Jueves 17 de julio de 2003

Cinco años de cárcel para un violento delincuente

Es de Bariloche, registra antecedentes por homicidio y protagonizó varias fugas

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB)- Pese a que no llegó a consumar el robo con armas que pretendía, los jueces de la Cámara Segunda del Crimen le impusieron 5 años de prisión a José Segundo Ibáñez, de 37 años, por el despliegue de violencia que realizó desde el inicio del hecho hasta su finalización.

Si bien no logró el desapoderamiento de bienes, por causas ajenas a su voluntad, los magistrados merituaron en contra de Ibáñez que había efectuado un disparo contra la comerciante asaltada, y varios contra los policías que lo persiguieron, hiriendo a uno en un glúteo y acertándole a otro en la parte inferior de su chaleco antibalas.

Ibáñez había sido condenado a 12 años de prisión en 1992, por matar al concubino de quien había sido su mujer, y ya gozaba de sus primeras salidas transitorias en Viedma cuando decidió viajar a Bariloche y no regresar a la cárcel.

Fue detenido por eso, y gozaba de libertad condicional cuando volvió a ser detenido y condenado por hurtos de ganado mayor, y le unificaron la pena en 14 años de prisión.

En octubre de 2002 se tragó una pila y la antena de una radio para obligar a las autoridades de la alcaidía a que lo internaran en el hospital, y desde allí huyó por una ventana en un descuido de su custodio. Permaneció prófugo hasta el 28 de noviembre de 2002, a las 8.30, en que fue detenido por la policía luego del intento de robo en la panadería "Jhonny", ubicada en Onelli y Sobral.

Ibáñez amenazó a la propietaria del comercio y a un empleado con su arma, y efectuó un disparo contra la mujer, sin dar en el blanco, antes de retirarse con un manojo de llaves, sin robar el dinero que podría haber en la caja registradora.

Esta circunstancia fue esgrimida por su defensor para argumentar que Ibáñez no comprendía la criminalidad de su actos, pero los jueces entendieron que los gritos histéricos de la mujer lo habían hecho desistir del robo. Además, valoraron en su contra que cuando una vecina le preguntó qué había pasado en el comercio, Ibáñez le pidió que llamara a una ambulancia porque un empleado se había golpeado con un hierro en la cabeza.

Alertados por los vecinos, los primeros en llegar al lugar fueron los agentes Jerónimo Colitripay y Luis Pérez, quienes trataron de impedir la fuga de Ibáñez y lo intimaron a entregarse, pero el delincuente disparó con su revólver calibre 38 contra Colitripay, que cayó al recibir el balazo en la parte inferior de su chaleco protector, y contra Pérez, a quien le acertó en el glúteo derecho cuando giró para auxiliar a su compañero. Ibáñez fue detenido por otro policía, y atendido del disparo que recibió en su pierna derecha.

En el debate, se manifestó adicto a las drogas, a los psicofármacos y al alcohol, y dijo que no recordaba nada de lo que había sucedido. Aseguró que se había sorprendido al despertarse en el hospital con un manojo de llaves en su bolsillo, pero los jueces encontraron coherente su conducta en ocasión del robo y enfrentamiento, y le impusieron una condena ejemplar.

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