Lunes 21 de julio de 2003

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El rechazo de la liga oficial

La UCR manda en el fútbol libre barilochense

Política y fútbol barrial se mezclan en Bariloche, donde una liga independiente tiene los "favores" del radicalismo. A cambio de subsidios, "mueven gente" en épocas electorales.

 

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El gobernador Verani y el candidato radical Miguel Saiz en un reciente acto en el gimnasio de Adeful.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB)- Nadie los llama "clientes", porque son jugadores, técnicos, delegados o hinchas. Pero cada uno de los actores de ese fenómeno de deporte popular que es la Asociación de Fútbol Libre de Bariloche (Adeful) son parte de uno de esos clásicos entramados en los que el poder político ofrece dinero a cambio de apoyo electoral.

La obsesión del radicalismo por consolidar su hegemonía a través de la inserción barrial encontró en el fútbol un instrumento inmejorable.

Durante largo tiempo la pasión por el deporte más popular sólo se podía canalizar a través de la Liga de Fútbol Bariloche, entidad vinculada a la AFA. Fuera de eso sólo existían los certámenes informales.

Desde su misma constitución, el fútbol libre se convirtió en espacio privilegiado del clientelismo montado por el gobierno provincial. Cumple una importante función de fomento deportivo en los barrios, pero al mismo tiempo constituye una extendida red de punteros y simpatizantes que garantizan la base territorial de la UCR en Bariloche.

La cadena de favores mutuos se edifica desde el reparto periódico de subsidios a los "clubes", que en muchos casos no son más que una agrupación de amigos que no tiene sede ni cancha. Ni hablar de la personería jurídica.

El fervor competitivo tiene a su vez un vínculo directo con el trabajo político, ya que la distribución geográfica de los equipos se extiende de manera uniforme por casi todos los barrios de la ciudad. Y muchos de los jugadores y delegados de los clubes son también activistas radicales que reparten víveres y "mueven gente" en tiempo electoral.

Las jornadas deportivas en el gimnasio de Adeful suelen extenderse hasta la madrugada. Y como en los picados de barrio, el consumo de alcohol está incorporado al folclore futbolero. For-ma parte del rito la compra de cerveza en el bar del gimnasio para saciar la sed tras el partido.

Hace dos años la dirección de Inspección General del municipio clausuró la sede de Adeful por la venta de alcohol no autorizada, pero pocos días después el intendente Atilio Feudal levantó la sanción. En aquel momento se especuló que había recibido una exigencia directa de la primera espada del veranismo local, el legislador Hugo Castañón.

Otro dato que circula en boca de todos da cuenta de que si bien hay muchos dirigentes con vocación, es muy difícil conducir Adeful sin ser fervoroso militante radical. De hecho, luego de alguna escaramuza motivada en esa clase de incompatibilidades, la presidencia volvió a recaer hace un par de años en Luis Valderas, un incondicional puntero de Castañón.

 

Los fondos 

El trabajo de estos "clubes" para recaudar fondos es constante pero se les hace muy difícil crecer como instituciones porque gran parte del dinero que se consigue va a parar a las oficinas de Adeful. Inclusive se organizan grandes loterías familiares en donde todos los clubes están obligados a aportar gente para trabajar. Allí se manejan grandes sumas de dinero (en una época el premio mayor de la noche era un automóvil) pero un gran porcentaje de las ganancias quedan en Adeful y no en los clubes.

Una vez abonado el monto de afiliación, los clubes deben pagar una cuota mensual de mantenimiento (entre 30 y 200 pesos, según la categoría). También deben pagar la inscripción para cada uno de los torneos que se juegan (que son 4 o 5 durante el año). Además, los clubes gastan mucho dinero en las multas que se les cobran por diversas situaciones, como sufrir amonestados o expulsados en un partido, no presentarse a un encuentro o hacerlo con menos jugadores de lo que establece el reglamento, provocar incidentes, etc.

Estos importes, así como juegos de camisetas, suelen ser aportes que canaliza la UCR rionegrina. En las tradicionales cenas (a-niversario en noviembre y cierre de temporada a mitad de año), los clubes están obligados a vender una determinada cantidad de entradas y si no lo hacen debe abonar el dinero correspondiente.

Generalmente, esto último no ocurre y mucha gente se lamenta por no haber podido adquirir una entrada. Dichas veladas cuentan con un promedio de 800 personas y en cada una de ellas, los discursos de los políticos están a la orden del día. A lo largo de los años, intendentes, directores de deportes, concejales, diputados y hasta gobernadores ocuparon un lugar en la mesa principal.

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