Viernes 4 de julio de 2003
Nadie detiene a los cuatreros en la zona de Roca

Hay denuncias en la Policía y la Justicia, pero hasta ahora los ladrones de caballos y vacas siguen actuando con impunidad. Reclamo de los productores y las instituciones afectados.

 

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Segundo Arraigada y sus hijos aseguran estar hartos de los robos de animales, y critican que desde la justicia no se hace nada.

ROCA (AR).- Los cuatreros no paran en la zona de Roca. Durante los últimos meses los padecieron el Polo Club y un grupo de Equinoterapia, además de aparecer en J.J. Gómez un matadero ilegal. A todo esto se sumó ahora el caso de un productor que en sendos atracos perdió 25 yeguas, potrillos y cuatro vacas de su campo cercano a El Cuy. Cueros y cabezas quedaron diseminados por el terreno y a pesar de las denuncias que hizo, la justicia todavía no ha dado respuestas, según afirmó.

Segundo Alberto Arraigada declaró estar "cansado de denunciar y que nadie haga nada". Tan-to en el caso de los equinos como el de los vacunos, el productor presentó las denuncias, primero en la sede policial de El Cuy y más tarde -el 18 de junio- en el Juzgado 12. El hombre informó que "al día de hoy, nunca fueron hasta el campo a investigar".

El caso de Arraigada forma parte de una cadena delictiva que en los últimos tiempos ha centrado su objetivo en productores y hasta entidades de bien público, como fue el robo de caballos que la asociación Ancapé Cahuel utilizaba para trabajos de rehabilitación de chicos con capacidades diferentes Los otros dos antecedentes inmediatos los representan los caballos desaparecidos en J.J. Gó-mez, caso que luego se relacionó con el descubrimiento de un matadero clandestino en la zona del INTA viejo; y los animales robados al Club de Polo "Encontramos los cueros y las patas de cuatro vacas, y una más quemada, que la dejaron porque estaba preñada", relató el productor. Cabe destacar que el ganado preñado no es apto para el consumo, ya que el cuerpo no se encuentra en condiciones normales y eso repercute en la carne.

En una modalidad que se está multiplicando, los "cuatreros" ingresan a los campos por la no-che y, en el mejor de los casos, duermen a los animales antes de matarlos. En otros, como ocurrió en el campo de Arraigada, directamente los cargan en un camión y se los llevan, o los pegan un tiro, y cargan lo que les sirve.

"Se aprovechan porque el campo es grande (9.000 hectáreas) y hay pocos alambrados. Entonces los animales están lejos del puesto y no nos enteramos", explicaron los hijos del produc-tor, que son los que se encargan habitualmente de cuidar el lugar En el primer robo de caballos, en febrero, los cuatreros ni siquiera se habrían molestado en matarlos y llevarse lo que les ser-vía: directamente los habrían cargado en un camión para trasladarlos a un lugar más tranquilo y ahí decidir el negocio a realizar La tropilla sustraída el verano pasado fue valuada por el personal policial en 7.000 pesos. Según trascendidos, el valor de un caballo en el frigorífico rondaría los 400 pesos y podría llegar a los 700, según el peso y los años del animal.

La pérdida para un productor como Arraigada es significativa. Ocurre que sólo se dedica a la cría de animales, ya que los campos de la zona no son aptos para el cultivo Además, el daño es por partida doble: por un lado, se va diezmando la producción, y por el otro se crea un mercado paralelo que perjudica a todos los productores en general, ya que el valor de ganado robado es sustancialmente menor.

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