Domingo 6 de julio de 2003

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Dimite el gobernador del Neuquén y trae alivio

Atacado en 1903 por la prensa popular -El País, Tribuna- y defendido desde páginas con alcurnia, al gobernador Alsina le flaqueó el ánimo pero no el pulso: renunció el 18 de julio.

El primer rumor en Buenos Aires sobre categóricos cambios en el gobierno del Neuquén corrió en la tarde del 3 de julio de 1903. La versión sostenía que el presidente Roca acababa de instruir al ministro del Interior Joaquín V. González sobre la necesidad de reemplazar a Juan Ignacio Alsina, el gobernador de Neuquén jaqueado por duras críticas. El cuestionado prolongaba su permanencia en Buenos Aires para maquillar su imagen y eludir los ataques, anotándose -para desencanto de sus enemigos- algunos logros. Consiguió la desaparición momentánea de indicios de remoción. Así sus gobernados sospecharon que el gobierno central había optado por la cautela: prefería que Alsina cediera su cargo.

Mientras tanto, la prensa seguía sin medias tintas: El País y el Tribuna, principalmente, disparaban metralla contra Alsina y otros diarios nacionales (La Nación, por ejemplo) lo defendían.

 

Al son de La Marsellesa

 

Cuando el martes 14 de julio -la fecha nacional de Francia- Roca firmó el descabezamiento de la cúpula policial del Neuquén -todo un desaire para Alsina-, La Nación preparó una franca defensa de Alsina. Puntualizó que ninguna de las irregularidades y otras denuncias contra la administración del gobernador y analizadas en el "minucioso informe presentado al Ministerio del Interior por el comisionado al Neuquén" (refiriéndose a Carlos R. Gallardo, que en la práctica fue designado como interventor el 23 de marzo de ese año), pudieron comprobarse. A la misma hora del cierre de esa edición porteña, en Chos Malal, la colectividad francesa festejó otro aniversario de la Toma de la Bastilla con un banquete servido en la casa del comerciante Celestino Boudet. La cabecera fue servida para los invitados de honor que eran "el gobernador (interino), secretario, juez letrado, secretario, jefes del regimiento 2°, receptor de rentas, jefe de policía y juez de paz. Terminado el banquete se improvisó un baile que duró hasta la madrugada". Boudet, seguramente presintiendo que el gobierno de Alsina estaba en plena agonía, había decidido el agasajo a manera de una despedida, inusual gratitud en esas latitudes donde en esa jornada se encaró la firme entonación de La Marsellesa.

La nota de La Nación apareció a la mañana siguiente -15 de julio- pero sin eludir que "según declaración de los vigilantes (consignado en el informe Gallardo, claro), el jefe de policía los obligaba a efectuar sus compras en la casa Boudet, comprobándose también que algunos empleados no reunían condiciones en la medida que se requiere..." En la trastienda de la Casa Rosada, sin embargo, "el tema Neuquén" estaba secretamente resuelto y el personaje elegido para reemplazar al gobernador Alsina, totalmente decidido. Era un cordobés a quien Alfredo Palacios y Salvador Dalí le hubieran envidiado sus bigotes, extensos y muy arqueados: se llamaba Carlos Mauricio A. Bouquet Roldán, tenía 48 años y estaba casado con la tucumana Carmen de Zavalía.

 

La renuncia esperada

 

Con los comisarios defenestrados no bastaba y aunque se produjera el cambio de gobernador y plana mayor de empleados ¿cómo seguiría la lucha planteada contra el periodista D'Achary? ¿Seguirían los embargos y presiones a los más fuertes comerciantes y vecinos de Chos Malal si los otros funcionarios con poder aliado a Alsina no se removían? El comandante Montiel dependía del ministro Ricchieri y algo parecido sucedía en el área judicial. La pelea seguiría, entonces, planteada en todos los niveles, pero ya sin Alsina.

Este esperó hasta el sábado 18 amasando no poco rencor que abortó cuando redactó la renuncia dirigida al ministro del Interior. Después que su pluma corriera en un exordio sobre las consideraciones con que fue elegido "para los servicios públicos que se me confiaban", pasó a confrontar. "Sobre la base de las informaciones producidas por el señor comisionado (Gallardo) y que V.E. creyó innecesario hacerme conocer, se ha dictado el decreto del 14 del corriente (el que defenestró a los comisarios) que desvirtúa todas las inculpaciones hechas, al mismo tiempo que revela la intención criminal de sus autores". Pasaba luego a considerar que "por conclusiones erróneas" se había llegado a tomar "medidas de importancia para la administración del territorio que no creo justificadas...", algo que consideraba haber "quebrado también la autoridad que para su desempeño he considerado siempre necesaria. No me es posible, pues, continuar como gobernador del Neuquén y presento por intermedio de V. E. al señor presidente de la República la renuncia del cargo que por decreto de junio 20 del año ppdo. se sirvió conferirme".

La interminable historia de quien quiso llevar la capital a Las Lajas, había concluido. Aunque Alsina debió esperar hasta el lunes (20 de julio) para entregar su dimisión.

 

El pingo cumplió

 

Aquel lunes aún no se tuvo en Chos Malal el dato certero sobre la renuncia. Ese día D'Achary apuntó sus cañones contra el comandante Montiel a la hora de hacer el despacho telegráfico a su diario. Comenzó asegurando que "para amortiguar la ruinosa caída del oficialismo local, han colocado un arco para corrida de sortija...frente al regimiento 7 de caballería, puesto exclusivamente para los empleados del señor Alsina y oficiales y jefes del mismo cuerpo". De inmediato siguió con su prédica para mostrar cómo se hacían las cosas por aquellos parajes, mucho más para formar un juri de máxima autoridad en la corrida y pago de premios. Aludiéndose, D'Achary señaló que "el corresponsal de El País, excluido como siempre del seno del oficialismo, ofreció sin embargo su mejor caballo a uno de los empleados invitados al torneo. Tan amaestrado estaba el animal que en la primera corrida obtuvo un premio que sin embargo no fue entregado...". Se anuló la corrida por pertenecer el victorioso "a persona extraña al torneo". Lo decidieron entre el comandante Montiel y el gobernador interino Bravo, quienes, según el corresponsal de El País, se ganaron la chiflatina de la concurrencia. La nota del diario fustigaba a Montiel para que Ricchieri lo penara y ponderaba al mayor Villarino (el segundo jefe) por ser el que mantenía a la tropa instruida y disciplinada.

Inmediatamente se supo en Chos Malal de la renuncia de Alsina poniéndose telegrama al presidente de la República y a varios directores de diarios, en todos los casos, en expresión de agradecimiento. No faltaban las firmas de D'Achary, Agote, Cruz, Costa, Pueyrredón, Alvarez y Campos entre 200 firmas. Claro, para algunos, las penurias podrían continuar.

fnjuarez@interlink.com.ar

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