Lunes 21 de julio de 2003
 

Kirchner: ¿qué izquierda?

 

Por Gabriel Rafart

  La reciente cumbre del progresismo "mundial" a la que asistió Kirchner, junto con respetables líderes de gobiernos, expresa el fin del ostracismo de la izquierda? ¿El apotegma, del ya olvidado profeta Francis Fukuyama, que anunciaba la muerte de las construcciones estatales del socialismo de posguerra y el triunfo del capitalismo con democracia liberal, fue sepultado por este renacer de la izquierda? Si el progresismo que informó la cumbre de Londres es de izquierda: ¿en qué grado?, ¿es centro izquierda o es una izquierda que mira al centro? Los primeros pasos del gobierno de Néstor Kirchner, incluida la reciente exposición internacional: ¿son actos políticos de izquierda? ¿de qué izquierda?
Si somos atentos a las ahora visibles críticas de ciertos protagonistas "clásicos" en nuestro mundo de publicistas y voceros de esos intereses corporativos siempre ganadores, la presidencia de Kirchner retomó para la Argentina la senda trazada por Carlos Marx y Vladimir Ilich Ulianov desechada en sus respectivas cunas de origen. Según estas voces, la nominación para juez de la Corte Suprema de un hombre que busca "despenalizar" la función punitiva del Estado, desde su "marxista" criminología crítica, es un acto propio de la izquierda. La opción por políticas de tibio distribucionismo salarial, sin llevar a los empresarios a una mesa de "consenso", es otro dato más del rumbo izquierdista que lleva hoy la presidencia. La entrega de cargos clave en el Ejecutivo nacional a muchos hombres y mujeres de pasado militante en el peronismo radicalizado de los setenta, junto a la salida de tal o cual funcionario a poco de ser designado por haber trabajado en las oficinas de López Rega o por patrocinar a quien se apropiara de manera aberrante de niños de desaparecidos, son expuestos como algo más que un intento favorable a un recambio generacional de la clase política y la ética pública para estos tiempos.
Faltaría mencionar las críticas hacia el descabezamiento de la cúpula militar como primer acto de gobierno y la convicción presidencial contraria a la impunidad consagrada en las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Igualmente, en su firme oposición al decreto 1.581 de los tiempos de Fernando de la Rúa que estableció el rechazo a los pedidos de extradición, que sí tuviera una nueva resolución jurídica, llevaría a muchos militares a los juzgados de otros países y eventualmente a las cárceles.
Que el presidente haya tomado decisiones firmes que no contemplan la búsqueda de negociaciones con los poderes "reales" y "decisores estratégicos" de los "mercados" como seguros ganadores, que además elevara el tono hacia la responsabilidad de los organismos multilaterales de crédito por su papel en la crisis argentina, son firmemente criticados por considerárselos actos propios del acervo ideológico de quien quiere reencontrarse con su pasado setentista. ¿Por este desempeño Kirchner, junto a su esposa y su entero gobierno, es la izquierda? ¿Qué izquierda?
Instalarse en el léxico de la izquierda y necesariamente en su contracara, la derecha, además de las posibles gradaciones de una y otra, dejó de ser una trasnochada de los intelectuales del mundo académico o de sectas militantes. Es necesario involucrarse en este debate cuando en estos días el tono de la disputa por las opiniones, pero por sobre todo, en los intentos por descalificar tal o cual acto de gobierno como impulsos de quien eleva el puño de izquierda, están tomando un rumbo que, siguiendo el comportamiento histórico de muchos de esos actores que viven de la simplificación de las ideas, quisieran despertar a aquellos muertos de la derecha campeona de la barbarie.
Es importante hacer un poco de memoria acerca del significado del término izquierda. Siguiendo al filósofo político italiano Norberto Bobbio, sólo es posible entender a la izquierda si la confrontamos con su opuesto histórico, la derecha. Ambos son términos antitéticos que desde hace dos siglos se vienen empleando para designar el contraste de las ideologías en que está dividido el universo, esencialmente conflictivo del pensamiento y de las acciones políticas. Esta díada, de derecha y de izquierda, pareciera no perder su vigencia porque informa de la actitud que muestran distintos movimientos y corrientes de pensamiento frente a un aspecto sustancial para todo tipo de sociedad: el de la desigualdad. Y en ese sentido, la izquierda, aun cuando asuma ropaje de populismo o liberalismo reformista o socialismo, con un acercamiento o una búsqueda de un centro político y social, es igualitaria en el sentido de que su concepción y práctica se caracterizan por la tendencia a remover los obstáculos que convierten a los hombres y a las mujeres en menos iguales. El igualitarismo que propugna la izquierda es entendido no como la utopía de una sociedad donde todos los individuos sean iguales en todo, sino como la tendencia a convertir en más iguales a los desiguales.
En cambio lo no igualitario, la concepción y práctica política de la derecha, parte de la convicción opuesta. Para ésta, la igualdad es imposible, porque es natural y como tal dentro de una sociedad es no eliminable. En síntesis, lo que distingue a la derecha es su concepción de que en el orden social hay una sustancia que hace que los hombres sean distintos, explicado por la providencia, la economía, la naturaleza u otras entidades metafísicas muchas veces inventadas.
Si seguimos estas líneas el gobierno de Néstor Kirchner nada tiene que ver con la derecha, y sí posee un parecido de familia con la izquierda. Ello se debe a su discurso en favor de la igualdad, que en nuestra experiencia reciente se traduce en una definición positiva tendiente a superar los obstáculos que hicieron posible desde hace más de un cuarto de siglo el que millones de argentinos no pudieran disponer de los derechos básicos que distinguen a un ciudadano pleno de aquel que es apenas el habitante de un Estado. Entonces, quienes critican a Kirchner, ¿están en lo cierto? ¿Kirchner es la izquierda? Ahora bien, ¿de qué izquierda? ¿De una izquierda que imprime a sus actos el sello del revanchismo hacia militares y empresarios, decididamente contrario a la economía del libre mercado? ¿Una izquierda negadora del capitalismo globalizante? ¿Una izquierda dispuesta a hacer desembarcar en el poder a cuanto marxista prestigiado en la academia encuentre, como sugieren los comentarios más venenosos de muchos discursos? ¿Una izquierda decidida a hacer realidad los pronósticos lúgubres de Von Hayeck en su "Camino hacia la servidumbre"? ¿De esa izquierda se trata?
Nada de eso parece estar presente en el horizonte práctico del actual presidente argentino. Kirchner puede ser considerado un hombre de las izquierdas porque sus actos de gobierno parecieran atender y entender el problema capital de la sociedad argentina contemporánea: el de una política que responda a la cuestión de la desigualdad social y cívica.
Pareciera ser que la fórmula "izquierdista" ensayada en la hora actual para la Argentina intenta atraer al capitalismo y sus fuerzas al mundo realista y urgente para la condición humana que hiciera a los desiguales menos desiguales. Además, esa "izquierda" dice desear, en palabras del presidente, un país "normal", dando pasos dentro de una institucionalidad democrática, con lógicas de poder republicanas y sin impunidad para asesinos probados. ¿Esta es la izquierda que asusta tanto?
     
     
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