Lunes 21 de julio de 2003

La semana en Bariloche

Grilla de partida

El tramo inicial de la campaña que lleva a la elección municipal del 31/8 dejó hasta ahora muy pocos datos alentadores. Exhaustos por el frenético revoloteo del cierre de listas (más cercano a una agencia de colocaciones que a un cotejo meditado de afinidades ideológicas), la mayoría de los partidos demoran la puesta en marcha de sus estrategias para captar votantes.

Es ocioso decir que Bariloche pondrá mucho en juego el día del comicio. Nada menos que la posibilidad de darse un gobierno que la saque de la discusión banal y la emergencia perpetua.

Hasta ahora las vaguedades discursivas llevan a pensar que la competencia electoral se jugará sobre terreno conocido. Pero existe también la expectativa subterránea de que el clima de sinceramiento y de módico desafío al "posibilismo" que puso sobre la mesa el gobierno nacional contagie a la política local.

Existen algunos detalles singulares en la carrera por el gobierno municipal en la ciudad lacustre. A saber:

- Como en ninguna otra ciudad de la provincia, la oferta es abundante. Hay once candidatos a intendente. Pero todavía falta comprobar si representan once propuestas diferenciadas.

- Predominó la tendencia a buscar figuras de buena imagen (Bachmann encabeza la boleta del PPR, Caram la del MARA, Brogger la del Frente Grande), con un reconocimiento obtenido por fuera de los partidos. Una descarnada aceptación de que -en su mayoría- los políticos de raza son casos sin remedio.

- Las fuerzas con obligación de ganar (en lo esencial, el PJ y la UCR) actúan con el cuello ceñido por la soga del resultado provincial. Saben que un fracaso electoral en Bariloche les cerraría el paso de la gobernación.

- La evidencia de que el turismo inició un espiral ascendente cuya dinámica -salvo imponderables- se mantendrá por varios años. Ese escenario incluye varios problemas a resolver: el futuro del cerro Catedral, la relación con Parques Nacionales (que desde hace años bloquea el aprovechamiento del Nahuel Huapi) y la forma de atraer cuanto antes inversiones genuinas, de lo cual depende el descenso del desempleo y la pobreza.

Marcada la cancha, falta nomás que el debate alcance el volumen deseable en cualquier etapa crucial. Pero la praxis política que se deja ver parece inclinada a reincidir los vicios de siempre.

El radicalismo no dudó en pactar con el intendente Alberto Icare y apoyar su reelección. Icare aceptó el convite, recordando que siempre fue afiliado radical, y mandó a archivo sus principios vecinalistas. El MUP, que un año atrás le había servido de plataforma para llegar a la intendencia, prefirió no competir para evitar papelones, reconociendo que los votos son de Icare.

El FG repartió puestos en su lista con criterios propios de partido chico y cerrado. La actual concejal por esa fuerza, Irma Haneck, se enojó por el desplazamiento. Al día siguiente se subió al tren de la UCR, que le ofreció el segundo lugar en su lista. ¿Coincidencias programáticas? En todo caso, se dibujan después.

El PJ se propuso definir candidaturas sin internas y terminó en una riña de proporciones. Conformó una lista que no seduce a nadie y algunos descontentos se fueron al MARA.

En el PPR abusan del conocido truco del escudo, calculando que llevar para la intendencia a una independiente prestigiosa es la mejor forma de colar a algún concejal, que sí es del partido y va por lo seguro.

En definitiva, poco riego. Frases gastadas, argumentos contrahechos y ética resbalosa. Todo termina siendo un emergente más de la política dietética que reina desde hace años, sin ánimo alguno de romper la indiferencia del vecino. Un vecino desalentado ante tanta identidad confusa y espejitos de colores. Aunque es cierto que le queda todavía el arma del voto.

Y la historia reciente señala que los barilochenses, a su modo, son imprevisibles. Ningún intendente de la última década pudo ganar por paliza (siempre hubo reparto parejo de preferencias). Hace apenas dos años el voto bronca fue uno de los más altos del país y hace uno, ganó un movimiento vecinal. Maneras todas de advertir que ya es momento de escuchar proyectos en serio. De que hay campo propicio para que la reflexión y la polémica útil recuperen su reputación.

El municipio está necesitando mensajes claros y directos. Por allí pasa la única forma cambiar el rumbo, con un gobierno que funde su legitimidad en el consenso comprometido y no rapiñado a puro embuste.

Daniel Marzal

rionegro@infovia.com.ar

 

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