada y que su compañero estaba secuestrado. Pudo haberse ido a España, pero tuvo su hijo acá. En el hospital pedía por favor que no le apartaran el bebé de su lado. Pero recién lo hemos hablado veinte años después.

-Luz presiente, intuye...finalmente sus intuiciones son verdaderas. Quiero decir, cuando el origen de una persona viene mal parido en algún momento, irremediablemente, todo salta y mal...

-Luz no es de mi generación, por eso puede hacer ese reproche: ¿por qué teníamos familia en ese momento corriendo los riesgos que se corrieron? O cuando te preguntan: ustedes ¿qué hicieron? Pregunta difícil de responder. Luz le dice todo esto a su padre, Carlos. Pero cuando Carlos habla de su compañera, le dice "cuánto la quería!" Es ahí que Luz se detiene y piensa algo que nunca antes se le había ocurrido: "ah, entonces, yo era una hija deseada"

-Lo mejor que puede escuchar alguien que no es criado por sus padres biológicos, ¿no?

- Cuando un niño es educado en la mentira, todos los días, jamás se puede sentir bien Cuando escribí esta novela pensaba qué pasaría con los chicos que nadie busca, porque no todos tienen una abuela heroica o familiares militantes de derechos humanos. A muchas familias el dolor las pudo, el dolor de la pérdida de sus hijos las inmovilizó

-¿Te pasó alguna vez de desconfiar de tu origen?

-Me ha podido pasar en algún momento, como a cualquier adolescente cuando se enfrenta con sus padres. Pero era sólo en ese instante de rebeldía, muy común en la adolescencia, el problema en la Argentina es que los que nacieron en ese período esta fantasía de la adolescencia puede ser una atroz realidad. Este hecho desquicia. Sin embargo, creo que no se desconfía de la identidad, más que cuando hay razones.

-¿Todas las intuiciones son verdaderas? ¿Cuál es el peso de la mentira?

- Creo en las intuiciones, al menos las profundas. Si he puesto a mi protagonista en certeza de que es hija de desaparecidos cuando es madre es porque creo que se da una especial sensibilidad en este momento. El peso de la mentira es terrible para una sociedad. Creo que, aunque la situación sea dura, siempre será preferible para un chico conocer su identidad. De algún modo la presiente, cuando algo se oculta, aparece siempre por otro lado La verdad y la justicia son salud. La mentira y la impunidad, la enfermedad.

No creo que deba olvidarse -ni perdonarse- lo que sucedió, debe sí dársele un cierre, y el único posible es la justicia. Hay quienes dicen "ustedes siempre en el pasado" pero no es el pasado, hoy hay muchos chicos que no conocen su identidad, hoy siguen desaparecidas miles de personas, es un crimen que se sigue cometiendo.

Creo que la literatura es un camino oblicuo hacia la historia. Curioso, la ficción, un conjunto de mentiras, puede a veces acercar a la verdad más -o de manera diferente- que la propia historia. Con esta novela intenté romper el círculo de la mentira, porque creo que no se puede tapar lo que pasó en la Argentina. No soy de la idea de poner el dolor en primer plano, pero digo que hay que saber. Sucedió tal y tal cosa, y de ahí poder vivir

- Pensando en el personaje de la Bestia, un represor cuya novia no puede quedar embarazada y al mismo tiempo quiere ser madre, ¿cómo te resulta esto de pensar que alguien puede utilizar un ser humano para tener un hijo, para ser padre?

- Me parece aberrante. Cuando escribía el personaje del Bestia hice un inmenso esfuerzo por tratar de meterme dentro y mostrarlo como una persona, porque estos monstruos no son seres de otro mundo, desgraciadamente están en el nuestro. Preferí ponerlo en una escena más íntima, él, como el dueño de la vida y de la muerte, comunicando a su novia que había tenido una nena que pesaba y medía tanto. Así, desde el corazón de la impunidad Me pasaba algo curioso, cada vez que tocaba ese personaje tenía que ir a darme una ducha, limpiarme de él, mientras lo escribía Elsa Osorio dice que la tortura produce mucho más que sufrimiento físico. La delación. Nadie debería juzgarla, por lo tanto, considera. Veamos por qué.

"Hay mujeres que se han dejado humillar, por decirlo de alguna manera, dentro de un campo de detención para salvar la vida y, obviamente, mienten para todos lados. Mienten a quienes las humillan, mienten a sus compañeras de infortunio, pero, ¿quién puede decir lo que está bien y lo que está mal?"

Relata un caso: una mujer que estuvo en un campo de concentración me contó que tuvo un hijo con un represor. Y que ese hijo que tuvo se lo llevó él. Entonces, era una chica. Hoy, señora casada, tiene tres hijos. Su marido y sus hijos ignoran de esta circunstancia. "Leyó mi novela y sintió culpa por lo que había hecho. Mi primer comentario fue: 'lógico, porque nadie va a buscar el producto de una violación'. Ella me replicó que no hubo una violación sino una relación amorosa que ella había aceptado. Le dije: el amor se elige libremente. En un campo de detención, ¿qué libertad hay para elegir?"

- Si bien a usted no le gusta "la literatura de intención", su novela es reveladora para más de uno.... me parece extraordinaria para estos días....

- No me gusta la novela didáctica como intención. No escribo para nada determinado. Pero ocurre que esta novela refleja algo que partió en dos nuestra historia y que es imposible no estar implicado en ella.

Reviví el terror al escribirla. La necesidad de que estos chicos como Luz se encuentren, que encuentren su origen, es también una necesidad egoísta mía de reencontrar nuestros propios ideales. Me pasó que a través de Luz, haciendo una mezcla de su ficción con mi historia, pude recuperar la esperanza. La palabra es también una curación. La palabra sirve.

En la despedida, Elsa reitera: "La palabra sirve".

Cura  

¿Y ahora?

"Estoy escribiendo una novela cuyo eje -y excusa- es el tango, en el converge una amplia gama de personajes de todo el espectro social e ideológico. Es una novela que tiene mucha investigación, ya que comienza a fines del siglo XIX en Buenos Aires y se extiende hasta el estallido del 2001. Es interesante mirar la historia para comprender el presente".

¿Quién es?

Elsa Osorio nació en Buenos Aires. Es profesora de Letras. Actualmente reside en Madrid, donde dicta cursos de narrativa y semiótica.

"Ritos privados", "Reina mugre", "Beatriz Guido", "Mentir la verdad", "Cómo tenerlo todo" y "Las malas lenguas" son algunos de los títulos de sus novelas y ensayos. También es autora de guiones cinematográficos y televisivos y artículos periodísticos.

Su obra mereció el Premio Nacional de Literatura, el Premio al Mejor Guión de Comedia y el Premio al Periodismo de Humor, entre otros.

Horacio Lara

hlara@rionegro.com.ar

 

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