Domingo 20 de julio de 2003
		Un día del 2001...
		Por Carlos Torrengo
		El 2001 fue un año muy grave en la vida argentina. Ni más ni menos que otros, se puede argumentar. Es cierto. Pero muy grave. Huelgan las explicaciones. Están muy frescas. Todo tan grave y fresco que se proyecta sobre este presente en forma continua. ¿O no es grave que el entonces presidente Fernando de la Rúa diga ahora que recién muy avanzada la noche del 21 de diciembre se enteró de lo que estaba sucediendo? - Me enteré a medianoche, ya que durante todo ese día estuve absorbido por la crisis institucional que vivía el país- declaró De la Rúa ante la Justicia. ¡Como si aquel plomo, aquella sangre y aquella muerte no tuvieran nada que ver con la crisis institucional! Para el ahora ex presidente todo ese plomo, sangre y muerte pasaran lejanos. ¿Quizá en una cancha de fútbol de la ex Burquina Faso? Patético. Pero en aquel agitado 2001, en Río Negro sucedió un hecho cuya trascendencia estalla en estos días. Un hecho positivo. El 3 de noviembre, en Cipolletti, se realizó la audiencia pública convocada por el Ente Provincial Regulador de Energía (EPRE). Motivo: cosechar argumentos que abonaran la toma de decisión sobre las tarifas futuras pretendidas por Edersa. Ahí, ese día, con el marco de miles de rionegrinos dudando sobre lo justo de los valores que ya pagaban la energía eléctrica, y alentado por intenso debate de argumentos por parte de representantes del conjunto de la vida provincial, surgió la necesidad de establecer cuánto de vinculante tenía aquel precio con decisiones que en el campo de la energía ya había tomado el régimen radical. Un mes y medio después de aquel 3 de noviembre, bajo resistencia del gobierno provincial, un grupo de diputados de la oposición y algunos radicales (Grupo Agenda) lograron que la Legislatura creara una comisión investigadora. Objetivo: poner blanco sobre negro en la forma, contenido y consecuencias de las decisiones en cuestión. Ahora se sabe. Uno: por el contrato firmado por el gobierno con la generadora Turbine Power, los rionegrinos pagaron en cinco años 34 millones de dólares de más. Dos: en la venta de un paquete de regalías hidroeléctricas, los rionegrinos perdieron otros 5 millones de dólares. Y como sentencia el informe de la comisión, todas estas decisiones fueron adoptadas por el gobernador Pablo Verani y su ex ministro Horacio Jouliá. Estas decisiones se adoptaron sin que los organismos de control externo e interno -Fiscalía de Investigaciones Administrativas, Tribunal de Cuentas, Fiscalía de Estado y Contaduría General de la provincia- ejercieran su función eficientemente. Como prueba, vale un botón: en dos horas, la Fiscalía de Estado, sin la documentación pertinente, dio vía libre a la firma del decreto que autorizó la perjudicial venta de regalías. Vía telefónica, el entonces ministro Jouliá se comunicó con el fiscal Eduardo Martirena y le pidió que procediera a la firma. Todo estaba bien. Luego le enviaría la documentación que faltaba. Nunca la envió. Y para cerrar este récord propio del libro Guinness, se perdió el expediente. A todo esto, que es sólo un tramo de lo investigado por la comisión, el candidato a gobernador por el radicalismo Miguel Saiz define como un proceso carente de irregularidades. O sea, todo se hizo bien. Que los organismos de control interno y externo operaran con la liviandad que denuncia la comisión, no es objetable. - Sólo fue un mal negocio- acotó Saiz. Habló desde un cinismo ajeno a su personalidad. Porque Saiz no es un cínico estructural. No hace política desde esa cultura. Es un hombre de estilos sencillos y un pensamiento promedio dominado por el sentido común. Pero directo beneficiario del núcleo pétreo del poder veranista, Saiz tiene obligaciones. Desde ahí se refirió esta semana a las investigaciones. Lo hizo en la necesidad de reconstruir su tejido de afectos con quien lo armó candidato: el gobernador Pablo Verani. Un tejido dañado por la decisión de Saiz, en tanto titular del bloque radical, de dar quórum en la sesión de la Legislatura en que se leyó el resultado de la investigación. Lectura que Verani quiso impedir. Fracasó. El fracaso no cayó en vacío. Alentó en el verbo del gobernador una palabra a la que apeló hasta el martes muy entrada la tarde: traición. Sólo se olvidó de ella cuando Saiz fue, lo abrazó y lo besó. Y hasta se afirma que desde el veranismo más ortodoxo, ese que tiene vida política porque Verani existe, partió una advertencia que enmudeció a casi todo el bloque radical. - No jodan con Pablo, que manda al veranismo a votar a su amigo Julio Arriaga... Simple presión. Pero suficiente para que el consiguiente "besamanos" a Verani, por parte de muchos legisladores, dibujara colas en el hall de la gobernación. Y vale un interrogante: ¿cómo resuelve Saiz la contradicción entre el interés de un gobernador para que no se lea el resultado de la investigación y el consiguiente disgusto por no lograr ese objetivo, y el hecho de que en la toma de decisiones y siempre según Saiz sólo hubo desprolijidades? Y otro interrogante más. ¿Cómo operará el bloque radical ante el pedido de juicio político que sobreviene sobre el gobernador y otros funcionarios, debido a las irregularidades cometidas en el campo energético? El pedido se forja desde los diputados opositores Guillermo Groswald, Guillermo Wood y Eduardo Chironi. - Sobreactúan- se critica desde la bancada radical. ¿Pero no fueron también diputados radicales los que conformaron la investigación y dejaron en claro todas las anomalías que signan la toma de decisiones del Ejecutivo en el campo energético y que dan sobrados motivos para solicitar el juicio político? ¿Se puede firmar ese informe y creer a posteriori que ese contenido es neutro? ¿Tan neutro como el que los rionegrinos pierdan casi 40 millones de dólares, equivalentes a 33 escuelas en ese tiempo, y todo se entierre en la noche larga de la historia? En fin, un dilema más para los correligionarios del régimen. En una provincia de cara al dilema de las urnas. Carlos Torrengo ctorrengo@rionegro.com.ar
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