Domingo 20 de julio de 2003

Preparativos capitalinos en la estación fría

El magro movimiento ferroviario propio del invierno se alteró, sin embargo, en 1903 en la flamante estación terminal del F. C. Sud: se alistaba la llegada del nuevo gobernador. Eran tiempos de continuo crecimiento del

En 1903 la estación era una de las más modestas de toda la línea del ferrocarril inglés en el Norte de la Patagonia -como lo ilustra esta página con foto de esa época-, pero a la vez, y desde el año anterior, sus andenes constituían también una avanzada, un tanto pretenciosa a sólo un cuarto de siglo -o poco más- de la aparición en la zona de un joven curioso, empecinado y aventurero (Francisco P. Moreno). Fue el que se internó en la precordillera, merodeó por las estribaciones boscosas, y, se sabe, reapareció por la Confluencia urgido pero a salvo: acababa de escapar de la tribu de Sayhueque, todo un rehén en manos de ese emperador de los manzaneros necesitado de negociar con las tropas que finalmente lo asediaron.

El tiempo, que todo lo cambia, y después de la conquista territorial, encontraría en 1903 a Moreno suscribiendo su donación de lo que el gobierno le había adjudicado en Nahuel Huapi y a donde llevarían algunas vez sus cenizas. Pero en este invierno del año 3 faltaba poco para que Sayhueque emitiera el último suspiro (el 8 de setiembre de 1903) en su toldería de La Piedra de Sotel, Chubut, con el privilegio de estar ocasionalmente asistido por el salesiano Lino Carbajal.

Hostigaba el frío típico de la estación cruda y Neuquén estaba a punto de recibir al designado gobernador, pero nadie imaginaba que al año siguiente en la misma punta de rieles a mano de los torrentes que formaban el río Negro, el ministro del Interior descendería en dos espacias oportunidades en esos andenes. En la segunda, sería para sellar la primera parte de la epopeya civilizadora sureña: la fundación del Neuquén.

Solsticio agitado

En el poco poblado Alto Valle de entonces, aquel invierno presagiaba todo tipo de novedades. Sería -en el vocabulario engolado de los funcionarios intelectuales de la época- un solsticio de grandes cambios y regado de sucesos de estridente repercusión. Novedades con portal de entrada -o de salida- en la propia estación terminal ferroviaria apenas se cruzaba el puente que comenzó a construirse en 1899. Por mal ejemplo, un envío de ropa militar de invierno con destino al destacamento de Chos Malal, dormía apoltronado en un rincón de cargas de la estación desde meses atrás sin reclamo alguno. Del hallazgo se enteró el corresponsal de El País y el dato mereció -el 3 de agosto de ese año- un duro editorial sobre la desidia que mantenía desabrigados a los soldados destinatarios de la voluminosa encomienda. Además de denuncia, el editorial era un ataque para el cuestionado comandante Montiel asentado en Chos Malal, y fue publicado a menos de tres semanas de la llegada del tren que traería al gobernador Carlos Bouquet Roldán, y a su bilingüe secretario, el bogotano Eduardo Talero.

Se suponía que ese cambio gubernamental mejoraría al Neuquén, a la vez que la rionegrina Roca -que tenía presencia militar, al parecer en decadencia- atravesaba una crisis (si fueron acertadas algunas crónicas de aquel invierno de hace un siglo). "Es verdaderamente lamentable -ya había dicho El País del domingo 14 de junio- el estado de las tropas que componen el regimiento de artillería de montaña. Con un terreno de dos cuadras por una de ancho cercado con alambrados y arena que arrastra los vientos, el alojamiento es igual o poco se diferencia a un corral en cuyo centro hay un pequeño galpón d ramas y barro en muy mal estado y es donde se guarda los cañones y proyectiles alojándose un reducido número de soldados". Otra tropa , según el matutino porteño, se alojaba en "carpas viejas" y "la lluvia cae sobre los conscriptos como si se encontraran en campo raso".

 

Triste, solitario y final

 

El miércoles 22 de julio el corresponsal del mismo diario en Roca telegrafió la noticia de que trasladaban a la guarnición militar, sospecha surgida de preparativos a la vista. La medida "ha alarmado a la población y al comercio particularmente" -señalaba el corresponsal- porque pensaban que las tropas no serían retiradas "hasta tanto no se solidificara la precaria vida que lleva este pueblo...". La cárcel militar se mantenía, pero "quedaría sin vigilancia alguna" y si la mudanza era cierta "sería bueno que con 24 horas de anticipación hicieran desalojar a los habi

tantes y con el mismo regimiento bombardearan las casas, pues así coincidirían las fechas desastrosas para este desgraciado pueblo en cuatro años" (aludía a la inundación de 1899).

Apenas unas horas después de haber despachado la noticia por telégrafo, el corresponsal se enteró que ea sábado siguiente -25 de julio- partiría el regimiento hacia Bahía Blanca.

Sobre el mismo tema, El País, desde Roca, señaló -el lunes 3 de agosto- que a raíz de la partida del 2 de artillería "este pueblo ha quedado completamente solitario, triste y abandonado" (calificativos que hubiera empleado el querido y alguna vez cipoleño novelista Osvaldo Soriano). Proponía reflotarlo con la construcción del canal "de Vidal a Chichinales por la costa de las sierras" lo que traería alegría a chacareros como Isla, Muñoz, Lizarriaga, Lobo, Rivas, Escalar, García, Stefanelli, Fernández Crespo, Cueto, Benavídez y Gras, por ejemplo. Mientras tanto el lugar lo describía como un cementerio. Sin embargo, el miércoles 5 de agosto telegrafió que el domingo 2 habían concurrido "300 almas" a flamante hipódromo. Pero ironizaba: no hay farmacia y los vecinos los encargan a Bahía Blanca. También describió al cementerio de la chacra del Estado cuyas tumbas había destruido la gran inundación "y los restos que enterraban alrededor". Los esqueletos afloraban y fue el mayor Eufrasio Valdez que, como ex compañero de armas, se apiadó de los del comandante Roque Peiteado, el ex sargento mayor y jefe del 2 de caballería de línea en la campaña de Roca, y le dio nueva sepultura.

 

Belinda Olascoaga

 

De otro militar, pero vivo, aunque relegado en ascensos (el coronel Manuel Olascoaga, ex gobernador de Neuquén), se había ocupado El Municipio, de Rosario, publicación que a principios de junio del mismo invierno del año 3, sostuvo que hacía "un cuarto de siglo que conserva el mismo grado" y además "sin actuar en política, sin formar círculos de corrupción, sin arrastrarse por las antesalas de la presidencia y del ministro de la guerra, sin aumentar el coro de adulones y de los serviles".

Y mientras en Chos Malal algunos alistaban las valijas para marchar, de vacaciones, por ejemplo, el juez Pardo (partió el 1° de agosto), los más imaginaban cómo recibir al gobernador. Por lo pronto un asado con cuero, arcos en la calle 25 de Mayo y buen lunch. El maestro Martínez, director de la escuela encabezaría la comisión.

Pero en aquella capital neuquina, el viernes 7 de agosto, cuando en la aguas del Neuquén se inauguró una balsa de Hilario Sánchez con capacidad para el transporte de animales y carros, partió hacia la punta de rieles Carlos E. López, apoderado del coronel Olascoaga y de su hija Belinda, viuda del asesinado ingeniero norteamericano y buscador de oro Carydon P. Hall.

López volvía a Buenos Aires prácticamente con las manos vacías sin rescatar los bienes de la víctima que cayó en el asalto a la mina norteña junto a dos de sus empleados.

Para entonces pocos sabían o no recordaban que Carlos Bouquet, el padre -fallecido dos años antes- del gobernador por asumir, años atrás había sido el socio de Pedro Nazarre, el que fuera comisario pagador del ejército en campaña (según indagación de Juan Mario Raone), en la pertenencia de la estancia La Argentina en la región de Loncopué, antes de la fundación de ese pueblo en 1897, para el que se cedieron tierras de la misma.

fnjuarez@intelink

Por Francisco N. Juárez

Curiosidades

* Jefe exonerado. El vespertino porteño Tribuna del lunes 20 de julio de 1903 publicó la información telegráfica despachada desde Chos Malal por el malestar que provocaba en esa capital, la permanencia en su puesto, del exonerado comisario Rodolfo Gómez. Un telegrama popular al presidente Roca rogaba hiciera "cesara la administración del territorio reemplazándola con la que responda a los elevados intereses del mismo...".

* Consejo escolar de Roca. Por noticia publicada por El País del 22 de julio de 1903 se conoció la renovación del consejo escolar de General Roca que reeligió a su presidente Abraham Fernández y a otros. Fue completado con el tesorero Félix Isla, secretario Tomás Canto y los vocales Isidro Lobo y Federico Escudé.

* Hallazgo de joven desaparecido. Jovito o Jovino Azocar era un joven roquense que había desaparecido en agosto de 1902 luego de volver a Roca desde el Chubut donde trabajaba en el telégrafo nacional, ya que con sus ahorros quiso visitar a su madre (lo acompañó Pedro Barrios). No regresó a la casa donde se alojaba -de Juan Tagnada- y después su misteriosa desaparición duró hasta julio de 1903 en que su cadáver apareció a dos leguas de la ciudad en los montes del paraje El Manzano, según se telegrafió desde Roca a Buenos Aires el 22 de julio de 1903.

* Amigo sospechoso. El hallazgo del cadáver del joven roquense Azocar (los diarios también publicaron como "Asorca") fue el inicio de la investigación que determinó que Jovino, a los 3 días de haber llegado a Roca, salió con tres amigos rumbo a las chacras pero desapareció. Cuando lo encontraron, el cuerpo estaba completamente seco y con la perforación y huella de un balazo. "Se lo reconoció por las botas, ropas y porque el pelo permanecía adherido al cráneo", dijo El País. El comisario Lorenzo Romano detuvo al joven Barrios, compañero de viaje de Jovino, que tenía en su poder ropa de la víctima.

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La estación de trenes de Neuquén,

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