Jueves 17 de julio de 2003

El secreto encanto de dominar el deslizamiento

Todos pueden aprender a esquiar o surfear en la nieve de Chapelco.

Una mirada a los primeros pasos para animarse y disfrutar del cerro.

 

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L a Escuela de Chapelco cuenta con más de 150 especialistas en las distintas modalidades. Una opción formidable para todas las preferencias.

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Calzarse tablas, leer las condiciones del terreno y la nieve, sentir la sensación del deslizamiento con el secreto encanto de ser capaces de dominarlo. No es privilegio de expertos, ni de un biotipo u otro. Altos, bajos, flacos, gordos.... Todos pueden esquiar. Todos pueden surfear...

Del asunto se encarga la Escuela de Esquí y Snowboard Chapelco, que dirige Agustín Neiman.

Se trata de una institución que está entre las más reconocidas en su tipo en el país, un país que para sorpresa de muchos no conocedores de los deportes de invierno es a su vez distinguido en el mundo por la calidad de sus instructores, que incluso han desarrollado escuela propia con técnicas de vanguardia.

Instructores argentinos, y por cierto entre ellos mucho sanmartinenses, dan sus clases en contratemporada en Andorra, en Austria, en Canadá, en Estados Unidos.

Lo curioso es que, acaso, las carencias que en muchos sentidos exhibe el país han propiciado el surgimiento de instructores de capacidad superlativa.

Agustín Neiman tiene su teoría en ese sentido: "Tal vez un motivo es que casi el único camino para que alguien se dedique profesionalmente al esquí o al snowboard en la Argentina es ser instructor. La competencia es muy difícil y costosa, no hay muchos spónsores como sucede en otros deportes..."

"De modo que muchos de los chicos que hacen sus experiencias en clubes y que llegan a cierto nivel de competencia, imposibilitados luego de seguir se dedican a perfeccionarse como instructores, y eso alimenta el surgimiento de muy buenos profesionales", explica Neiman.

La Escuela de Esquí y Snowboard Chapelco cuenta con unos 130 instructores, que en el segmento de temporada alta llegan a más de 150. Este año, comentó Neiman, hay una más que interesante demanda de cursos y clases, en sintonía con el crecimiento que se produjo ya el pasado invierno.

Los cursos son semanales, para adultos y menores. Las clases colectivas para adultos tienen una duración de 90 minutos por la mañana y otros 90 por la tarde. Las clases colectivas para menores tienen a su turno una duración de 120 minutos por la mañana y otro lapso igual por la tarde. Los más pequeños pueden acceder a la "Junior Academy", de día completo, que incluye el almuerzo con un instructor.

Para los recién iniciados, incluso para aquellos que jamás han pisado la nieve, los progresos de la mano del instructor son notables ya en la pri

mera semana, aun en los primeros dos días de clases.

En ese período se adquieren las herramientas básicas que luego permitirán bajar "solitos" cualquiera de las pistas fáciles de la montaña. Y a no dudarlo, la sensación de sabernos capaces de dominar el deslizamiento es fantástica y tan personal que se hace difícil ponerla en palabras.

Primero se pasa por una adaptación elemental al equipo (tablas, botas, fijaciones, etc), luego se continúa con una adaptación a la sensación del deslizamiento. Sigue la famosa práctica de la "cuña" (en esquí), para controlar la velocidad, y para hacer cambios de dirección. Y por cierto, se aprende y se practica a interpretar el terreno para dominar los esquíes.

Otro tanto ocurre para los interesados en el snowboard, aunque con técnicas distintas al punto que los instructores son diferenciados ya que -dicen los que saben- hay un mundo de distancias entre una y otra modalidad.

El sólo hecho de mantener los pies separados -en esquíes- o ambos unidos a una misma superficie -en snowboard-, implica toda una diferencia en las técnicas de enseñanza y dominio de la tabla, así como en la resolución de las distintas alternativas que ofrece el terreno de deslizamiento.

Ahora bien. Una vez que los primeros pasos del aprendizaje se han dado, nadie puede ensayar una ley universal sobre qué es mejor, si esquiar o surfear, por cuanto se trata de una sensación personal. Hay que probarla. Anímese.

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