Comenzó el juicio por el crimen de un sargento

El policía estaba de civil e intentó impedir un asalto a un repartidor en Bariloche, pero lo mataron. Detuvieron a tres sospechosos que fueron reconocidos en el juicio por el comerciante.

Uno de los testigos que declaró durante la audiencia de ayer en el juicio por el crimen del sargento barilochense.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- En la primera jornada del juicio por la muerte del sargento René Meyrelles, el repartidor asaltado le adjudicó roles decisivos a cada uno de los tres imputados, aunque no señaló al autor de los disparos que lo hirieron o segaron la vida del policía.

Los hechos ventilados ocurrieron a las 19 del 16 de julio de 2001, frente al 833 de la calle Rivadavia, cuando tres delincuentes que acababan de asaltar a un repartidor de cigarrillos y lo hirieron, concluyeron matando a tiros al policía que trató de detenerlos.

Por este episodio están acusados Fabián Rubén Iberra, de 21 años, y Nelson Adrián Robaina, de 23 años, y a Marta Beatriz Millaqueo, de 26 años, le imputan haber prestado una colaboración secundaria, pero también permanece detenida y está siendo enjuiciada junto a sus compañeros de causa.

Conforme a la acusación fiscal, esa tarde Mauricio Villalba había estacionado el furgón Fiat Fiorino de la distribuidora "Mapri" frente a la despensa "Lilian", y luego de tomar el pedido a los comerciantes, regresó al vehículo para facturar y entregar la mercadería. En ese momento se presentaron dos delincuentes, luego reconocidos como Iberra y Robaina, y lo despojaron de 700 pesos en billetes y un monedero con otros 17 pesos, previo intimidarlo con un arma de fuego y obligarlo a introducirse en el furgón.

En esas circunstancias pasó por el lugar el sargento René Meyrelles, quien estaba franco de servicio y circulaba de sur a norte por Rivadavia en su Renault 12, acompañado por su esposa y sus cuatro hijos. Al observar la escena, Meyrelles le anticipó a sus familiares "este es un calificado", y frenó su auto delante del furgón Fiorino para tratar de interrumpir el asalto, pero fue recibido por Robaina, quien, desde una distancia de 50 centímetros, le descerrajó un disparo que impactó cerca del codo de su brazo izquierdo, y otro que dio en la parte anterior del hemitórax izquierdo, y le produjo una hemorragia que le causó la muerte minutos después.

Antes de caer herido de muerte, Meyrelles pudo accionar su arma y alcanzó con dos disparos a Iberra, en la región costal derecha y en la parte superior de glúteo derecho. Antes de escapar, Robaina disparó varias veces contra el repartidor Villalba, quien recibió un balazo en los muslos de sus dos piernas. A Beatriz Millaqueo le imputan haber colaborado con Iberra y Robaina, tanto en la ejecución de los hechos como enla organización de la fuga a El Bolsón y la asistencia a Iberra en la curación de las heridas que le infligiera Meyrelles.

Iberra declaró que no había tenido participación en el hecho y que no estaba armado, y le atribuyó al policía haberle disparado al repartidor, y a él cuando amagó esconderse y estaba del otro lado de la calle.

En contra del consejo de su defensor, Robaina declaró y se adjudicó la autoría intelectual y material del asalto y homicidio, asegurando que tanto Iberra como Millaqueo sólo lo acompañaban a la Terminal de Omnibus y habían estado ajenos a todo. Dijo que había consumido 15 gramos de cocaína en un día y medio, que cometió el asalto para comprar más droga, y que no había querido matar a Meyrelles, pero por estar nervioso y drogado, los tiros se le habrían escapado.

El testimonio del repartidor fue clarísimo y lapidario para las pretensiones de Iberra y Millaqueo, porque a uno lo ubicó como líder y a la otra como cómplice.