Sábado 12 de julio de 2003
 

Obras hidráulicas sobre el río Neuquén

 

Por Julio F. Porrino (*)

  Como partícipe efectivo de los estudios y proyecto del complejo Chihuidos no puedo permanecer silencioso ante lo que se dice y/o publica con referencia a la ejecución de una parte de éste.
Existe un gran interés de promover la construcción de Chihuido II por aparecer éste como una obra aislada, cuyos resultados técnico-económicos pudieran ser independientes del otro componente del complejo, o sea Chihuido I.
Como ya se dijo en el informe publicado el 3/12/1998, el Chihuido II es un excelente proyecto supeditado a la existencia del Chihuido I, el que le aporta el agua del río Neuquén regulada, de lo contrario deberá tirar por vertedero una importante cantidad por falta de tal condición, con lo cual perderá la supuesta rentabilidad al turbinar escasamente el 60% del caudal que transporta el río. Es también desfavorable para su vida útil el escaso volumen de su embalse, cuyo cuenco se vería colmatado del limo que transporta el río, en un período relativamente breve.
Lo dicho hasta ahora tiene que ver con los beneficios o no del dueño de la obra, pero existen situaciones que van mucho más allá de la conveniencia de los inversores y es lo atinente a la seguridad que podría proporcionarles esta obra a las poblaciones que se encuentran aguas abajo de ella. Se dice que Chihuido II puede atenuar una creciente de 14.400 m3/seg., para lo cual se mantendrían las actuales condiciones en Portezuelo Grande; por lo tanto, deberá embalsar en su propio reservorio un cierto volumen que luego deberá dejar escurrir ante posible repetición de crecientes. Tal escurrimiento debería efectuarse por el cauce natural del río desde el vertedero ubicado en ese lugar, lo que resultará totalmente riesgoso, por cuanto un curso de agua que durante 30 años ha recibido permanentemente 12 m3/ seg. y todo su valle ha sido poblado y cultivado y de pronto recibe un caudal del orden de 3.000 m3/seg., las consecuencias sobre el mismo pueden ser catastróficas.
Como con la naturaleza no puede hacerse magia, la sensatez sugiere que se deben respetar las condiciones que la misma establece:
Cuando se iniciaron los estudios en el tramo medio del río Neuquén surgió, con gran ventaja, un lugar a pocos kilómetros aguas abajo de la confluencia del río Agrio con el Neuquén donde se proyectó un aprovechamiento cuyos datos óptimos serían:
Coronamiento de la presa: 655 smnm
Potencia nominal 850 Mw
Energía media anual 2.600 Gwh/año
Volumen total del embalse: 11.750 hm3
Volumen útil del embalse: 3.415 hm3
A posteriori, dadas las condiciones favorables del cauce del río Neuquén y el salto remanente entre el proyecto optimizado y Portezuelo Grande se buscó otro posible emprendimiento que pudiera aprovechar la regulación proporcionada por el anterior y utilizar el salto de aproximadamente 50 metros, con lo que se obtendría, mediante una obra barata, un adicional de 1.050 a 1.100 Gwh/año.
Este sería el esquema óptimo de aprovechamiento del río Neuquén en su tramo medio. Pero el Diablo metió la cola. Alguien pensó que podría hacerse el segundo sin el primero, cosa inconveniente por la poca capacidad del segundo embalse (Chihuido II) para contener las avenidas del río. En fecha reciente (24/6/ 2003) escurrieron 3.400 m3/seg. Si en el funcionamiento de las turbinas alcanzan a erogar 480 m3/ seg., el resto, más de 2.900 m3/seg., deberá salir por vertedero sin generar. Por lo tanto es aventurado estimar el aprovechamiento como si toda el agua que transporta el río fuese transformada en energía. Como interesa no sólo el pico de la creciente sino también su duración, cualquier aporte como el indicado con una permanencia mayor de un día, llenaría la capacidad útil del Chihuido II, debiéndose desaprovechar desde el punto de vista energético una muy importante cantidad de agua.
Cuando se proyectó el Chihuido I se estimó que la creciente prevista con un pico de 13.454 m3/seg. podría tener un volumen total de casi 3.000 hm3, imposible de atenuar de manera eficaz en el pequeño embalse de Chihuido II.
Conclusión: si la rentabilidad del emprendimiento Chihuido II es dudosa por lo que se dijo antes y, lo que es infinitamente más importante, porque no asegura una adecuada protección a la región aguas abajo de las obras, debiera ponerse sensatez en las decisiones y adecuar el plan de obras conforme a lo que aconseja la naturaleza. Para ello, según los estudios realizados oportunamente, aconseja construir primero Chihuido I y a continuación Chihuido II.
Es cierto que este esquema aparecería caro, en esta etapa, pero es la única solución posible, a la cual debieran aportar la provincia del Neuquén, beneficiaria directa de las obras; también la de Río Negro que, por hallarse aguas abajo sus áreas más pobladas, obtendría una tranquilidad total para sus habitantes. Por la misma razón, el Estado Nacional, que contribuiría a la seguridad de una parte importante de su población.
Por último, no debe olvidarse el beneficio energético que aportaría el complejo, que entre ambos aprovechamientos llega a 3.700 Gwh/ año de energía renovable no contaminante y generadora de un desarrollo insospechado.

(*) Ingeniero
     
     
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