Viernes 4 de julio de 2003

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Análisis

El fantasma de Somalia

Desde principios de mayo, un promedio de un soldado estadounidense ha perdido la vida cada dos días a causa de acciones hostiles durante la realización de su misión en el marco de la ocupación militar de Irak Si esto es la paz, ¿por qué se parece más a una continuación de la guerra?

El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, ha tratado de restar importancia a las bajas. Sin embargo, la situación en Irak ha comenzado a resonar cada vez más fuerte en la prensa y la televisión Algunos comentaristas sugieren que las tropas estadounidenses estaban miserablemente mal preparadas para hacer frente a la clase de anarquía violenta que los planificadores del Pentágono debieron haber previsto.

El desarrollo de la situación en Irak comienza a mostrar una pavorosa semejanza con una debacle militar en el pasado, la Batalla de Mogadiscio en Somalia, en 1993, cuando 18 soldados estadounidenses fueron ultimados en enfrentamientos callejeros con miles de somalíes. Aquella batalla fue el resultado de la enorme brecha cultural entre las tropas norteamericanas, desplegadas en Somalia en el marco de una misión humanitaria para distribuir alimentos entre la población, y los miembros de tribus islámicos que veían a los estadounidenses como una fuerza colonial enviada para someterlos.

Las imágenes de cadáveres estadounidenses siendo arrastrados por las calles de la populosa ciudad somalí, con niños pateándolos y golpeándolos con palos, fueron mostradas infinidad de veces por la cadena CNN. La primera consecuencia de la tragedia fue la decisión de retirar rápidamente las tropas norteamericanas, que oficialmente fueron colocadas bajo mando de las Naciones Unidas.

Cuando el gobierno de Bush tomó posesión, el nuevo lema era éste: Irak supone un peligro inmediato para Estados Unidos y Saddam Hussein debe ser desplazado del poder Recordando a Somalia y el desastroso efecto político de aquellas espantosas imágenes televisivas, la segunda parte del lema decía: Estados Unidos no se va a involucrar en la construcción de un nuevo Irak Irónicamente, Bush ha cambiado de opinión mientras tanto, al darse cuenta de que la reconstrucción de Irak está inevitablemente correlacionada con el derrocamiento del régimen de Saddam, como ha sido el caso también en Afganistán. El gobierno de Bush se encuentra ahora ante un dilema: reducir su número de bajas y evitar una nueva catástrofe política, como la de Somalia, o incrementar su intervención en los acontecimientos de Irak. Lo que está en juego es la reelección de Bush en 2004. (DPA)

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