Jueves 3 de julio de 2003
 

Bajo ojos ajenos

 
  Por razones evidentes, a los dirigentes de los países del "Primer Mundo", sobre todo de Estados Unidos, les interesa mucho intentar entender las causas reales del colapso argentino que, además de depauperar a millones de personas, redundó en el default soberano más grande -y, aquí por lo menos, más festejado- de la historia de nuestra especie. Por este motivo, una Comisión Bicameral del Congreso norteamericano liderado en esta ocasión por el republicano Jim Saxton emprendió una investigación exhaustiva de lo sucedido, llegando a la conclusión de que en última instancia se debió a la resistencia de la clase política a llevar a cabo ciertas reformas esenciales, ya por no creerlas necesarias, ya por no estar dispuesta a sacrificar intereses particulares en aras del bien común.  Si bien muchas opiniones de los políticos norteamericanos, sobre todo las relacionadas con la dolarización que consideran una opción viable,  son discutibles, nos será forzoso tomarlas en cuenta porque, detalle más, detalle menos, reflejan lo que con toda probabilidad será el diagnóstico "ortodoxo" del caso argentino.
Huelga decir que su forma de analizar el colapso no se parece en absoluto a la preferida por el presidente Néstor Kirchner o por sus antecesores Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín, todos los cuales dan por descontado que la Argentina fue víctima inocente del salvajismo capitalista de los "neoliberales" y que tanto el crecimiento como la estabilidad monetaria de los años noventa eran pobres ilusiones sin fundamentos concretos, razón por la que deberíamos replegarnos al corporativismo tradicional. Puesto que pese a los vicios doctrinarios que suelen denunciar los dirigentes aludidos y sus muchos partidarios la economía estadounidense es la más próspera y dinámica del planeta, es comprensible que los demócratas y republicanos de la Comisión Bicameral no hayan compartido las actitudes de los comprometidos con actitudes que a través de los años han contribuido a hacer de la Argentina una zona de catástrofe. A su entender, el peso nunca fue seriamente sobrevaluado -al fin y al cabo, las exportaciones crecían año a año y los precios locales eran comparables con los de países como el Brasil-, y la causa del empeoramiento de la recesión que terminó con la gestión de José Luis Machinea y después con la de De la Rúa consistió en el "impuestazo" seguido por la rebelión política contra los recortes propuestos por Ricardo López Murphy que hubieran equivalido a nada más que el uno por ciento del producto bruto interno, una bagatela en comparación con lo que ocurriría cuando Duhalde se encargara de la presidencia de la República. Asimismo, según los norteamericanos Domingo Cavallo cometió errores muy graves al procurar diluir la convertibilidad, enviando de este modo una advertencia a los que antes habían confiado en la durabilidad del "modelo", de ahí la corrida bancaria que presagió su triste final. En cuanto a la "pesificación asimétrica" duhaldista, por tratarse de un eufemismo por el desconocimiento de derechos garantizados en todos los "países serios", los norteamericanos suponen que sería difícil sobreestimar los perjuicios que provocó.
La brecha entre la visión de los políticos estadounidenses y aquella de sus homólogos argentinos actualmente dominantes es enorme, sin duda porque los primeros se formaron en un país económicamente exitoso en el que pocos tienen por qué proponer cambios revolucionarios y los segundos se sintieron obligados a aferrarse a las modalidades y estructuras que resultaron incapaces de permitirnos dejar atrás el subdesarrollo. Mientras que en "el norte" es normal minimizar las dificultades políticas planteadas por la tendencia muy natural de los dirigentes de defender las "estructuras" existentes, en "el sur" lo es inventar esquemas ideológicos que los eximen de responsabilidad por el destino decepcionante de los países que manejan. Aunque en términos económicos o pragmáticos tengan razón los norteamericanos, por ahora no es del todo probable que los gobernantes de la Argentina presten atención a sus consejos. Tarde o temprano, el país tratará de reintegrarse no sólo formalmente sino también intelectual o conceptualmente al "Primer Mundo", pero antes de que lo intente de nuevo tendrán que transcurrir algunos años más.
   
     
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