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"Por suerte no se perdió la capacidad de rebeldía y protesta"

El catedrático y ensayista español Román Gubern, que llegó a la Argentina para participar de un foro sobre gestión cultural, aseguró que las nuevas tecnologías están dominadas por parámetros cuantitativos que apuntan a intensificar la espiral consumista de las sociedades modernas.

Considerado uno de los mejores teóricos actuales sobre comunicación de masas y autor de varios libros sobre el fenómeno cinematográfico y las nuevas tecnologías audiovisuales, Gubern participó esta semana del encuentro "Otro horizonte para la gestión cultural: causas pendientes y objetivos a cumplir", organizado por el Centro Cultural de España Más allá de esta problemática, el eje indiscutido de las obras del ensayista es el impacto que las nuevas tecnologías provocan sobre los individuos y las sociedades: "Hoy tenemos a nuestra disposición un entorno mediático riquísimo en imágenes que se superponen y se equiparan entre sí", aseguró Gubern. Sin embargo, la mirada desecha una gran cantidad de estas imágenes y se fija en dos tipos de estímulos: los que están en sintonía con sus intereses (si yo soy calvo, por ejemplo, me fijaré en un aviso que proponga soluciones para la calvicie) o los que responden a la agresividad del estímulo, es decir, aquellos que apelan a componentes eróticos o violentos para hacerse oir en la jungla de los mensajes", destacó. Esta diversidad está atravesada por un fenómeno que equipara y neutraliza todos sus componentes: "No hay jerarquías para estructurar el mundo de las imágenes y el resultado es una banalización de los medios audiovisuales". "La prodigalidad, en general, lleva aparejado el fenómeno de la trivialización. Un buen ejemplo de esto es el televisor, que tiene unos 80 canales y uno se la pasa haciendo de zapping de uno a otro hasta que termina apagando el aparato -indicó-. Hay una gran oferta aparentemente diversificada pero la verdad es que apenas se puede ver algo. Por eso, no hay que confundir la cantidad con la calidad" "La tecnología, por un lado, estimula la libido consumista y deseante, y por otro crea frustraciones; estimula nuevos deseos y necesidades en los que se expande el tema mercantil y consumista; ahora, para ser feliz hay que tener muchos objetos y servicios, un coche grande y un traje bonito y ser deseado o deseada", señaló. "El hombre que sólo puede acceder a un coche pequeño y no al grande que quería, termina frustrado; la mujer que se compara con la gran heroína que aparece en la televisión y descubre que no es como ella, acaba deprimida. En definitiva, la tecnología está generando todo el tiempo nuevos deseos y nuevas frustraciones", precisó el ensayista Según Gubern, hay una espiral consumista que aspira a aumentar el nivel de intensidad de los fenómenos: "Nos encaminamos hacia una espiral consumista. Hay una obsolescencia planificada para que cada tres años se tenga que cambiar la computadora y cada cinco el coche. Y eso, evidentemente sólo beneficia a las grandes industrias". "El único correctivo que encuentro es la búsqueda de un equilibrio entre modernidad -progreso, tecnología- y sensatez, para no ser víctimas permanentes de los designios de las grandes multinacionales que intentan sacarnos el dinero y decirnos cómo hemos de vivir", aseguró. Frente a ese escenario, Gubern se reserva una cuota de optimismo: "Estamos sujetos a los imaginarios que la industria cultural suele imponernos, pero también hay capacidad de reacción, y con frecuencia vemos que, de una forma inesperada, surgen protestas, movimientos alternativos, discrepancias". "Pese a los sutiles mecanismos de control que son la presión mediática y la publicidad, el ser humano no ha perdido la inteligencia, ni su capacidad de reacción, de rebeldía y protesta. Aún quedan reservas suficientes para que, al menos periódicamente, surjan respuestas a la realidad impuesta por los grandes monopolios mediáticos", concluyó el catedrático.

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