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La evolución de organismos es mucho mayor de lo pensado

Científicos estadounidenses sostienen que la evolución de los organismos es mucho más rápida de lo que se creía, y aportan datos fundamentales para investigar enfermedades como el sida, un virus que cambia aceleradamente y dificulta el desarrollo de vacunas para su tratamiento, en un estudio publicado en el último número de la revista Nature "En la pecera de la vida, cuando los depredadores bien alimentados llevan a sus presas al borde de la extinción, en ocasiones la evolución toma una vía rápida para ayudar a sobrevivir a los que están siendo cazados, permitiendo que prosperen", indican los expertos en una nota presentada en el portal de Internet de la universidad y en el texto de Nature Esta rápida evolución, que fue predecida por los expertos de la Cornell University en modelos informáticos y luego demostrada en el laboratorio, podría jugar un papel importante en la dinámica ecológica de muchos sistemas depredador-presa "Este concepto -agrega el texto- debería ser tenido muy en cuenta por los médicos que investigan las interacciones entre las enfermedades y sus víctimas. Ayudará, por ejemplo, a averiguar cómo el virus del sida consigue cambiar tan rápidamente, dificultando el desarrollo de vacunas" Según Takehito Yoshida, autor principal del artículo publicado en la prestigiosa revista, la evolución "no tiene que ver sólo con dinosaurios y simios. Y puede ocurrir mucho más rápidamente de lo que se creía hasta ahora". Para demostrarlo, Yoshida utilizó animales multicelulares casi microscópicos, llamados rotíferos (Brachionas calyciflorus), que viven consumiendo algas verdes (Chlorella vulgaris) mucho más pequeñas que ellos Ambas especies vivieron durante meses en quimiostatos transparentes de cristal, con nutrientes para las algas y agua Tras observar con atención la evolución de cada población, el grupo de investigadores de Yoshida apreció que sus correspondientes altibajos se producían "fuera de fase". Cuando las poblaciones de rotíferos eran muy abundantes (porque previamente habían tenido muchas algas para comer), las poblaciones de algas alcanzaban su punto más bajo (habían sido consumidas hasta casi desaparecer) Cuando las algas eran muy abundantes, ocurría lo contrario: apenas quedaban rotíferos para comerlas. Estas situaciones se repitieron cíclicamente, en el plazo de varias semanas. Según los modelos informáticos utilizados por los expertos, sólo la evolución de la presa podía explicar el efecto de oscilación. Una vez comprendida la situación, los modelos permitieron realizar predicciones que después serían cotejadas con experimentos.

Una actividad totalmente manual

La extracción de la panopea -conocida como "geoduck"- en forma experimental se desarrolló en el 2001, a partir del interés de un empresario chileno radicado en Canadá, dedicado a la extracción de este recurso en Norteamérica. Luego las dificultades para entrar el mercado oriental -principal consumidor del producto- hicieron que la actividad se detuviera.

Sin embargo, la existencia de bancos y el nuevo tipo cambiario genera nuevas expectativas en investigadores y pescadores artesanales, para los cuales la extracción de esta especie es una alternativa altamente rentable. Por caso, se sabe que se ha llegado a pagar 15 dólares el kilo de panopea en el mercado chino y japonés. Cada panopea puede alcanzar hasta 1.4 kilos, y las embarcaciones que operaron en el 2001 llegaron a extraer 800 kilos en una tarde.

La actividad es netamente artesanal ya que no hay rastras que puedan sacar a los moluscos de donde se entierran, lo que obliga a que la tarea sea estrictamente manual. Con una manguera que expulsa un chorro de agua a alta presión el buzo debe retirar la arena que rodea al sifón, luego introduce su mano en el hueco y tira del órgano del molusco hasta que retira el animal entero. Algunos buzos marisqueros locales han adquirido la técnica y pueden sacar más de 50 panopeas por hora.

A través del corte de láminas de la valvas, mediante un delicado proceso de alta complejidad que permite la lectura de los anillos de las conchas calcáreas, Morsán ha estudiado las edades de estos mariscos y manifestó su sorpresa por el hallazgo de ejemplares de apenas un año.

"Aún resta investigar en el resto de la costa del golfo para saber si existen más bancos diseminados", expresó.

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