Viernes 4 de julio de 2003 | ||
"Mejor solos que mal acompañados" La UCR rionegrina marcha a las urnas ajena a toda relación con la estructura nacional del partido. Sólo quedan afectos y una historia en común que ya suena a lejana. Por lo demás, casi nada los une de cara al futuro, al menos, el inmediato. Así se ve el radicalismo rionegrino en relación con la estructura nacional del partido. Un distanciamiento no buscado, pero determinado por la necesidad de poner distancia a la crisis que vive el radicalismo a escala país. No quedar pegado a ese deterioro es la consigna dominante en la fuerza que sostiene al gobierno rionegrino. Una convicción que nació mucho antes del terremoto que se descargó sobre el partido en las elecciones presidenciales. Porque hace más de dos años -cuando la Alianza se diluía- Oscar Machado había deslizado un diagnóstico hacia el interior del radicalismo rionegrino. Habló desde el minucioso conocimiento que tiene de toda la estructura por entonces liderada por Raúl Alfonsín. -Hay que acostumbrarse a la idea de que a nivel nacional es posible que estemos en vías de extinción -dijo y machacó. Nadie en la carpa provincial del radicalismo definió de alarmista ese diagnóstico. -Entonces, nos dimos cuenta de que debíamos preparanos para salvar las papas -comentó semanas atrás Pablo Verani. En otros términos: "Hacer la nuestra y como podamos". El divorcio en cuestión tiene hoy características muy definidas. Veamos: * El radicalismo rionegrino ya en campaña desliga su discurso de toda referencia nacional vinculada con su matriz nacional. Habla nada más que de "nosotros aquí y ahora". * En ese camino funge como una fuerza de neto corte provincial. A la hora de la reflexión de sus candidatos, se circunscribe a ese escenario y nada más * Ese discurso emerge también ajeno a todo vínculo con el pasado del radicalismo como poder. No hay la más mínima mención -por caso- a Raúl Alfonsín y el proceso de transición hacia la democracia que lideró a partir de diciembre del 2003. O sea, es por demás evidente la predisposición a evitar todo vínculo con la historia inmediata. Algo así como: "¿Nosotros?... Nosotros somos nuevos". * El radicalismo rionegrino está hoy libre de toda influencia por parte de éste o aquel dirigente nacional. Ninguno de éstos mantiene la más mínima cuota de gravitación ni siquiera sobre un sector de sus correligionarios rionegrinos. * En relación con lo anterior, sólo se mantiene la cadena de afectos que a lo largo de años de militancia relaciona a unos y otros. Ese es el caso -por ejemplo- de Federico Storani, que aun con un poder a nivel de zócalo, tiene vigente una precaria trama de relaciones con sectores juveniles del radicalismo rionegrino. * En materia de vínculos, este radicalismo se "federalizó". ¿Qué significa esto? Que le interesa más el contacto asiduo con dirigentes partidarios provinciales que con los remanentes de lo que queda a ese nivel en la conducción nacional. "Hoy nos interesa más que Chubut siga en manos del partido, que las exigencias del Comité Nacional para que podamos meter dos diputados nacionales... A esto hemos llegado!", dijo ayer a este diario una fuente con gravitación en el esquema de poder del oficialismo. Y aportó un lugar común para cerrar su reflexión: -Y sí... mejor solo que mal acompañados!... Así está en Río Negro el partido de la "mística creadora" de la que habla su historia.
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