Domingo 20 de julio de 2003

Creativos para sobrevivir con muy poco dinero

Surgen emprendimientos para captar clientes de bajos recursos.

Muchos son empresas familiares que esconden un origen particular.

 

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Dos hermanos pusieron una feria americana en el mismo local donde antes tenían un amplio frigorífico de carnes que abastecía a Allen.

ALLEN (AA).- Hacer el almuerzo con pocas monedas, vestirse por dos, tres o cinco pesos, y por la misma plata -o tal vez menos- adquirir elementos de limpieza para el hogar, aún hoy es posible. También con escasos billetes se pueden conseguir muebles o electrodomésticos de segunda mano, pero en buen estado.

Sólo basta recorrer la ciudad y darse cuenta de la proliferación, sólo en el último tiempo, de diversos emprendimientos que, si bien no son nuevos en la rama del comercio, parecen cobrar más fuerza en estos tiempos donde las "vacas flacas" siguen a la orden del día.

Son emprendimientos pequeños y medianos, familiares en su mayoría, que han nacido de una forma particular y están dirigidos a un público específico. Además cumplen una doble función: facilitar a algunos la adquisición de productos a aquellos que disponen de pocos recursos para gastar o necesitan ajustarse aún más el cinturón, y a otros poder tener una alternativa "para seguir tirando", tal como opinan los propietarios de la Feria Americana que nació hace pocos meses en esta ciudad y que hoy es todo un boom subido a la cresta de la tendencia nacional Este es un local de venta de ropa usada que funciona en el mismo lugar donde la crisis les hizo perder, a Ricardo y Juan, un frigorífico de carnes donde trabajaba más de una decena de personas, recuerdan los hermanos.

"Empezamos con esto como una alternativa para poder hacer algo, y dentro de todo nos va bien. No es para tirar manteca al techo, pero permite que nuestras dos familias sobrevivan", coincidieron. "No es mucha inversión la que hay que hacer y el riesgo es mínimo", indicaron. Y como su caso, muchos más.

En esta ciudad, en poco menos de un año, los vecinos han visto florecer -algunos con más suerte que otros- los populares "Todo Suelto" donde pueden adquirirse artículos de limpieza sin envasar, y también alimentos, entre otros tantos productos.

Celia y Roberto Suárez pronto van a cumplir un año desde que inauguraron un local donde venden todo tipo de alimentos sueltos. En un amplio local, poseen desde harinas -cerca de una quincena de variedades-, fideos y legumbres, hasta condimentos, galletitas, cereales y un surtido de repostería "Todo suelto se vende acá y a precios muchos más bajos si los comparamos con los de los supermercados, de un 20 a un 30% menos", aclara Roberto, "empezamos con pocas cosas y con las sugerencias de la gente hemos incorporado muchas más".

La idea "salió de la crisis", comenta el hombre, adelantándose a cualquier pregunta y, continúa: "para nosotros, porque estábamos sin trabajo, y también para la gente porque es una forma de que administren su propia situación, que es difícil. Acá la mayoría viene con monedas a comprar, y les alcanza. Llevan un poquito de cada cosa".

Según cuenta, Roberto es licenciado en Relaciones Laborales, vive hace muchos años en Allen y trabajó en diversas empresas constructoras hasta que "un buen día me quedé sin trabajo". "Primero mi señora hacía comidas para vender, pero después se me ocurrió esta alternativa, y nos alcanza para vivir", añade.

La propuesta, novedosa en la localidad, fue bien recibida en general por el público, coinciden Roberto y Celia, aunque la gente "a veces tiene ciertos pruritos acerca de comprar suelto, pero una vez que vienen y ven que tenemos productos de calidad y a precios más accesibles, vuelven".

Sólo basta caminar un poco más por las calles de cada ciudad, para extender la mirada hacia otros comercios que también se están volcando a captar este público diferenciado, que cuenta con recursos limitados. Otro ejemplo los dan los cada vez más numerosos locales de compra-venta, donde abundan todo tipo de equipos, muebles y artículos para el hogar usados.

En materia de vestimenta, Marta Galíndez, dueña hace varios años de una retacería, confiesa que el negocio prácticamente marcha sobre ruedas. "Vendemos retazos por kilo, que son mucho más baratos, cuesta casi la mitad que la tela por metro, y como siempre consigo buena mercadería ya tengo clientes fijos" "En general -comentó la vendedora y modista- la gente busca lo que es barato, y acá por poco dinero pueden llevarse telas para confeccionar la prenda que quiera. No olvidemos que cada vez se ve más gente que aprendió a coser con la crisis. Es la parte creativa de la crisis, ¿no te parece?".

La gente se lleva sólo lo que necesita

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Dos hermanos pusieron una feria americana en el mismo local donde antes tenían un amplio frigorífico de carnes que abastecía a Allen.

"La idea se nos ocurrió por la necesidad. El frigorífico que teníamos, donde trabajaban 11 personas, lo tuvimos que cerrar hace unos dos años porque la situación no daba para más y nos quedamos sin nada. La gente ha perdido mucho poder adquisitivo, sabemos que no pueden comprar nada caro y pusimos esta feria", comentó Juan. "Por ahí no da los resultados esperados, pero hoy permite que vivamos dos familias", agregó el hombre.

Como en cualquier feria de venta de ropa de segunda mano, el local de estos dos vecinos de Allen está repleto de mercadería, ropa para grandes y para chicos: buzos, pantalones, pulóveres, camisas, vestidos, camperas... Los precios van hasta los 5 pesos por un jean o un pulóver, una campera de abrigo puede conseguirse por entre 10 y 25 pesos, y entre 2 y 5 pesos la ropa para niños.

"Es todo elegido por nosotros. Es ropa que está en buenas condiciones, las compramos, todo pasa por un proceso de lavado y desinfección, y después sale a la venta", explicó Ricardo.

¿Se vende bien hoy en día?, les consultó "Río Negro". "Y... cuando empezamos vendíamos más, ahora está un poco parado, pero la gente siempre entra, mira y cuando realmente lo necesita lo lleva".

Además, los dueños de la feria, ubicada sobre la calle 14 de abril, se las ingenian para ofrecer otros productos y sacar constantes ofertas. Por caso, comentaron, si llegan prendas tejidas que no están en muy buenas condiciones, se las desarma y luego se venden los ovillos de lana, a menos de la mitad de precio del valor real.

"Nosotros abrimos esto apuntando a un público de escasos recursos, que por ahí necesita ropa para trabajar o familias que tienen muchos hijos y necesitan vestirlos sin poder gastar demasiado. Pero también viene otra gente, y por eso vemos la necesidad que hay", señaló Juan.

"Hoy vemos gente que tal vez antes regalaba la ropa que ya no usaba, pero ahora la vende. Acá es un desfile de gente que viene a vendernos cosas para hacerse de unos pesitos".

 

 

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