El aeropuerto de Bariloche tuvo un día caótico

La llegada de uno de los mayores números de vuelos de la temporada alta, junto con el retraso de una nave y desperfectos en otra, se unieron para congestionar el sábado la terminal aérea.

El número de vuelos, algunos de ellos complicados, alteró la rutina del aeropuerto barilochense.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La extraordinaria concentración de arribos y partidas registradas el sábado hizo que por momentos el amplio y moderno aeropuerto de esta ciudad resultara insuficiente para responder a las exigencias de los turistas. Esa circunstancia, unida a los atrasos en las llegadas y salidas de algunas aeronaves y al desperfecto sufrido por un Jumbo 747 de Aerolíneas Argentinas, generó un clima de insatisfacción que molestó a parte de los visitantes, sobre todo a brasileños que debían regresar a la ciudad de San Pablo.

Con el arribo de 34 aeronaves, el sábado fue uno de los días considerados "pico" en la programación de vuelos de la temporada invernal, pero por congestión de las pistas o saturación de los servicios de recepción y expedición, sobre todo en vuelos internacionales, en el aeropuerto de Bariloche se vivió una jornada de nerviosismo.

Los problemas comenzaron a manifestarse temprano, en parte por razones fortuitas, atribuibles a un breve corte de energía eléctrica y a la suspensión de un vuelo que debía partir con 240 pasajeros, y se potenciaron con el vuelo que debía partir a las 22.15 para San Pablo, con 386 turistas. Este avión llegó con un considerable retraso, y cuando los pilo-tos quisieron ponerlo en marcha, aproximadamente a las 23.15, se produjo un fogonazo en una turbina, que fue advertido con preocupación por uno de los pasajeros.

La explosión fue escucha- da por varios turistas, pero la exagerada trasmisión de la noticia, a decir de un testigo presencial, generó escenas de pánico, gritos y llantos, y un descontento que se prolongó hasta la posterior partida, que recién se hizo afectiva pasadas las 4 de ayer. Un hombre que viajaba con sus seis familiares, sin embargo, en me-dio de una situación de inquietud y tensión, desistió de realizar la travesía en esa nave y prefirió perder sus pasajes, prolongando su estadía en el hotel Llao Llao, al menos por otro día.

Los pasajeros, en su mayoría, abandonaron el avión y saturaron las instalaciones de la sala de preembarque internacional, así co-mo los baños y el único teléfono público disponible. La circunstancia motivó que muchos pasajeros manifestaran su disgusto a viva voz e incluso trataran de a-gredir al coordinador que los acompañaba, porque no les daba solución a sus problemas, pero las autoridades de Migraciones y Aduana extendieron la barrer que limita la movilidad de los pasajeros en tránsito internacional para que tuvieran acceso a otra batería de baños y a un locutorio.

El administrador del aeropuerto de Bariloche, Alejandro Pasquarello, minimizó el alcance de las quejas y atribuyó los inconvenientes a cuestiones imponderables y al intenso movimiento de personas y aeronaves. "Hicimos lo que consideramos mejor para la gente. Arbitramos los medios para que la gente estuviera cómoda, agregando salones y asientos al preembarque internacional, habilitando baños y el locutorio para que los turistas se pudieran comunicar con sus familiares".

La reparación del elemento de arranque de la turbina demandó unas tres horas, pero mientras tanto los pasajeros pudieron cenar en el avión, algo más tranquilos y dispuestos para regresar a su ciudad de origen.

La crisis experimentada el sábado no significa que haya habido colapso en el aeropuerto, pero quizá sirva de llamado de atención para una programación de vuelos más espaciada, tomando en cuenta la excesiva concentración que existe los fines de semana.