Cómo crear y vencer a la desocupación

Artesanas coordinan distintos talleres de telar, pintura y tejidos.

La idea es que otros aprendan esos oficios y obtengan una salida laboral.

ALLEN (AA).- Telares, tejidos a dos agujas, pintura, macramé, corte y confección y demás actividades, conforman desde los últimos meses el pretexto perfecto para la unión de un grupo de mujeres artesanas en esta ciudad.

Aunque, en rigor de la verdad y "más allá de todo pretexto", aclaran, se trata de labores creativas que forman parte de su vocación y las aunaron en sus ganas de contar con una salida laboral certera. Cumplido ese objetivo, ahora se dedican a enseñar y ofrecer la misma posibilidad a otras personas.

La propuesta se concentra en las remozadas instalaciones de la vieja Estación del Ferrocarril, que está en manos de la Fundación Quillahue, cuyas puertas permanecen abiertas todos los días para que los interesados puedan aprender allí nuevos oficios.

Patricia Cifuentes es la encargada de dar las clases de tejido y corte y confección, Mirta Garrido explica los secretos de un buen armado de los telares mapuches e Isabel Escobar enseña todo lo que sabe sobre pintura en tela, porcelana fría, tarjetería y cestería china. Pero además, en las últimas semanas, se sumó Haidé para iniciar clases de apoyo escolar.

"Comenzamos el año pasado a charlar con las chicas, y la idea era armar un lugar propio para dar estos talleres, para enseñar y también vender nuestros productos como una salida laboral, porque ninguna tiene un empleo fijo", comentó Patricia.

Es así que de a poco fueron dando forma a la iniciativa, y ahora pretenden difundir el emprendimiento para lograr mayores adhesiones."Usamos en general materiales reciclados o de bajo costo. En mi caso los telares los hice yo misma, con madera usada y también sirve con palos de escoba, no es difícil", contó Mirta, recibida en la Escuela Laboral.

Las clases se dictan tres veces por semana, a un costo muy accesible, y también se ofrecen para la venta diversos productos hechos en forma artesanal. Ahora, entre los planes más inmediatos, tienen en carpeta realizar una exposición de productos.

Estos son los talleres que se dictan sobre el andén del ferrocarril: tarjetería, cestería china, porcelana fría y pintura en tela todos los lunes miércoles y viernes por la mañana de 9:30 a 11, y apoyo escolar, telar y corte se dan durante las tardes de 15:30 a 17. Quienes deseen consultar mayor información pueden dirigirse a la estación.

El repartidor "más querido"

Tambero y productor, de profesión. Don Carlos Macchi, con sus joviales 75 años, y alejado hace tiempo de su actividad en el tambo, para muchos aún hoy sigue siendo el "repartidor de leche del pueblo" más querido.

Es que desde muy joven, y acompañado por su familia -todos radicados en una generosa porción de tierra en Guerrico-, Carlos Macchi pasó muchas noches y madrugadas de verano e invierno entregando puerta por puerta leche "fresquita, recién ordeñada", según cuenta.

A bordo de su carrito lechero tirado por caballos, el hombre -siempre sonriente, silbando y de mangas cortas (incluso en los más crudos inviernos)- sabía andar y desandar una y otra vez los caminos que lo llevaban hasta sus cientos de clientes.

Esta familia, se radicó, abrió su tambo y desde fines del '49 inició el reparto de leche, tarea que Macchi desarrolló por más de 20 años. Carlos llegó de Buenos Aires muy joven, y aquí se casó con Parma Peschillio, su inseparable compañera de los últimos 48 años Ambos tuvieron dos hijas y ahora disfrutan de sus cuatro nietos. "Sabía andar toda la madrugada en verano y también en invierno, era una vida muy dura", dice Macchi.