Domingo 20 de julio de 2003
 

Sin estrategia

 

Por Héctor Mauriño

  Uno tras otro los candidatos de la oposición, interna o externa al partido gobernante, susceptibles de nuclear a una porción consistente del electorado se han ido cayendo. Lo más curioso de esta situación es que pocas veces como ahora ha sido tan claro el desprestigio de la figura gobernante y mayor la predisposición de la sociedad a un cambio de rumbo.
El primero en eclipsarse fue Jorge Sapag, quien censuró los actos más controvertidos de Sobisch, como el intento de colonizar el Poder Judicial o su participación en el escándalo de las cámaras ocultas, pero al final de cuentas, cuando se trató de asumir el liderazgo, primero dentro y luego fuera de su propio partido, dio un sorprendente paso al costado. Muchos se alegraron, porque piensan que Sapag sólo hubiera ayudado a reciclar al MPN, pero es innegable que importantes referentes de la oposición cifraron sus expectativas en su figura.
Luego está el caso de Quiroga. Encumbrado por su resonante victoria en las elecciones comunales de marzo pasado el intendente dejó, por acción u omisión, que se tejiera todo tipo de hipótesis sobre su candidatura, inclusive con el beneplácito del gobierno nacional. Pero después de mucho trajín Quiroga, para tranquilidad del gobernador, optó por guardarse para más adelante y sacar el mejor provecho de las circunstancias en el corto plazo.
Oscar Parrilli tuvo ante sí una oportunidad histórica y la dejó pasar. En definitiva el triunfo de Kirchner, a quien estuvo ligado durante años, no sólo le daba la razón ante sus pares del PJ, sino que hubiera multiplicado sus posibilidades frente al electorado deseoso de un cambio político radical.
Massei ha guardado silencio, coherente con su condición de vocal del Tribunal Superior. Pero no puede desconocer que la oposición está frente a una instancia crucial. Ni que su candidatura viene siendo agitada hace rato. No obstante, parece haber elegido preservarse, aunque si hubiera querido podría haberse lanzado al ruedo sin esperar que lo fueran a buscar.
Contrariamente a lo que ocurre con los nombrados, Gallia es hasta la fecha el único político opositor que se largó a la arena. Sin embargo, su figura no parece concitar la adhesión necesaria para enfrentar con éxito al MPN. Al punto que sus propios compañeros del justicialismo y él mismo han barajado la posibilidad de ceder el lugar a alguien con mayor consenso.
En esta paradoja -hay una mayoría electoral predispuesta a terminar con el gobierno de Sobisch, pero la clase política no logra armar una estrategia- influye el hecho de que algunos dirigentes, como se advierte en los casos de Sapag y de Quiroga, piensan que dentro de cuatro años tendrían mejores chances.
En realidad, puede ser que así sea o puede que no. Las circunstancias que se dan en este momento, con el MPN dividido y un ala carente de conducción, Sobisch desprestigiado y un gobierno nacional que podría apoyar cualquier frente opositor, configuran una circunstancia excepcional. No verlo así y sobre todo no actuar en consecuencia puede dejar a la clase política neuquina en deuda con la historia.
Frente a este cuadro, el camino de Sobisch a la reelección parece despejado y el panorama que le aguarda para los próximos cuatro años se advierte consolidado.
Acaso porque no tiene ningún enemigo político de peso, el gobernador ha elegido a "Río Negro" como blanco de sus ataques. El hecho de que haya elegido este diario tiene que ver con que es un medio independiente y con el hecho de que la libertad de prensa parece ser incompatible con el proyecto autoritario que pretende encarnar.
Sin embargo, una vez que termine de consolidar su poder en las elecciones, Sobisch se volverá contra los políticos que insinuaron desafiarlo y las consecuencias para muchos de ellos podrían ser muy duras. En el caso particular de Quiroga, Sobisch tiene los medios como para hacer de su gestión algo intrascendente. No menos oscuro aparece el futuro político de Jorge Sapag o, en fin, la estada de Massei en el TSJ.
Aparte del poder político acumulado, Sobisch trabaja para consolidar a un grupo empresario prebendario, poniendo a su disposición el aparato del Estado y jugosos créditos sufragados con fondos públicos. Este sector tiende a diversificarse en actividades como salud, medios de comunicación, publicidad y emprendimientos agrícolas.
Los préstamos del Banco Provincia del Neuquén y el Iadep a emprendimientos de El Chañar III etapa -denunciados por la oposición porque benefician a sectores afines al gobierno y carecen de las debidas garantías- así como las ventajas proporcionadas por el ISSN a empresarios de la salud; y el caso de las radios y otros medios siempre dispuestos a endulzar el oído del poder a cambio de la generosa pauta oficial, son ejemplos elocuentes de esta nueva clase propietaria provincial, tan servicial como voraz.
Otro aspecto que marca un camino despejado para Sobisch es el ocaso de la familia Sapag, que luego de ejercer un papel dominante en la provincia durante casi medio siglo, por primera vez aparece virtualmente fuera del poder. Su ocaso es paralelo al ascenso de ese nuevo bloque acaudillado por Sobisch, que ya tiene el poder político y va camino de consolidar el poder económico.
Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar
     
     
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